Necesario
Juan Mayorga ilustra con su versi¨®n clara y fluida de 'Un enemigo del pueblo' de Ibsen
Decir oportuno es quedarse corto. Lo que Ibsen expuso en Un enemigo del pueblo en 1882 se corresponde tanto con lo que vamos viviendo a cada momento pol¨ªtico, especialmente el actual, que su divulgaci¨®n y conocimiento deber¨ªan ser obligatorios para superar los estudios de secundaria, por ejemplo; eso s¨ª ser¨ªa una reforma educativa. M¨¢s all¨¢ de cualquier montaje. Y el de Miguel del Arco, a partir de una nueva versi¨®n firmada por Juan Mayorga y ¨¦l mismo, una versi¨®n clara y fluida, es cuando menos did¨¢ctico: ilustra perfectamente los distintos intereses econ¨®micos que impulsan las sociedades de ayer, de hoy y de siempre con ritmo y tensi¨®n, y sus dos horas y algo de duraci¨®n sin pausas se siguen sin que nos demos cuenta.
UN ENEMIC DEL POBLE
De Henrik Ibsen. Versi¨®n: Juan Mayorga y Miguel del Arco. Traducci¨®n: Cristina Genebat. Direcci¨®n: Miguel del Arco. Int¨¦rpretes principales: Blanca Apil¨¢nez, Pere Arquillu¨¦, Roger Casamajor, Pablo Derqui, Miquel Gelabert, M¨®nica L¨®pez, Jordi Mart¨ªnez, Andrea Ros. Teatre Lliure de Montju?c, Barcelona. Hasta el 16 de febrero.
Ibsen denunci¨® los mecanismos de corrupci¨®n de la pol¨ªtica, los intereses particulares y econ¨®micos que encierra el concepto de ¡°bien com¨²n¡±; se?al¨® el poder de los medios de comunicaci¨®n, la manipulaci¨®n que ejercen y a la que son sometidos; cuestion¨® la democracia e incluso el idealismo de su protagonista: el Dr. Thomas Stockmann, el m¨¦dico que pierde la confianza y el apoyo de sus vecinos, tras descubrir y querer dar a conocer que las aguas del balneario, principal fuente de ingresos del pueblo, est¨¢n contaminadas; el alcalde, que tambi¨¦n es su hermano, manipula la situaci¨®n para poner a la prensa y a los habitantes en su contra, hasta conseguir que todos acaben consider¨¢ndole su enemigo.
La propuesta de Del Arco parece destinada a que todo eso quede muy claro, ya desde el mismo espacio esc¨¦nico, y que puede que resulte un tanto obvio, pero funciona y ofrece im¨¢genes potentes: un enorme sumidero que recoge las aguas residuales de unos gruesos colectores, y que tan pronto es el sal¨®n de los Stockmann, como el despacho del periodista Hovstad, o el local que acoge la asamblea ciudadana, la gran baza del montaje. Y es que en esta escena, el director madrile?o involucra a todos los espectadores situando en el patio de butacas a varios personajes, ciudadanos que animan y jalean las intervenciones de los interesados en el asunto, tensando al m¨¢ximo las distintas posiciones. El trabajo de los int¨¦rpretes se ajusta a esa claridad sin duplicidades, aunque en ocasiones se echan de menos; incluso las canciones insertadas, y cuyas letras han sido elaboradas a partir de textos po¨¦ticos del autor, sorprenden de entrada, pero acaban trabando el conjunto.
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