Una Navidad de perros
Dicen que con la crisis han ca¨ªdo las adopciones de animales dom¨¦sticos. Aunque se permita entrar a las mascotas en el metro, las perreras est¨¢n saturadas y al borde del colapso. Como en tantas otras cosas, el destino de estos seres casi humanos tambi¨¦n nos explica el momento actual. Los perros est¨¢n tan cerca de nosotros que nuestra historia termina confundida con la suya. A mediados del siglo XIX hubo varios perros famosos que respond¨ªan al nombre de Leal, la versi¨®n aut¨®ctona era un perro pach¨®n que una noche, repeliendo a unos ladrones que hab¨ªan invadido su casa, recibi¨® una cuchillada en el cuello mientras defend¨ªa a su due?o, ambos resultaron gravemente heridos y su domicilio saqueado.
Cinco a?os m¨¢s tarde, mientras paseaban cerca de la catedral, el perro se abalanz¨® repentinamente sobre un desconocido, al que inmoviliz¨® agarr¨¢ndolo por el cuello. ?ste, creyendo estar en peligro mortal, confes¨® ante la polic¨ªa que era quien un lustro atr¨¢s hab¨ªa agredido y robado al propietario de Leal. Pero la estirpe de aquellos mastines heroicos se extingui¨®, y a finales de aquel siglo apareci¨® otra raza de perros destinados a entretener p¨²blicos de toda especie. Ese fue el caso de Mister Rassi¨¦, que en 1911 recorr¨ªa los escenarios de medio pa¨ªs con su perro Leal, al que se describ¨ªa como equilibrista, saltar¨ªn y c¨®mico. El nombre todav¨ªa conservaba parte de su antiguo esplendor, y en 1912 se estrenaba la pel¨ªcula Max y su perro Leal en el Cinemat¨®grafo Belio-Graff de la Rambla. Leal era el nombre del perro de Tom Mix en su versi¨®n espa?ola (al pobre caballo le pusieron Malacara). Pero el origen de estos canes artistas hay que situarlo a mediados del siglo XIX, con la aparici¨®n de los perros filarm¨®nicos.
El origen de estos canes artistas hay que situarlo a mediados del siglo XIX, con la aparici¨®n de los perros filarm¨®nicos
El m¨¢s famoso de estos animales mel¨®manos acud¨ªa en 1844 a todos los conciertos que se hac¨ªan en el teatro Principal y gru?¨ªa si un espectador hac¨ªa ruido, o abandonaba ruidosamente la sala si el espect¨¢culo no era de su agrado. Se hizo tan famoso que le dejaban entrar en todas partes. En una ocasi¨®n un violinista interpret¨® un vals para esta fierecilla an¨®nima, y el can emocionado le lami¨® las manos erguido sobre sus patas traseras. Se cuentan peripecias semejantes de otro mastuerzo en la d¨¦cada de 1870, que se convirti¨® en uno de los personajes m¨¢s populares de la Rambla finisecular. Se le conoc¨ªa como Don Bartolo, segu¨ªa a las bandas de m¨²sica y asist¨ªa a los conciertos p¨²blicos en la Rambla o en el Paseo de Gr¨¤cia (m¨¢s curiosa era la famosa ara?a mel¨®mana de Bruselas, que en 1886 asisti¨® a los tres conciertos del pianista ruso Anton Rubinstein sentada sobre su piano). En Madrid, en cambio, triunfaba el c¨¦lebre perro Paco, que saltaba al ruedo para atacar al toro y cuyo cad¨¢ver fue disecado en 1882 por el doctor Severini (la editorial Rivadeneira lleg¨® a publicar unas memorias autobiogr¨¢ficas tituladas Perro Paco).
Los inicios del siglo XX fueron el gran momento para los canes mel¨®manos, no hab¨ªa circo que no tuviese un n¨²mero de perrito m¨²sico que interpretara una canci¨®n. Muchos chuchos se enrolaron en grupos circenses, como el perro cantante de Mister Raphael en el Circo Col¨®n, o Mister Perreros y su animal que en 1909 ten¨ªan un gran ¨¦xito en la sala Imperio de la calle Diputaci¨®n. Entre 1921 y 1923 triunf¨® en el Paralelo la Troupe Ib¨¦rica, que en el teatro Barcelon¨¦s exhib¨ªa al perro cantante Mister Chiquit¨ªn (en esta compa?¨ªa debut¨® el gran Alady, uno de los artistas m¨¢s conocidos de la avenida). Pero en los a?os treinta la funci¨®n del perro da un giro, y los c¨¢nidos caen bajo el influjo del radicalismo pol¨ªtico. En 1936 se hac¨ªa famoso el sabueso Schimmel, un agente perruno de la polic¨ªa en el Berl¨ªn nazi que cautiv¨® la atenci¨®n de los lectores de prensa, pues ¨¦l solito hab¨ªa localizado a los autores de ocho asesinatos.
Al comenzar la guerra civil, la mascota m¨¢s querida de Barcelona era Le¨®n, el fiero perro miliciano que hac¨ªa guardia junto a su amo en el frente de Arag¨®n. Desgraciadamente, el conflicto termin¨® con la desaparici¨®n de una perrita llamada Lul¨² en la plaza Espa?a, extraviada d¨ªas antes de que entrara en Barcelona el ej¨¦rcito franquista. La posguerra signific¨® el retorno del perro m¨²sico, entonces el can m¨¢s popular de la ciudad se llamaba Marilyn, la irritante caniche alter ego de la marionetista Herta Frankel. Eran tiempos tan austeros que no daban ni para perros de verdad, y hab¨ªa que conformarse con aquel mu?eco que actuaba cada noche en el teatro C¨®mico o en el Espa?ol, convertido en una de las principales atracciones de la compa?¨ªa Los Vieneses de Artur Kaps y Franz Johan. Uno de los ¨²ltimos perros famosos fue la saga del guardabarreras de Montserrat, el de la imagen pertenece a una postal del fot¨®grafo franc¨¦s Louis Roisin. Todos los animalitos que saludaron a los viajeros del cremallera (una treintena) sujetaban un cartelito que pon¨ªa Ku-Ki (si se les echaba una moneda giraban el letrero y se pod¨ªa leer Bo-Bi). El servicio se cerr¨® en 1957 y all¨ª qued¨® el ¨²ltimo guardabarrera y su mascota, hasta que 25 a?os m¨¢s tarde ambos desaparecieron misteriosamente y jam¨¢s se les ha vuelto a ver.
En el jard¨ªn zool¨®gico hay una estatua dedicada al perro abandonado
Hoy los perros cantantes ya no son personajes populares, sino ef¨ªmeras estrellas de Youtube. En estos malos tiempos para la l¨ªrica que corren, el ¨²ltimo chucho en hacerse famoso por estas latitudes fue Scott, un pastor alem¨¢n que salt¨® a la fama en 2011. Este animalito es un agente de la polic¨ªa municipal de Barcelona, especializado en detectar droga en escuelas, institutos y mercados, y dar el chivatazo. Desde 1978, en el jard¨ªn zool¨®gico hay una estatua dedicada al perro abandonado, al animal en paro como su due?o, hoy convertida en triste reflejo del decadente sistema que nos toca vivir.
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