Guerra que no es videojuego
El montaje ¡®Archipi¨¦lago Dron¡¯ recala dos fines de semana en la Cuarta Pared Reflexiona sobre las realidades enmascaradas de nuestro tiempo
Lo ¨²ltimo que hemos sabido de los drones, los aviones no tripulados, es su posible utilizaci¨®n para transportar paqueter¨ªa, como baraja la compa?¨ªa Amazon. Una utilidad pac¨ªfica y que puede sonar futurista, o rid¨ªcula, o a pura ciencia ficci¨®n. Lo que no es ciencia ficci¨®n sino una realidad es la frecuente utilizaci¨®n de los drones para ataques selectivos contra supuestos l¨ªderes de Al Qaeda y otros yihadistas en Yemen, Somalia o Pakist¨¢n durante las legislaturas del presidente Barack Obama, a la saz¨®n premio Nobel de la Paz. Sus v¨ªctimas se cuentan en m¨¢s de 4.000, entre las que se incluyen civiles.
De estos drones y todo lo que les rodea trata la obra teatral Archipi¨¦lago Dron, de Nuevo Teatro Fronterizo. ¡°Hablamos del peligro de la guerra telem¨¢tica, tan parecida a un videojuego, de la evasi¨®n de responsabilidades que se produce cuando no vemos las consecuencias de nuestros actos¡±, explica la directora Eva Redondo (tambi¨¦n escritora de la obra junto a Enrique Torres y los hermanos Quique y Yeray Bazo). ¡°Dron¡± por los aviones, y ¡°archipi¨¦lago¡± por la estructura de la obra, sacada de un ejercicio de los talleres que el reputado dramaturgo Jos¨¦ Sanchis Sinisterra imparte en La Corseter¨ªa, sede del Nuevo Teatro Fronterizo que ¨¦l mismo fund¨®. Este archipi¨¦lago est¨¢ formado por unas ¡°islas¡±, unas escenas, a las que los espectadores, repartidos en diferentes grupos, van asistiendo de manera secuencial y fragmentaria. Todo cobra sentido en el cerebro del que mira y que combina estas peque?as pinceladas narrativas para construir el gran (y en este caso, terrible) cuadro.
En Archipi¨¦lago Dron doce actores representan ocho escenas en las que se implica toda la cadena del dron: ¡°Est¨¢n los pol¨ªticos que utilizan un lenguaje cada vez m¨¢s t¨¦cnico, que va tan al detalle que ya no dice nada¡±, explica Redondo, ¡°los pilotos de drones que los manejan como si fueran un videojuego, los periodistas que acaban cambiando sus cr¨®nicas por la presi¨®n de sus jefes o los cient¨ªficos, algo surrealistas, que quieren adiestrar a un mono para pilotar un dron. Tambi¨¦n las v¨ªctimas inocentes, las ¨²nicas que aportan algo de luz¡±. La obra est¨¢ en cartel desde ayer durante seis ¨²nicas funciones, en dos fines de semana, en la sala Cuarta Pared (Ercilla, 17). Se present¨® el verano pasado, con gran ¨¦xito, en el festival de artes esc¨¦nicas alternativas Fringe13, en la enorme Nave 1 de Matadero: en aquella ocasi¨®n el p¨²blico se divid¨ªa en cuatro grupos que iban presenciando las escenas. En este caso, debido a las caracter¨ªsticas de la sala se reduce a dos par¨¦ntesis.
La obra surge del Collaboratorio de La Corseter¨ªa, donde un grupo de actores y dramaturgos se dedica ¡°a la investigaci¨®n teatral pura y dura¡±, seg¨²n dice Sanchis Sinisterra. ¡°Se producen sinergias muy estimulantes¡±, contin¨²a, ¡°y de vez en cuando salen ideas. Pero esta es la primera y m¨¢s rotunda producci¨®n que sale de ah¨ª¡±. En La Corseter¨ªa tambi¨¦n interesan las relaciones entre el teatro y la filosof¨ªa, la ciencia o el arte, o reivindicar el teatro de otras latitudes o el que brota en la calle. Y ¡°todo sin ninguna ayuda oficial¡±, recalca Sinisterra. Por cierto que esto de la fragmentaci¨®n es una cosa actual, con la avalancha constante de est¨ªmulos del mundo contempor¨¢neo, una realidad hecha pedazos. ¡°Bueno, en realidad no es tan nuevo¡±, explica el dramaturgo, ¡°la propia experiencia cotidiana es fragmentaria, ca¨®tica y nada aristot¨¦lica. Pero esto, la aparente falta de argumento o trama causal, ya viene de lejos, por ejemplo del teatro de Strindberg¡±.
Otra cosa muy actual es la elecci¨®n de un tema sociopol¨ªtico, tem¨¢tica en resurgimiento al calor de la terrible coyuntura econ¨®mica, cuando antes no estaba tan bien vista. ¡°La vuelta a estos temas es una cosa que ya noto en los talleres. Tal vez sea la ¨²nica cosa buena de la crisis, que podamos escapar del eterno tema amoroso y ocuparnos en otras cosas, como lo que pasa en la sociedad¡±, opina Sinisterra. El tema pol¨ªtico que, precisamente, est¨¢ muy presente en los espacios teatrales que rodean a La Corseter¨ªa en el barrio de Lavapi¨¦s y alrededores, como en el nuevo Teatro del Barrio o en la programaci¨®n que Juan Diego Botto realiza para la sala Mirador. De hecho, los peque?os espacios del barrio planean asociarse y colaborar, cosa con la que el dramaturgo est¨¢ completamente de acuerdo: ¡°Ya est¨¢ bien de levantar grandes pir¨¢mides y monumentos al ego, debemos empezar a trabajar en red¡±.
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