La vuelta del ¡°hazlo t¨² mismo¡±

Cuando entramos en un bar y pedimos una cerveza, estamos acostumbrados a que nos pongan el botell¨ªn delante y beb¨¦rnoslo. Los inicios de esta actividad tan sumamente cotidiana se remontan, sin embargo, a la prehistoria, cuando una solitaria semilla de cebada cay¨® en la arena y gracias al agua y al sol comenz¨® a fermentar. ¡°Un troglodita pas¨® por all¨ª, meti¨® el dedo, prob¨® y dijo: ¡®Esto est¨¢ bueno¡±. David Amate r¨ªe ante su propia definici¨®n del origen de la bebida rubia. Cinco j¨®venes le observan con curiosidad. Durante las pr¨®ximas tres horas, David y su compa?ero Kevin, ambos empleados de Cervezas Domus, ense?ar¨¢n a los chicos c¨®mo elaborar cerveza en casa. Solo hace falta agua, levadura, l¨²pulo, extractos de malta (los kits se pueden adquirir en tiendas especializadas o a trav¨¦s de internet) y una buena dosis de paciencia. ¡°La primera fermentaci¨®n dura diez d¨ªas; la segunda, mes y medio¡±, expone Kevin.

Con esta premisa, la de volver a los or¨ªgenes, aprender a hacer las cosas por nosotros mismos y, de paso, ganar en calidad de vida, surge la Escuela del Buen Vivir. Ayer, d¨ªa de la inauguraci¨®n, tocaba cerveza. El programa incluye, sin embargo, todo tipo de propuestas: desde hacer pan, pizza al m¨¢s puro estilo italiano o conservas de pescado y carne, hasta aprender a mantener un huerto en la ciudad o fabricar un horno solar con una caja de cart¨®n. ¡°Yo tengo uno en la terraza de mi casa y te aseguro que funciona¡±, comenta entusiasmada Mar¨ªa ?lvarez, una de las promotoras de la iniciativa.

Antes de dedicarse a la comida ecol¨®gica y a los experimentos con energ¨ªa solar, esta mujer de 31 a?os trabajaba como asesora de comunicaci¨®n. Un d¨ªa sencillamente se dio cuenta de que no estaba satisfecha con su rutina. ¡°Los de mi generaci¨®n crecimos con el modelo de estudia mucho, encuentra un buen trabajo, c¨¢sate, c¨®mprate una casa y ten hijos. La crisis ha tirado eso por tierra; pero tambi¨¦n ha servido para darnos cuenta de que la calidad de vida cada vez tiene menos que ver con el dinero que ganamos y m¨¢s con las experiencias que vivimos y con la manera que tenemos de gestionar nuestro tiempo¡±.

Con las mismas, la treinta?era se asoci¨® con Elena Garc¨ªa, licenciada en Bellas Artes y antigua compa?era de colegio, y juntas decidieron apostar por el Mercado de la Buena Vida, un espacio en la calle Gobernador, en el barrio de Las Letras, donde, desde febrero del a?o pasado, cerca de 20 artesanos ¡ªen total son un centenar que va rotando¡ª se dan cita el primer fin de semana del mes para despachar sus productos, que van desde apios y naranjas hasta chocolates y chorizos. David y Kevin forman parte de ese elenco; cada d¨ªa que van venden cerca de 450 litros de cerveza.

El ¨¦xito del Mercado de la Buena Vida, que desde su inauguraci¨®n ha recibido a cerca de 30.000 visitantes, fue lo que anim¨® a estas dos emprendedoras a ir un paso m¨¢s all¨¢ y crear la escuela. ¡°El motor de esta expansi¨®n fueron las cestas de comida¡±, explica Elena. Y es que mientras David alecciona a sus pupilos en la alquimia del cerveceo, los consumidores habituales (o no) del mercado se pasan por all¨ª para recoger cajas con productos previamente encargados por internet. ¡°Los clientes pueden comprar alimentos ecol¨®gicos todas las semanas [los paquetes van de 12 a 25 euros]. Los productores tambi¨¦n salen ganando: venden m¨¢s sin necesidad de pasarse siempre por aqu¨ª¡±. ?Y ellas? ¡°Estamos muy contentas. Esper¨¢bamos vender unas 50 cajas, pero hemos superado el centenar. Y solo es el primer d¨ªa¡±.

Las cestas de comida dieron paso a los talleres; los talleres a la zona infantil (mientras unos aprenden y otros pasan a recoger el pedido, hay familias con ni?os peque?os, no llegar¨¢n a los tres a?os, jugando en una secci¨®n habilitada para ello); la zona infantil a la open kitchen (pagas un par de euros y puedes beber tanto caf¨¦ como quieras). En este recinto di¨¢fano de 300 metros cuadrados, en esta Escuela del Buen Vivir, hay espacio para todo.

¡ª?No tem¨¦is perder el foco? Esto resulta un pel¨ªn ca¨®tico.

¡ªCuando innovas tienes que generar caos para poder ordenar. A¨²n estamos experimentando, proponiendo cosas a la gente y viendo cu¨¢les tienen mayor aceptaci¨®n. Si alguna no funciona, la descartaremos.

Ca¨®tico o no, lo cierto es que los alumnos se marchan con una sonrisa; contentos, parece, en su primer d¨ªa de escuela.