Los dos acusados por la muerte del poeta Iborra niegan su implicaci¨®n en el juicio
Un testigo cuenta que uno hombre agarr¨® a la v¨ªctima mientras otro le golpeaba
Cada uno en una esquina del banquillo, como si no se conociesen, Saodi M. y Zakaria X., fueron muy escuetos ayer en el juicio en la Audiencia de Barcelona por el asesinato del poeta valenciano Salvador Iborra, en el barrio G¨®tico, el 29 de septiembre de 2011. Ambos se enfrentan a 15 a?os de prisi¨®n, acusados de homicidio, por asestarle cinco pu?aladas al joven. Solo dispuestos a contestar a sus defensas, el primero asegur¨® que aquella noche no estuvo en el piso okupado, del que ambos entraban y sal¨ªan, en la misma finca en la que viv¨ªa Iborra, y que solo fue para recoger su m¨®vil que se hab¨ªa dejado dentro. El segundo acusado cont¨® ¨²nicamente que el d¨ªa antes se hab¨ªa peleado con un portero de discoteca, lo que explicar¨ªa las heridas que ten¨ªa cuando fue detenido por los Mossos d¡¯Esquadra por el asesinato del poeta. Ambos est¨¢n en libertad con cargos desde abril de 2012.
Iborra muri¨® de madrugada, delante del n¨²mero 12 de la calle de Palma de Sant Just, donde viv¨ªa. Aquella noche estuvo con su amigo Xavi, que trabajaba en el bar Theros, a escasos metros de su casa. Ambos cerraron el bar, y ya de madrugada se fueron al piso de Salva, como le conoc¨ªan sus amigos, donde continuaron con su charla. Al salir, Xavi comprob¨® que la bicicleta, que hab¨ªa dejado en el portal, ya no estaba. Los dos amigos se pusieron a buscarla por el barrio, y sospechando que la ten¨ªan los okupas del principal, llamaron a los Mossos, que alegaron que no pod¨ªan entrar al piso. Finalmente, desistieron e Iborra acompa?¨® a Xavi a coger un taxi. Al regresar, el poeta encontr¨®, presuntamente, a uno de los okupas con la bicicleta. Ese fue el origen de una pelea que acab¨® con el asesinato del poeta.
¡°Estaba durmiendo y de repente o¨ª como una botella romperse. Parec¨ªa gente pele¨¢ndose¡±, cont¨® ayer en el juicio Omar Carrera, un vecino que viv¨ªa muy cerca de Iborra. Se acerc¨® a la ventana y vio a tres personas pele¨¢ndose. ¡°Pens¨¦ que eran unos borrachos, es algo habitual en el barrio¡±, dijo. Pero se qued¨® un rato m¨¢s, siguiendo lo que ocurr¨ªa. Seg¨²n cont¨® al jurado popular, pudo ver como uno de los implicados se met¨ªa en el piso, y luego bajaba de nuevo, con alg¨²n tipo de arma en la mano, que no pudo identificar. ¡°Uno agarr¨® a la v¨ªctima y el otro con la especie de palo, le dio¡±, explic¨®. Despu¨¦s Iborra se desplom¨®. Uno de los dos huy¨® del lugar en una bicicleta, y el otro implicado ¡°subi¨® a su apartamento¡±, seg¨²n su declaraci¨®n.
Esa misma persona es la que presuntamente vio otra de las testigos. Ella estaba aparcando de madrugada la motocicleta, para ir a trabajar, cuando oy¨® a alguien pidiendo auxilio. Mientras se quitaba el casco para ayudar a Iborra, que agonizaba, vio ¡°a un chico que bajaba de un piso¡±, agarrado a una ¡°ca?er¨ªa o algo¡±, y que se met¨ªa un cuchillo en el bolsillo. Pas¨® por su lado y se fue. Ella no os¨® ni mirarle. En ese momento, Iborra a¨²n segu¨ªa vivo. La joven llam¨® a una ambulancia y trat¨® de auxiliarle. Pero el poeta, de 33 a?os, muri¨®.
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