Un rector que nos meta ca?a
Estas elecciones est¨¢n marcadas por un cierto enroque defensivo
La Universitat de Val¨¨ncia est¨¢ inmersa ya en el proceso de elecci¨®n del rector que estar¨¢ al frente de la instituci¨®n durante los pr¨®ximos cuatro a?os. Unos a?os que van a ser tanto o m¨¢s duros para la Universidad espa?ola, esto es, para quienes son sus integrantes, tanto personal como alumnos, como los que se acaban. Quiz¨¢s por esta raz¨®n estas elecciones est¨¢n marcadas por un cierto enroque defensivo de la comunidad frente a lo que se perciben (con bastante raz¨®n) como agresiones externas poco justificadas adem¨¢s de abiertamente perjudiciales para la sociedad en su conjunto. Sin necesidad de entrar en detalles, las pretensiones del Gobierno de hacer recaer m¨¢s y m¨¢s costes en el reparto de cargas derivadas de la crisis sobre los estudiantes menos favorecidos; junto con una Generalitat que incumple reiteradamente sus obligaciones de financiaci¨®n para con los centros de ense?anza superior y el agresivo comportamiento del Gobierno del Estado contra los profesores, sobre todo los m¨¢s j¨®venes, impidiendo de forma caprichosa su estabilizaci¨®n laboral, constituyen un c¨®ctel explosivo que puede explotar en cualquier momento.
Esta situaci¨®n va a provocar que el debate entre los dos candidatos est¨¦ llamado a ser poco enriquecedor, pues no son de esperar grandes diferencias en sus posiciones: hacer frente a la situaci¨®n defendiendo a los miembros de la comunidad universitaria, y muy especialmente a los m¨¢s d¨¦biles (estudiantes con menos recursos, profesorado en formaci¨®n), con todos los recursos de que disponga la instituci¨®n, incluyendo, como hasta la fecha, la oposici¨®n jur¨ªdica a lo que viene impuesto desde los gobiernos central y auton¨®mico, a la espera de que los jueces sean sensatos en apreciar m¨¢rgenes de flexibilidad para autoorganizarse a la Universitat. ?Para algo tiene reconocida capacidad para gestionar sus recursos con autonom¨ªa?
As¨ª, la elecci¨®n, a igual programa, queda reducida a valorar la personalidad, talante, fiabilidad, credibilidad¡ de los candidatos. Es una pena. Y no deber¨ªa ser inevitable. Porque esta tendencia, que se da tambi¨¦n en momentos menos cr¨ªticos y en todas las universidades, refleja, tambi¨¦n, un alto grado de conservadurismo, una visi¨®n de la gesti¨®n de la ense?anza superior, fundamentalmente, como la m¨¢s eficaz defensa de los intereses del claustro y un peligroso (e interesado) sesgo que hace obviar los muchos problemas que son consecuencia de malas (o miopes) pr¨¢cticas que nos son achacables, sobre todo, a los profesores.
Personalmente, y tambi¨¦n por la pragm¨¢tica raz¨®n de que como no lo elijamos as¨ª al final nos los van a elegir desde fuera, creo que la Universidad necesita, ahora m¨¢s que nunca, no s¨®lo un rector que nos defienda sino tambi¨¦n, a la vez, uno que nos meta ca?a, mucha ca?a, por muchas de las cosas que a veces hacemos mal (si damos mal las clases, cuando trabajamos demasiado orientados por intereses adicionales espurios o no respetando las incompatibilidades, caso de obviar los intereses p¨²blicos en beneficio de los privados en la elaboraci¨®n de la oferta, por utilizar los recursos de que disponemos de manera manifiestamente mejorable¡) y que contara para ello con nuestro apoyo. Lamentablemente, me temo que en nuestro ejercicio de la autonom¨ªa universitaria, sin embargo, no hemos llegado todav¨ªa a ese grado de madurez. Pero ya va siendo hora.
@Andres_Boix blog en http://blogs.elpais.com/no-se-trata-de-hacer-leer/
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