Los riesgos de las primarias
La direcci¨®n del PSPV se ha fijado alcanzar una participaci¨®n que se acerque a los 30.000 sufragios
Los socialistas valencianos han iniciado un camino que se les har¨¢ sin duda largo, que ser¨¢ tortuoso y sin ninguna garant¨ªa de poder concluirlo con ¨¦xito. Su decisi¨®n de ser los primeros en toda Espa?a en celebrar unas primarias abiertas a la sociedad est¨¢ llena de riesgos, entre los cuales no es el menor saber que, a medida que el proceso avance, las miradas de todos sus compa?eros del resto del PSOE van a estar puestos sobre ellos. El PSPV se ha convertido en la avanzadilla de un experimento de cuyo resultado final no pocos desconf¨ªan, especialmente en el seno de su propia organizaci¨®n. En ese sentido, son el conejillo de indias de un ensayo. Y no de laboratorio, precisamente.
El mayor de los riesgos que afrontan es el de no conseguir una participaci¨®n razonable. Los socialistas tienen alrededor de 16.000 militantes en la Comunidad Valenciana. Solo imaginar que los votos emitidos no alcanzan esa cantidad pone los pelos de punta a m¨¢s de un dirigente del PSPV. El fracaso ser¨ªa absoluto. M¨¢s que desconexi¨®n, se constatar¨ªa el abismo abierto con la sociedad, am¨¦n de convertirse en el hazmerre¨ªr del resto de formaciones pol¨ªticas. La direcci¨®n del PSPV se ha fijado como objetivo alcanzar una participaci¨®n global, entre militantes y simpatizantes, que se acerque a los 30.000 sufragios. No es una cantidad como para echar las campanas al vuelo; pero en un partido tan anquilosado y tan carente de pulso interno, no es una cifra despreciable.
Unas primarias siempre comportan el peligro de trasladar a los ciudadanos la imagen de divisi¨®n de la organizaci¨®n. Es un escollo inevitable. El PP ya est¨¢ hurgando en esa herida, como no pod¨ªa ser de otra manera en un partido tan vertical como el de los populares en el que, ni por asomo, se plantean primarias, ni internas, ni nada que no sea otra cosa que el ¡°dedazo¡± del jefe de turno. Pero al PSPV no le queda otra. Los candidatos deben ir a las primarias, confrontar ideas y someterse al escrutinio de sus votantes. Es de las pocas iniciativas que les quedan para intentar resintonizar con un electorado ¡ªel suyo¡ª del que cada vez est¨¢n m¨¢s alejados.
El tercer riesgo es una consecuencia de este segundo. La tentaci¨®n de los candidatos del PSPV de rehuir el debate de las ideas para centrarse en la cr¨ªtica al PP o, a¨²n peor, acomodarse en un discurso insustancial sobre la renovaci¨®n generacional, tan de moda entre el socialismo valenciano en los ¨²ltimos lustros, puede desenganchar de la participaci¨®n a no pocos potenciales simpatizantes del proceso. En la medida que se habla de primarias abiertas y no de internas, los sujetos del mensaje deben ser no solo los militantes, sino, y muy especialmente, los ciudadanos. Y los ciudadanos exigen respuestas concretas a problemas muy concretos. En un art¨ªculo reciente, Soledad Gallego nos alertaba sobre el peligro de la ilusi¨®n, que es, como ella recordaba citando el Diccionario de la Real Academia ¡°imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad¡±.
El debate entre los candidatos no deber¨ªa estar pre?ado de ilusiones o de inanes debates sobre qui¨¦n es el m¨¢s joven o el m¨¢s veterano. Al contrario, los ciudadanos, los potenciales votantes de quien surja como candidato socialista a la presidencia de la Generalitat lo que quieren saber, lo que queremos saber, es c¨®mo van a hacer frente a la inmensa deuda auton¨®mica (30.000 millones), c¨®mo van a gestionar los restos del Estado del bienestar que deje el PP en sanidad y educaci¨®n, c¨®mo y con qu¨¦ dinero se van a incentivar las ayudas a la peque?a y mediana empresa, cu¨¢l es su proyecto para acabar con la marginaci¨®n de la Comunidad Valenciana en materia de financiaci¨®n auton¨®mica, si son partidarios, o no, de aprobar una quita para que las finanzas de la Generalitat pudieran respirar mejor¡ Y as¨ª. En tanto que son primarias abiertas a la sociedad, ser¨ªa conveniente que los candidatos socialistas atendieran algo m¨¢s a los ciudadanos y se preocuparan un poco menos de sus militantes. Y si tienen que hablar de todo lo que he citado anteriormente, no estar¨ªa de m¨¢s que prestaran un poco de atenci¨®n a las palabras del exconsejero socialista Andr¨¦s Garc¨ªa Reche cuando aconseja derribar el muro de las lamentaciones, situando los problemas encima de la mesa para ponerse todos a trabajar, pero, como dice, ¡°por favor, esta vez en la direcci¨®n correcta¡ Si fueran tan amables¡±.
Hay muchos m¨¢s riesgos, claro est¨¢. Pero no quisiera dejar de advertir sobre este: las tentaciones del aparato de utilizar toda su maquinaria en beneficio del candidato oficial. De maniobras en la oscuridad, los socialistas saben mucho. Estar¨ªa bien que, ya que estrenan el proceso, inauguren tambi¨¦n nuevas formas y practiquen la transparencia, la generosidad y favorezcan el fair play entre los participantes sin, como en tantas y tantas ocasiones, poner palos en las ruedas del aspirante, negarle los censos, racanearle los medios econ¨®micos o dificultarle el acceso a los locales en los que quiera explicar su propuesta. Ser¨ªa buena cosa que el aparato respetara a los ciudadanos y a sus militantes. Siempre hay una primera vez para todo.
El experimento, por mucho cuidado que se lleve, no va estar exento de problemas, errores y alguna que otra metedura de pata. No se aprende a caminar sin caerse y darse m¨¢s de un coscorr¨®n. Y los socialistas est¨¢n aprendiendo a caminar. Y cuando se est¨¢ en esa fase, no son pocos los que se r¨ªen a costa de los infantes. En el PP su secretario general, Seraf¨ªn Castellano, ya les envi¨® el primer recado: ¡°Est¨¢n m¨¢s pendientes de su ombligo y de sus peleas internas que de estar con las personas¡±. No sorprende que lo diga. Es su trabajo. Pero no parece que sea el m¨¢s indicado para decirlo quien est¨¢ malmetiendo en el PP de Alicante, alimentando peleas internas, desestabilizando la ya bastante inestable organizaci¨®n provincial de los populares, con la inestimable ayuda de los restos del zaplanismo ¡ª?en qu¨¦ andar¨¢ Eduardo Zaplana, convertido ahora en embajador de lujo de Alberto Fabra en la Villa y Corte?¡ª y seg¨¢ndole la hierba bajo los pies al vicepresidente del Consell, Jos¨¦ Ciscar.
Y sobre perturbaciones. En el Palau de la Generalitat, Alberto Fabra tiene con su secretaria auton¨®mica de Presidencia un problema real y otro de imagen. Te¨®ricamente ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil resolver el primero que el segundo. La capacidad de Esther Pastor para desestabilizar el partido y el Consell; ese es un problema real. Lo de las facturas de las habitaciones de hotel y de compras para el Palau es de imagen. Si Fabra soluciona el primero, acabar¨¢ con el segundo. Desgraciadamente, van unidos.
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