La catedral de Santiago hace agua
El cabildo avisa de que la bas¨ªlica ¡°ha colapsado¡± El templo se cubre de lonas mientras se estanca la campa?a de recaudaci¨®n para las obras
Bajo la cornisa de la catedral ha prosperado un jard¨ªn silvestre lozano y robusto. La capa de musgo y un herbazal que ya alcanza la categor¨ªa de aut¨®ctono han aupado 20 cent¨ªmetros unas piedras que pesan toneladas. La semana pasada, en la esquina que mira a Fonseca, se sustituy¨® una g¨¢rgola de 300 kilos, rota por el br¨ªo de las plantas. Tambi¨¦n hubo que reparar cuatro pin¨¢culos, m¨¢s o menos del mismo peso, que fueron los que, a principios de verano dieron la voz de alarma. Un arquitecto municipal que pasaba a diario por all¨ª se dio cuenta de que uno de estos remates ¡°cimbreaba¡±, a riesgo de desplomarse sobre la gente de la calle. Pero mientras se tapa esta brecha, a la bas¨ªlica compostelana se le abren a diario nuevas v¨ªas de agua. No es algo nuevo, aunque estos d¨ªas la prensa haya retratado por primera vez los cubos en el suelo recogiendo las goteras. Hace al menos cinco a?os que esta escena se repite.
Ahora, las goteras est¨¢n en la capilla del Cristo de Burgos. Antes, en la del Pilar, hasta que en Navidad se decidi¨® ponerle chubasquero: una lona azul, que se ve desde la ciudad y desentona con todo. Aunque esto no evita que las gotas, con una cadencia de segundos, caigan desde las ventanas redondas que hay un poco m¨¢s abajo. En el suelo se ha formado un gran charco, y un cartel amarillo avisa a los visitantes del riesgo de resbalones. Tambi¨¦n ha llovido este invierno justo encima de la trompeter¨ªa del ¨®rgano. Y el claustro medieval (que se conserva oculto bajo los cimientos del renacentista que recorri¨® Manolo, el electricista, para llegar al C¨®dice) est¨¢ inundado y uno solo puede internarse en ¨¦l con botas de pescador.
¡°Esta casa ha colapsado¡±, asegura que avis¨® ya en 2011, sin que ¡°nadie¡± le hiciese ¡°caso¡±, Daniel Lorenzo, p¨¢rroco de Bugallido (Ames), que ascendi¨® a can¨®nigo fabriquero (responsable de las obras y el mantenimiento) y despu¨¦s a director de la Fundaci¨®n Catedral. Esta instituci¨®n es la que promueve desde dentro un plan a una d¨¦cada para conservar y restaurar la mole consagrada hace 800 a?os. La catedral, el m¨¢s universal de los monumentos de Galicia, es un viejo gale¨®n a la deriva, un anciano achacoso que sufre en sus huesos la lluvia y el fr¨ªo y no soporta los cambios de temperatura. Los frescos de la Capilla de San Pedro estaban cubiertos de cal, y se destaparon y restauraron en 1999. La humedad, que en zonas de la catedral desprende un olor penetrante a moho y a podrido, ya ha vuelto a comerse las pinturas. Apenas se distinguen las caras ennegrecidas de los santos. Las figuras aparecen cubiertas de un hongo aterciopelado. M¨¢s que frescos, parecen tapices.
Muy cerca, en torno al Sepulcro y en El Pilar, el agua ha corro¨ªdo los m¨¢rmoles, jaspes de varios colores tra¨ªdos de canteras cercanas a Lisboa. Ya durante el siglo XX, se opt¨® por la soluci¨®n m¨¢s barata para disimular los trozos ca¨ªdos: yeso y pintura imitando el dibujo del m¨¢rmol. En la Capilla Mayor, las pinturas en lapisl¨¢zuli y oro a¨²n eran visibles hace 30 a?os. Ahora la b¨®veda es negra. En su momento, se pint¨® con colores al ¨®leo, y ahora, todos los a?os, al llegar la primavera ¡°nieva¡±, describe el fabriquero. Son los ¡°jabones¡± que se han formado durante el invierno con el agua de la lluvia y el aceite. Estas escamas caen al altar, y llevan adheridos los pigmentos que se van perdiendo.
A lo largo y ancho de los brazos del crucero, en el techo el a?o pasado se instal¨® una red para evitar peligros a las miles de personas que llegan a entrar cada d¨ªa. Se precipitan desde el cielo l¨¢minas de mortero que alcanzan, seg¨²n el responsable, ¡°el tama?o de un folio¡±. Alguno de los cascotes cay¨® en plena ceremonia. Ahora la malla, imperceptible, retiene el vuelo de los meteoros. Todo es consecuencia de lo mismo: la humedad y la falta de ventilaci¨®n de un edificio que no respira, y que adem¨¢s est¨¢ envuelto en un relicario barroco que filtra por todas partes. Los encuentros arquitect¨®nicos entre las partes de factura rom¨¢nica y las que vinieron despu¨¦s, con todo su adorno, no siempre fueron bien resueltos y son canales para el agua. Aunque la mayor¨ªa de ellas no sean visibles porque est¨¢n sobre las cubiertas, varias lonas transpirables sirven de gabardina en puntos cr¨ªticos durante el invierno m¨¢s duro en mucho tiempo. Y as¨ª ser¨¢, en adelante, mientras no se arreglen los tejados y no se retire la capa de hormig¨®n que, desde los a?os cuarenta, se fue echando sobre la seo hasta ahogarla.
Visita con fauna incluida
El plan director para ejecutar todas las obras que devolver¨ªan el esplendor perdido a la catedral est¨¢ cifrado en 30 millones. De estos, cuatro ser¨ªan para sustituir ¡°de la punta al rabo¡±, en palabras de Lorenzo, el hormig¨®n que la iglesia no asimila por materiales acordes con las t¨¦cnicas del rom¨¢nico y el barroco. El can¨®nigo no se cansa de defender que lo que recaudan en el cepillo solo da para el d¨ªa a d¨ªa: ¡°Mantener la catedral abierta y pagar la seguridad nos cuesta dos millones al a?o¡±, asegura. Pero mientras cuenta esto, atravesando el claustro renacentista, muestra unas piedras sueltas en el suelo, sobre las tumbas encharcadas que llenan el corredor. Son problemas nuevos que van surgiendo: fragmentos del friso y de los nervios de las b¨®vedas, tratados por error con ceras hace a?os. Nuevamente, la piedra no transpira y se est¨¢ deshaciendo. En el otro ¨¢ngulo, paredes y suelo est¨¢n ciscados de excrementos de p¨¢jaro. Es una colonia numerosa y valiosa de aviones roqueros, que en Santiago han elegido vivir en la catedral. Un grupo de ornit¨®logos acaba de pedir al fabriquero que no los eche. Y est¨¢ decidido. Incluir¨¢ los avistamientos al atardecer en las visitas guiadas.
Buena parte de las desgracias del templo son consecuencia de estas intervenciones, parches sucesivos aplicados durante m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, hasta que se cay¨® en la cuenta de que el cemento era culpable del deterioro galopante. La Iglesia dice que no tiene dinero para atajar este problema, pero hoy las obras se consideran urgentes. Pueden pasar a?os porque hacen falta cuatro millones. Las algas, los l¨ªquenes y toda la vegetaci¨®n que coloniza el edificio produce nitratos; el cemento, sales; y esta suma ha reventado y pulverizado el granito, abriendo adem¨¢s nuevos cauces para el agua, que penetra siguiendo estos cursos por las cubiertas y empapa elementos ¨²nicos, como el P¨®rtico. Toda esa humedad que entra no sale ni se seca, por falta de ventilaci¨®n. Gran parte de las ventanas fueron cegadas o se sustituyeron en el siglo XX por otras que no son practicables. A¨²n vive el herrero de Madrid al que se le encargaron los ventanales de bronce de la fachada del Obradoiro. Ahora se planea cambiarlos por otros que se puedan abrir. Esto, con cargo a un dinero que intenta recaudar desde el a?o pasado la Fundaci¨®n a trav¨¦s de una campa?a de micromecenazgo. La restauraci¨®n de las torres, que ya ha comenzado y debe terminarse antes de 2015, costar¨¢ dos millones que van a pagar el Consorcio de Santiago y la catedral.
El cuerpo central, sin embargo, no tiene garantizada la obra. Est¨¢ presupuestada en 1,7 millones, y de momento, a trav¨¦s del crowdfunding, se han cosechado poco m¨¢s de 181.600 euros. Desde la semana en que salieron decenas de noticias sobre las goteras, los donativos solo sumaron unos cien euros. En esto, la Iglesia no est¨¢ teniendo suerte: Lorenzo lo atribuye a la crisis, pero es probable que tambi¨¦n pese sobre el templo, como la propia plancha de cemento, el esc¨¢ndalo del C¨®dice y esos fajos procedentes del cepillo que sal¨ªan sin control, d¨ªa tras d¨ªa, en alg¨²n bolsillo sin que nadie lo denunciase.
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