Con la sofisticaci¨®n por bandera
El quinteto londinense reivindica los a?os ochenta de China Crisis o Nick Heyward, pero su m¨²sica tambi¨¦n admite el baile sin sesudos an¨¢lisis
Fanfarlo es seguramente uno de los grupos m¨¢s alternativos, originales y pintones de la escena londinense. Tienen un l¨ªder sueco y una escudera que toca el viol¨ªn. Han cambiado de bater¨ªa y ahora quien blande las baquetas es una chica. Invitan tanto al an¨¢lisis concienzudo de su repertorio como al baile sin miramientos. Acaban de publicar un disco con mucha chicha y t¨ªtulo provocador, Let¡¯s go extinct (Exting¨¢monos, en el que reflexionan sobre qu¨¦ demonios ser¨¢ de este planeta cuando sus moradores nos hayamos desvanecido como azucarillos. En una palabra: Fanfarlo molan. Y dicho todo lo cual, ni el sueco ni su andr¨®gina musa ni el nuevo ¨¢lbum sobre las vicisitudes de la especie humana sirvieron para superar anoche los dos tercios de aforo en la Sala But. O los lunes nos siguen sentando fatal o hemos pulverizado el remanente mensual con cualquier torpeza relativa al patr¨®n de los t¨®rtolos.
Lo mejor de Simon Balthazar es que haya sabido erigir un artefacto con reminiscencias a la nueva ola y los a?os ochenta, pero sin rastro de la p¨¢tina hortera que afe¨® aquella d¨¦cada estupenda. Por decirlo gr¨¢ficamente, el flequillo ladeado del sueco constituye una barrera frente a las melenas cardadas de sus mayores. Porque Fanfarlo abraza un pop con la sofisticaci¨®n por bandera, una m¨¢quina vers¨¢til en la que los dos teclistas tienen la opci¨®n de anegarlo todo con sus sintetizadores o de optar por el trazo fino de viol¨ªn y trompeta. Pueden abrumarnos o hilar fino, y esa minuciosidad es un tesoro que no arruina del todo ni el sonido, que anoche se apelmazaba por momentos.
El quinteto habr¨ªa merecido mejores condiciones ac¨²sticas para su amplia colecci¨®n de sutilezas: las segundas voces y los parones r¨ªtmicos en Cello song, esas trompetas solemnes que a veces evocan a Mark Isham; el tel¨²rico serrucho con el que Cathy Lucas adorna esa preciosidad, The beginning and the end, en la que Balthazar ejerce de Nick Heyward con etiqueta. Y no es el ¨²nico nombre ochentero muy recuperable de los que vienen a la mente a lo largo de la noche. A distance es una fabulosa reivindicaci¨®n de China Crisis, con un ritmo muy cercano a Working with fire and steel. E incluso Simon parece cantar como Lloyd Cole (en torno a Perfect skin) para el tema central, Let¡¯s go extinct, solo que con ornamentos futuristas.
Lo mejor de Fanfarlo, con todo, no es tanto su colecci¨®n de vinilos medio olvidados, sino el empe?o por huir de las obviedades. Nada de cuanto sucede en Luna, por ejemplo, puede predecirse a los 30 segundos de canci¨®n, y eso es muy de agradecer. Tanto como el inusitado aire a vals irland¨¦s que embellece The walls are coming down, final delicioso para una velada bien resuelta.
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