Una golosina pop
La banda londinense Fanfarlo inicia en Pontevedra su gira espa?ola
La mirada contempor¨¢nea en el primer tercio del siglo XXI llama vintage al pasado que hace treinta a?os invocaban los new romantics. Ahora, sin maquillaje ni puntillas, y s¨ª con pajaritas, pantalones de pinzas y gafas de pasta toman el testigo unos hipsters fans de Baudelaire que declaran su amor por la belleza nombrado una banda de pop con el t¨ªtulo de la ¨²nica novela del escritor franc¨¦s. Fanfarlo suena al resultado de pasar una tarde revolviendo en el desv¨¢n de los abuelos y bajar las escaleras con un mont¨®n de objetos preciosos cargados de recuerdos.
El quinteto lleg¨® a Pontevedra el s¨¢bado pasado para iniciar una gira de conciertos que pasa estos d¨ªas por Madrid, Sevilla, Valencia y Barcelona. Tras siete horas de espera en el aeropuerto londinense y con permiso del temporal brit¨¢nico, recalaron en la ciclog¨¦nesis gallega con los habituales guitarras, bajo, bater¨ªa, teclados y tambi¨¦n trompeta, saxo, clarinete, viol¨ªn y serrucho. Casi sin tiempo para tomar un caf¨¦ tras la prueba de sonido, ocuparon el escenario del Pazo da Cultura para pintar un paisaje tan r¨¢pido, en apenas hora y veinte, como coral, efectista y cargado de nostalgia. El objeto de la visita era estrenar las canciones de Let?s Go Extinct (2014), su tercer ¨¢lbum y otra muestra de personalidad que les aleja, por org¨¢nicos, de las comparaciones gastadas con Arcade Fire y les acerca, en cambio, a identidades como las de Talking Heads, m¨¢s inclinadas al divertimento si, como es el caso, de lo que se trata es de jugar a trenzar los hilos del pop con armon¨ªas evocadoras de alguna tradici¨®n continental.
La luminosa orquesta redonde¨® golosinas como ¡°We¡¯re the future¡±, ¡°Cell Song¡± y ¡°Life in The Sky¡± y tall¨® un poco m¨¢s temas de sus primeras entregas, como ¡°Luna¡±, ¡°Shiny Things¡± y ¡°The Walls are Coming Down¡±, con la que finaliz¨® el recital tras invitaciones constantes al p¨²blico a levantarse de su butaca. Y en parte consiguieron que unos pocos vencieran ese amarre invisible que no impidi¨®, sin embargo, que todos bailasen en sus asientos. Con ese esp¨ªritu festivo fue que el cantante y guitarrista, el sueco Simon Balthazar, brind¨® su copa de vino tinto a los cerca de 600 espectadores que un 70% del aforo disponible seg¨²n la organizaci¨®n del ciclo Imperdibles, que tendr¨¢ continuidad en Pontevedra el pr¨®ximo 1 de mayo con el concierto de Vetusta Morla y los mexicanos Zo¨¦ y el 14 del mismo mes del estadounidense Eli Paperboy Reed.
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