Olaizola gana al mejor Irujo
El campe¨®n ha superado a su rival en un disputado encuentro de alto nivel y sin concesiones
La pelota a mano lleva camino de convertirse en ese deporte donde siempre acaba ganando Aimar Olaizola. El front¨®n Ogueta, que hasta ahora hab¨ªa sido el talism¨¢n suficiente para Juan Mart¨ªnez de Irujo, ha perdido, siquiera por una noche, el influjo para decantar un partido de alto voltaje. Porque en la cancha vitoriana se ha disputado una final del cuatro y media reservada a la clase superior, a la que, de momento, no se esperan nuevos invitados que acompa?en a estos dos delanteros navarros, sin duda la referencia m¨¢xima para ocupar un trono reservado a la estirpe navarra.
A pesar del desenlace (22-16), el partido se las ha prometido de salida con la sal suficiente para mover las apuestas. Irujo, como luego confirmar¨ªa hasta que tuvo que doblar la rodilla ante la avalancha del rival, se ha reencontrado con una distancia que no es la suya, pero que le ha permitido disipar algunas dudas. Lo ha ido haciendo con una exhibici¨®n de facultades y de pegada que hicieron olvidar, sin duda, sus problemas con el maldito dedo que ha sido su viacrucis durante las fases anteriores de este campeonato siempre peciliar.
Hubo en esos momentos ventajas sifgnificativas de Irujo ante un Olaizola que no parec¨ªa coger el sitio de un front¨®n que siempre le ha ido mejor al rival. Pero result¨® un espejismo. El delantero de Goizueta era el mismo de las grandes ocasiones, ese pelotari que siempre aparece cuando se le espera para dar la puntilla. Su capacidad de reacci¨®n es incuestionable, su pegada cruje al enemigo y la ambici¨®n le acompa?a en cada tanto.
Antes de llegar a la primera igualada (a 13) ya se hab¨ªan librado excelentes jugadas. El nivel se fue ensanchando a medida de un desgaste f¨ªsico propio de quienes son superiores en una modalidad que te deja al descubierto en el menor traspi¨¦. El cruce de tantos? ha provocad el ¨¦xtasis en unas gradas, ligeramente a favor de Irujo, que ya no recordaban momentos tan estelares porque Bilbao se ha cruzado por el camino como sede las finales de post¨ªn.
Pero la emoci¨®n segu¨ªa en la cancha con el aliciente de los nuevos empates. Y se acab¨® en el abrazo a 16 tantos. Desde ah¨ª, ante un ligero baj¨®n de Irujo y un acierto rematador -sobre todo un dos paredes desde el suelo- de Olaizola la final cambi¨® definitivamente camino de resolverse. Fue el camino hacia otro t¨ªtulo, el s¨¦ptimo en esta especialidad de un pelotari que marcar¨¢ una ¨¦poca moderna. En esta ocasi¨®n se ha impuesto en el cuatro y medio, un torneo que se ha rodeado de unas exigencias particulares a la sombra del desaf¨ªo cuerpo a cuerpo del mano a mano que ya asoma.
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