La corrupci¨®n institucional entierra al exconsejero valenciano Rafael Blasco
El juicio del fraude en las ayudas a la cooperaci¨®n liquida al correoso pol¨ªtico del PP
La expresi¨®n de Rafael Blasco, ocho veces consejero de la Generalitat Valenciana y hasta hace poco portavoz del PP en el Parlamento auton¨®mico, cambi¨® hacia la mitad del interrogatorio al que el fiscal le someti¨® el jueves pasado, en la tercera sesi¨®n del juicio del caso Cooperaci¨®n, el millonario desv¨ªo de ayudas al Tercer Mundo. La cara de Blasco, conocido por no perder la compostura ni en los momentos m¨¢s dif¨ªciles, se ensombreci¨® a los pocos minutos de reanudarse la vista despu¨¦s de un breve receso. Como si supiera que estaba perdido.
La confianza que el correoso pol¨ªtico del PP valenciano, ahora apartado como diputado no adscrito en el Parlamento auton¨®mico, ha tenido siempre en s¨ª mismo ha acabado precipitando su ca¨ªda. Esa seguridad le llev¨® a seguir saqueando aparentemente los fondos de cooperaci¨®n al desarrollo en 2010 y 2011, cuando era p¨²blico que la fiscal¨ªa investigaba su gesti¨®n.
¡®Caso Cooperaci¨®n¡¯
Ayuda al desarrollo. Los acusados (nueve en la pieza que se juzga ahora, 30 en toda la causa) desviaron presuntamente ocho millones de euros de proyectos de cooperaci¨®n. Lo que ahora se juzga es el desv¨ªo para comprar pisos de 1,8 millones en ayudas a Nicaragua.
Un equipo. Acompa?an a Rafael Blasco en el banquillo cinco altos cargos de la Consejer¨ªa de Solidaridad y Ciudadan¨ªa, que ¨¦l dirig¨ªa. Todos lo hab¨ªan seguido por otras consejer¨ªas y trataban con confianza al jefe de la parte civil de la trama, Augusto C¨¦sar Tauroni.
Delitos y penas. La fiscal¨ªa pide para ellos hasta 14 a?os de c¨¢rcel por malversaci¨®n, tr¨¢fico de influencias, prevaricaci¨®n, cohecho y falsedad. La propia Generalitat valenciana, personada como acusaci¨®n, pide 11 a?os de c¨¢rcel para Blasco.
Esa confianza permiti¨® que la polic¨ªa le interceptara, pese a su tendencia a hablar desde cabinas telef¨®nicas, comprometedoras conversaciones con el presunto jefe de la parte civil de la trama, Augusto C¨¦sar Tauroni. Y esa confianza facilit¨® que los agentes grabasen el escaso aprecio con el que los miembros de su supuesta banda se refer¨ªan a los pa¨ªses destinatarios de los proyectos de cooperaci¨®n que gestionaban, a los que llamaban ¡°Negrolandia¡±, as¨ª como a sus beneficiarios: ¡°Hay que dar prioridad a lo nuestro antes que a lo de los negratas¡±, se les oye decir.
La primera pieza del caso Cooperaci¨®n est¨¢ centrada en el desv¨ªo de 1,8 millones de euros que, en su mayor parte, deb¨ªan haber financiado proyectos agr¨ªcolas en Nicaragua y terminaron invertidos en pisos y plazas de garaje. El exconsejero ha intentado presentarse en el juicio como un hombre ingenuo. ¡°Yo, coraz¨®n de buen alma, di por buena la tramitaci¨®n del expediente. Nadie de la consejer¨ªa me manifest¨® que hubiera irregularidades¡±, afirm¨®.
La fiscal¨ªa ha contrastado esa imagen con evidencias de que las alarmas administrativas ante el fraude no solo sonaron, sino que Blasco presion¨® presuntamente a sus subordinados para que dieran v¨ªa libre al pago de los fondos.
Tampoco ha funcionado su intento de negar que tuviese una relaci¨®n ¡°personal, ni de amistad, ni de confianza¡±, sino meramente profesional, con Tauroni, al aportar Anticorrupci¨®n mensajes y conversaciones, mantenidas a veces a horas intempestivas o en fin de semana, en los que comentan: ¡°?nimo, que de peores hemos salido¡±. O, entre risas: ¡°Ya sabes que yo lo que quiero es acabar contigo de alcalde de Nueva York¡±.
Es dif¨ªcil, adem¨¢s, imaginar a Blasco como un incauto. La persona que m¨¢s veces ha formado parte del Gobierno valenciano fue expulsado por los socialistas en los ochenta, acusado de cobrar comisiones por recalificar terrenos. Blasco fue juzgado y absuelto despu¨¦s de que se anularan las escuchas en las que se asentaba el sumario. Pese a su historial, el expresidente valenciano y exministro Eduardo Zaplana lo recuper¨® a mediados de los noventa. Seg¨²n declar¨® hace unos d¨ªas el actual l¨ªder socialista valenciano, Ximo Puig, Zaplana lo fich¨® con el objetivo de ¡°destruir al PSPV-PSOE¡±, al que conoc¨ªa bien y que inici¨® por entonces una etapa en la oposici¨®n que dura dos d¨¦cadas.
La confianza que siempre ha exhibido ha precipitado su ca¨ªda
Blasco sabe que, pase lo que pase en el Tribunal Superior de Justicia valenciano, su carrera pol¨ªtica ha terminado. Como le ocurri¨® al expresidente Francisco Camps con el juicio de los trajes, pese a su absoluci¨®n por un jurado, pero con agravantes. La misma Generalitat pide para ¨¦l 11 a?os de c¨¢rcel. El PP lo ha expulsado de sus filas, tras mantener un pulso al presidente Alberto Fabra. Est¨¢ a punto de cumplir 70 a?os. Y tiene garantizado pasar algunos m¨¢s entrando y saliendo del juzgado.
Lo que se enjuicia estos d¨ªas es una parte del caso Cooperaci¨®n. Pero Blasco est¨¢ imputado por otros cinco delitos ¡ªmalversaci¨®n de caudales p¨²blicos, cohecho, tr¨¢fico de influencias, prevaricaci¨®n y falsedad documental¡ª en la segunda y m¨¢s amplia parte de la causa, que investiga en total el desv¨ªo de ocho millones de euros. La trama, con Blasco como supuesto ¡°director¡±, se habr¨ªa apropiado de los fondos para decenas de proyectos de cooperaci¨®n, que deb¨ªan combatir la violencia sexual contra ni?os, prevenir el sida o garantizar la seguridad alimentaria en pa¨ªses de ?frica, Am¨¦rica Latina y Asia. La pieza tambi¨¦n incluye el supuesto plan para apropiarse de cuatro millones m¨¢s que la Generalitat iba a destinar a construir un hospital en Hait¨ª, pa¨ªs devastado por el terremoto de 2010.
Todo ello con Tauroni como socio, seg¨²n la investigaci¨®n. Un empresario al que Blasco empez¨® a dar contratos como consejero en 1999 y no par¨® hasta salir del Gobierno valenciano, en 2011. Un gran defensor de la econom¨ªa de mercado que, en una presentaci¨®n de su grupo escuchada por la polic¨ªa, se congratulaba de haber desarrollado un negocio ¡°rentable en tiempos de crisis¡±.
De l¨ªnea albanesa a expulsado del PP
Rafael Blasco comparte un rasgo con Jos¨¦ Luis Olivas, expresidente de la Generalitat valenciana, de Bancaja y del Banco de Valencia: su notoriedad ha estado casi siempre por debajo de su poder.
Blasco inici¨® su carrera pol¨ªtica en la extrema izquierda, en organizaciones mao¨ªstas partidarias de la l¨ªnea albanesa de Enver Hoxa, antes de evolucionar hacia el PSPV-PSOE.Nadie ha integrado tantas veces el Gobierno valenciano. Y pocas personas han marcado tanto el rumbo de la comunidad aut¨®noma como ¨¦l, autor entre otras cosas de la ley que defini¨® el desenfrenado urbanismo valenciano. Pero nunca ha sido candidato. Siempre ha trabajado en la segunda l¨ªnea. Haci¨¦ndose imprescindible para la mayor¨ªa de presidentes.
Lo fue para el socialista Joan Lerma (1983-1995), que lo expuls¨® del Gobierno y del partido por las sombras de corrupci¨®n. Lo fue para el popular Eduardo Zaplana (1995-2002). Y para su sucesor Francisco Camps, que en su ¨²ltima etapa, asediado por su implicaci¨®n en el caso G¨¹rtel que le llevar¨ªa a dimitir en 2011, lo nombr¨® simult¨¢neamente consejero de Solidaridad (desde donde controlaba la cooperaci¨®n), consejero de Justicia y portavoz del PP en las Cortes Valencianas.
Alberto Fabra, actual presidente auton¨®mico, no lo destituy¨® como portavoz parlamentario hasta que fue imputado en el caso Cooperaci¨®n, en 2012. Y no forz¨® su salida del Grupo Popular hasta que la Abogac¨ªa de la Generalitat pidi¨® 11 a?os de c¨¢rcel para ¨¦l hace unos meses. Ahora est¨¢ en el grupo de no adscritos. Y pocos creen que vaya a dejar el esca?o, aunque sea condenado, mientras pueda recurrir.
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