?Reivindicar o ser?
La novedad en los movimientos sociales es que no esperan a ser atendidos por los poderes p¨²blicos, simplemente act¨²an
Los movimientos sociales est¨¢n extendiendo su esfera de actuaci¨®n. En los ¨²ltimos tiempos estamos viendo la emergencia de grupos que afirman "ser" (Som Energia, Som lo que Sembrem, Som Escola, Som Connexi¨®,...), cuando antes predominaban los ¡°Volem¡± y los ¡°Salvem¡±. Algo est¨¢ cambiando. Sin abandonar la reivindicaci¨®n, sin dejar de expresar la clara voluntad de incidencia en las instituciones y la resistencia u oposici¨®n a lo que consideran injusto, empiezan a dar un paso m¨¢s: quieren ser, quieren hacer directamente, sin intermediarios. Y muchas veces asumen la condici¨®n de cooperativas, uni¨¦ndose a la Xarxa d'Economia Solid¨¤ria (www.xes.cat).
La novedad es que no esperan a ser atendidos por los poderes p¨²blicos, act¨²an. Sabemos que el proceso de democratizaci¨®n del Estado liberal estuvo plagado de reivindicaciones sociales. Unas reivindicaciones destinadas tanto a conseguir que los poderes p¨²blicos atendieran una gran diversidad de demandas destinadas a mejorar tanto las condiciones de vida como a tener m¨¢s influencia popular en un sistema de decisiones p¨²blicas en el que solo unos pocos pod¨ªan votar e influir.
En el siglo XX se consigui¨® el sufragio universal, y en Europa, tras la derrota del fascismo, el pacto subsiguiente consagr¨® un conjunto de derechos b¨¢sicos, sustentado en una pol¨ªtica fiscal de car¨¢cter progresivo y unas pol¨ªticas sociales con finalidades redistributivas. Como refleja el magn¨ªfico documental de Ken Loach, El esp¨ªritu del 45, el problema surgi¨® cuando la ciudadan¨ªa, decisiva en la consecuci¨®n de ese gran proceso de democratizaci¨®n en las reglas de juego (sufragio universal y pluralidad de partidos) y en los valores (igualdad y justicia social), consider¨® que la batalla estaba ganada y que a partir de aquel momento, el Estado y sus ¡°delegados¡± en el poder (cargos electos, servidores p¨²blicos), se ocupar¨ªan de la buena administraci¨®n del sistema.
La desmovilizaci¨®n ciudadana debilit¨® decisivamente las bases en que se hab¨ªa fundamentado ese gran cambio. Y la globalizaci¨®n y la financiarizaci¨®n econ¨®mica, con los impactos evidentes en las capacidades fiscales de los poderes p¨²blicos y su captura por endeudamiento, ha hecho el resto.
En estos a?os, esta progresiva erosi¨®n de las bases legitimadoras de la democracia por su alejamiento de sus valores fundacionales (igualdad, justicia social, control popular de las decisiones), tuvo su respuesta en grandes movilizaciones sociales. La participaci¨®n ciudadana se concentr¨® en defender lo que se hab¨ªa conseguido. En evitar que las decisiones que se fueran tomando en el plano legislativo o desde la acci¨®n de los poderes p¨²blicos implicaran p¨¦rdida de derechos y de protagonismo popular. La pol¨ªtica institucional era el espacio al que se dirig¨ªan las protestas, las acciones reivindicativas.
Lo que est¨¢ sucediendo ahora es que, sin dejar de mantener la presi¨®n sobre las instituciones y los partidos que las gobiernan, los movimientos sociales, la acci¨®n popular, se han ido dando cuenta que han de complementar esa labor con la capacidad de poner en pie estructuras institucionales propias. No se trata solo de incidir y resistir, sino tambi¨¦n de disentir construyendo alternativa. Demostrar, con ese ¡°¨¦xodo¡± de las instituciones, que no todo va a encontrar soluci¨®n en y desde la acci¨®n de los poderes p¨²blicos constituidos.
Sabemos que lo legal y lo leg¨ªtimo no siempre coinciden. Y dir¨ªamos que la tensi¨®n de los ¨²ltimos a?os ha ido acrecentando las posibles divergencias. Tenemos cada vez m¨¢s ejemplos de desobediencia civil ante atropellos institucionales. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ha puesto encima de la mesa muchos ejemplos de combinaci¨®n de acciones legales con acciones que expresaban de manera pac¨ªfica el desacuerdo con lo que legalmente estaba establecido y que iban adquiriendo a ojos de la ciudadan¨ªa una creciente legitimidad.
Estas ¨²ltimas semanas, la movilizaci¨®n de ¡°Stop Subidas¡± ha ido incrementando sus capacidades, demostrando que las resistencias de la gente en aspectos que afectan directamente su subsistencia tienen ahora un gran potencial movilizador. Temas como energ¨ªa, alimentaci¨®n, educaci¨®n, sanidad, y cada vez m¨¢s, el derecho a Internet, se muestran como espacios en los que la organizaci¨®n social, combinada con pr¨¢cticas de reivindicaciones frente a los poderes p¨²blicos y con capacidad de construcci¨®n de espacios propios en los que demostrar que existen otras formas de plantear soluciones a temas vitales b¨¢sicos, tienen un notable recorrido por delante. Lo que a¨²n falta es la capacidad de articular de manera trasversal ese conjunto de expresiones de rechazo a lo que ocurre y de construcci¨®n de alternativas propias y viables. Pero, va quedando claro que, cada vez m¨¢s, participar es hacer.
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