Pompas (f¨²nebres) de la burbuja inmobiliaria

Detr¨¢s de toda burbuja, hay un Pep Bou soplando. La inmobiliaria no se hubiera inflado como se infl¨® a finales de los noventa de haber mantenido el Gobierno de Aznar las deducciones al alquiler y las exenciones a la tributaci¨®n del ahorro colocado en fondos de inversi¨®n, y de no haber tirado el Banco de Espa?a los tipos de inter¨¦s del 9% al 3% en tres a?os. Ejecuci¨®n hipotecaria, afortunado debut teatral del guionista Miguel ?ngel S¨¢nchez, es un thriller airado, tejido en torno a la especulaci¨®n, el drama de 581.000 familias espa?olas atrapadas en pisos que valen menos de lo que adeudan por ellos y la tragedia de los desahucios.

El autor madrile?o traslada a nuestro pa¨ªs acontecimientos sucedidos en Alemania en 2012, cuando una comisi¨®n judicial intent¨® proceder al desalojo domiciliario de un parado, que se lo puso dif¨ªcil. El comienzo y el final de la obra son los del suceso: lo que pasa entremedias, durante la violenta hora y media de entrevista que mantienen Carlos Moreno, propietario en situaci¨®n de impago; el secretario judicial, su ayudante, la abogada del banco, un agente policial y Hugo, cerrajero pillado entre dos fuegos, es invenci¨®n pura, pero extremadamente veros¨ªmil.

Tras un pr¨®logo tan breve como necesario para plantear una situaci¨®n cuyos pormenores conviene no desvelar, S¨¢nchez lleva a sus personajes directamente a un conflicto donde los enreda progresivamente hasta la asfixia final, salvo durante dos retrospecciones que hacen palpable el contraste entre el Carlos trabajador y amante devoto y el ¨¢ngel vengador en el que se transfigura cuando llegan los miembros de la comisi¨®n. ¡°?Sab¨¦is cu¨¢l es la ¨²nica diferencia trascendente entre vosotros y yo?¡±, les espeta: ¡°Que ten¨¦is trabajo¡±.

Para sostener sin desmayo dram¨¢tico el conflicto, hace falta un elenco kamikaze. Adolfo Fern¨¢ndez, coproductor y director del espect¨¢culo, lo ha encontrado en casa (casi todos sus actores estaban ya en Naturaleza muerta en una cuneta o en montajes suyos anteriores), salvo al protagonista. Susana Abaitua, Ismael Mart¨ªnez, Rafa Mart¨ªn y el propio Fern¨¢ndez imprimen cotidianidad a sus personajes, los sumergen en un clima extremadamente tenso sin acusarlo ellos y dicen con teatralidad bien gradada un texto coloquial, sin deslizarse nunca en el costumbrismo ni en el realismo televisivo.

Sonia Almarcha se biloca sutil pero rotundamente en dos papeles antag¨®nicos, que el autor y la imaginaci¨®n de Carlos est¨¢n a punto de hacer converger, y Juan Codina imprime al hombre entre la espada y la pared una dignidad magn¨¦tica, una honestidad oscura, serena desesperaci¨®n y una punta de locura imprevisible. ?l es el catalizador oportuno de un espect¨¢culo radical.