Con Espa?a o adversarios
El aislamiento internacional con que amenaza Margallo implica convertir a espa?oles y catalanes en enemigos
Una de las obligaciones de todo gobierno es prever la tercera o cuarta derivada de las apuestas pol¨ªticas de envergadura y desde luego eso es lo que parece pensar el Gobierno del presidente Mariano Rajoy cuando ha elegido al ministro de Asuntos Exteriores en uno de sus m¨¢s cualificados peones en el conflicto catal¨¢n, en su batalla con el Gobierno de Artur Mas para impedirle que convoque una consulta sobre el futuro pol¨ªtico de Catalu?a.
A juzgar por lo que se ha visto en los ¨²ltimos meses, el ministro de Exteriores, Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Margallo, no ha sido solamente el encargado de dar la batalla en el marco de las instituciones europeas e internacionales para evitar que Artur Mas reciba apoyos del exterior. Tambi¨¦n ha sido el encargado de prefigurar ante el electorado catal¨¢n el desastroso fracaso que una eventual declaraci¨®n unilateral de independencia de Catalu?a obtendr¨ªa en el contexto internacional.
Una declaraci¨®n de este tipo no es el objetivo declarado por el Gobierno de CiU, pero s¨ª es una de las opciones acariciadas por sus aliados de Esquerra Republicana (ERC) y por el movimiento independentista. De ah¨ª que no carezca de l¨®gica que el ministro se adelante a ella. El escenario dibujado por Garc¨ªa Margallo, si se diera esa eventualidad, es el de una Catalu?a aislada por d¨¦cadas en el escenario europeo, fuera de la eurozona, sin acceso a los mercados financieros europeos e internacionales. Y, por lo tanto, abocada a la quiebra econ¨®mica con todas sus secuelas de empobrecimiento: p¨¦rdida de mercados, de los beneficios de la Seguridad Social, pensiones, etc¨¦tera.
Calamitosas previsiones de este tipo pueden ser perfectamente plausibles en el momento en que se formulan. Pero como que su pretensi¨®n no es simplemente la de describir hip¨®tesis para ma?ana sino la de provocar hoy el desistimiento de una de las partes en conflicto, ponen el foco en el desastre econ¨®mico al que arrastrar¨ªa a la sociedad catalana. En la otra parte, la del soberanismo, otros agentes formulan otro tipo de previsiones, alejadas de las cat¨¢strofes.
?Qu¨¦ motivos tienen la UE y la mayor¨ªa de los estados que la componen para no reconocer un estado catal¨¢n? B¨¢sicamente uno: que Espa?a se lo requiera
Pero una cosa es prever el futuro y otra fabricarlo. En los planteamientos de Garc¨ªa Margallo y, en general, en el argumentario del Gobierno espa?ol y del PP en contra de la apuesta soberanista de Artur Mas hay un aspecto subyacente digno de particular atenci¨®n, porque ilustra acerca de las causas profundas de la crisis del modelo constitucional y, m¨¢s a¨²n, del concepto de Espa?a realmente manejado en ella. Es el siguiente: Si el presidente Mas pudiera llevar a cabo la declaraci¨®n de independencia a la que le empujan sus aliados, eso significar¨ªa que el Gobierno de Espa?a habr¨ªa optado por no impedirla previamente con los instrumentos legales y jurisdiccionales a su alcance, en contra de lo que la vicepresidenta Soraya S¨¢ez de Santamar¨ªa suele asegurar que suceder¨¢ si Mas da el paso.
Puestos a prever primeras, segundas y terceras derivadas, ?qu¨¦ es m¨¢s veros¨ªmil, llegar al escenario de una intervenci¨®n de la Generalitat por el Gobierno de Rajoy, como reclama parte de la opini¨®n p¨²blica espa?ola y sugieren las advertencias de la vicepresidenta? ?O llegar a los hechos consumados que implica el escenario descrito por Garc¨ªa Margallo?
El objetivo de este art¨ªculo no es prever qu¨¦ va a suceder. Es se?alar que, hasta ahora, las alternativas y los argumentos utilizados por el Gobierno de Rajoy garantizan que el Gobierno de Espa?a estar¨¢ desde luego en contra la independencia de Catalu?a sobre el terreno y, adem¨¢s, se convertir¨¢ en su ac¨¦rrima enemiga en el escenario internacional. Porque, ?qu¨¦ motivos tienen la Uni¨®n Europea y la mayor¨ªa de los estados que la componen para no reconocer un estado catal¨¢n? B¨¢sicamente uno: que Espa?a se lo requiera.
Una eventual independencia de Catalu?a les gustar¨¢ m¨¢s o menos, pero la UE que aspira a atraer a Ucrania, que ha incorporado unos estados surgidos de las guerras balc¨¢nicas y negocia la adhesi¨®n de los dem¨¢s, la que absorbi¨® como europeos a los alemanes de la RDA y a estados que formaban la zona de influencia de Rusia como Polonia y las rep¨²blicas b¨¢lticas, no podr¨ªa dejar de considerar como europeos a los ciudadanos de una Catalu?a que ya forma parte de la Uni¨®n, salvo que renegara de sus principios. Si se opusiera a ello, ser¨ªa solo por exigencia de Espa?a. Pero este supuesto, que es el que maneja Garc¨ªa Margallo, configura un p¨¦simo modelo de relaci¨®n futura entre Catalu?a y Espa?a sea cual sea el desenlace de este envite. Viene a decir algo as¨ª: O est¨¢is en Espa?a o ser¨¦is tratados como sus enemigos.
La verdad es que la amistad que amenaza convertirse en enemistad si surge un conflicto no se presenta como una relaci¨®n positiva, atractiva, enriquecedora desde el punto de vista human¨ªstico, social, cultural, nacional. M¨¢s bien parece una relaci¨®n basada en la fuerza, la imposici¨®n, la sumisi¨®n. Y as¨ª es como una cuarta o quinta derivada del argumentarlo de Garc¨ªa Margallo es que provoca repel¨²s en por lo menos una parte de la ciudadan¨ªa catalana que, sin ser independentista, advierte en estos tiempos, no sin perplejidad, que la Espa?a que se le ofrece como alternativa al Estado catal¨¢n, tambi¨¦n le disgusta y tampoco le interesa. Malos tiempos para la l¨ªrica.
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