Los secretos de Su¨¢rez y Carrillo
La obra ¡®El encuentro¡¯, en el Teatro Espa?ol, viaja a un momento esencial de la Transici¨®n para establecer paralelismos con el momento actual
Suele decirse que los de antes s¨ª que eran pol¨ªticos de verdad, verdaderos hombres de Estado llamados a tomar con templanza y coraje decisiones hist¨®ricas. Tal vez sea el tiempo el que engrandece su talla, o tal vez no, en cualquier caso ahora podemos imaginarlos en una recreaci¨®n de un episodio legendario de nuestra Transici¨®n: la reuni¨®n secreta que mantuvieron en 1977 ¡°un hombre de ideales que vive en el exilio¡±, Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista, y ¡°un pragm¨¢tico que preside el gobierno de Espa?a¡±, Adolfo Su¨¢rez. De esa reuni¨®n, en la que se pact¨® la legalizaci¨®n del partido, se cumplen ma?ana precisamente 37 a?os de esta reuni¨®n.
Las descripciones pertenecen al texto de El encuentro, que se puede ver en el Teatro Espa?ol hasta el 30 de marzo. ¡°Se trata de expresar el sentir de ese momento hist¨®rico¡±, explica el autor Luis Felipe Blasco Vilches. ¡°Lo consideramos oportuno porque hay paralelismos entre lo que ocurri¨® en Espa?a en aquellos a?os (la construcci¨®n de la democracia) y lo que ocurre ahora (cuando esa democracia se est¨¢ sintiendo insuficiente)¡±, explica.
Aunque la reuni¨®n real dur¨® m¨¢s de seis horas aqu¨ª se ficciona en hora y media este choque dial¨¦ctico entre Adolfo Su¨¢rez (interpretado por Jos¨¦ Manuel Seda), al que se pinta como un sutil demiurgo del consenso que sabe engatusar a unos y otros y Santiago Carrillo, que se muestra severo y esc¨¦ptico en ceder ante la monarqu¨ªa, la derecha y la iglesia (interpretado por Eduardo Velasco, que adem¨¢s es el art¨ªfice de la idea original de la funci¨®n).
Entre una sobredosis de tabaco bien regada por los licores que salen del minibar que preside la escena (un tablero de ajedrez simboliza ah¨ª el esp¨ªritu de la obra) van saliendo a colaci¨®n otros temas de la ¨¦poca, como el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha, la legitimidad del Rey como sucesor a la jefatura del Estado, el atentado contra Carrero Blanco o la autor¨ªa de las matanzas de Paracuellos.
¡°Queremos que sea un homenaje a dos personas valientes que en un momento hist¨®rico tomaron una decisi¨®n muy sabia: la de anteponer la raz¨®n a la ideolog¨ªa, el bien com¨²n a sus intereses partidistas¡±, dice el director Julio Fraga.
La caracterizaci¨®n de los actores es certera (aunque una mirada traviesa tambi¨¦n podr¨ªa ver aqu¨ª un psicod¨¦lico encuentro entre Artur Mas y Marcelino Camacho). ¡°No tratamos de imitar ni caricaturizar a los personajes, ser¨ªa ridiculizarlos¡±, cuenta Velasco. ¡°Nuestra m¨¢xima ambici¨®n es ahondar en la idiosincrasia personal de cada uno de estos dos grandes pol¨ªticos y personas que supieron entenderse en ese momento. Como dec¨ªa Carrillo, hicieron lo que ten¨ªan que hacer, lo que posibilit¨® una paz durante 37 a?os. Pero ahora hay que revisar todo eso. Revisemos una Constituci¨®n que no ha votado nadie menor de 51 a?os¡±, comenta.
El final de este encuentro puede consultarse en los libros de historia. En cualquier caso, la obra va m¨¢s all¨¢ y busca la relaci¨®n con el contexto actual. Un Carrillo atemporal se pregunta si las actuales protestas y la demanda de una mejor democracia no ser¨¢n deberes pendientes desde entonces, muy en la l¨ªnea de los cr¨ªticos de eso que se ha dado en llamar la Cultura de la Transici¨®n (CT): un clima de consenso que ha dominado nuestra vida cultural y social desde entonces y que no ha permitido ninguna cr¨ªtica a la sacrosanta Transici¨®n y al status quo, que algunos solamente vieron quebrado con la irrupci¨®n del 15M.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.