El que apuesta gana
El bailaor Andr¨¦s Pe?a presenta un espect¨¢culo en el que la sobriedad resulta fecunda
?RDAGO A LO GRANDE. ANDR?S PE?A
Baile: Andr¨¦s Pe?a. Cante: Miguel ?ngel Soto ¡®Londro¡¯, Jos¨¦ Anillo, Miguel Lavi, David Carpio. Guitarra, direcci¨®n musical: Jes¨²s Guerrero. Percusi¨®n: Jorge P¨¦rez 'El Cubano'. Idea original: Andr¨¦s Pe?a y Pilar Ogalla. Coreograf¨ªa de la vidalita: Eva Yerbabuena. Luces: Antonio Valiente.
Teatro Villamarta, 3 de marzo DE 2014.
El hecho de afrontar un espect¨¢culo con recursos limitados, lo que puede parecer una exigencia en tiempos de escasez, puede tambi¨¦n constituir una apuesta art¨ªstica fundada y, adem¨¢s, no tiene por qu¨¦ traducirse en pobreza, pues todo depende de c¨®mo se conjuguen los elementos y el resultado que estos den. Con un t¨¦rmino ¨C¨®rdago- que suena a envite hasta para los profanos en la materia, el bailaor jerezano afront¨® su propuesta quiz¨¢s m¨¢s personal con los elementos esenciales: cante, guitarra y un toque de percusi¨®n para su baile en solitario. Claro que, para la configuraci¨®n del primero, fue especialmente generoso. Con la elecci¨®n de cuatro cantaores, tal los cuatro palos de la baraja, Pe?a jug¨® sus bazas con una ventaja aparente, pero no exenta de riesgo. Es seguro que se sinti¨® bien arropado, que la variedad de timbres y estilos canores aport¨® colorido, y que pudo trasladarse a su baile aportando riqueza de matices, pero puede que, en algunos momentos, le restara continuidad. La labor de esa compa?¨ªa estuvo, por dem¨¢s, multiplicada: tuvieron una activa labor en las palmas y, como si de naipes se tratara, jugaron la partida con sus movimientos completando los dibujos coreogr¨¢ficos del bailaor.
Andr¨¦s bail¨® de todo y de forma casi ininterrumpida durante cerca de la hora y media que dur¨® la funci¨®n. Nunca abandon¨® la escena y, por cambiarse, solo se cambi¨® las botas que, con su diferentes colores, conduc¨ªan por una supuesta simbolog¨ªa an¨ªmica del artista que pareci¨® hacer un ejercicio de catarsis con su espect¨¢culo. Altern¨® estilos, acentos y variantes de una forma fluida y coherente, pero tambi¨¦n con ese componente humano que hace que no todo se convierta en una homog¨¦nea planicie. Poseedor de un baile fuertemente anclado en la ra¨ªz, el jerezano explor¨® nuevas formas expresivas, el dibujo del silencio, especialmente con la coreograf¨ªa regalada de la vidalita. El tiempo de la pausa y la reflexi¨®n que, como en un c¨ªrculo, regresar¨ªa al final de la obra. Entre uno y otro momento, abord¨® la seguiriya con rigor y sobriedad, los fandangos cantados a palo seco como explosi¨®n vital, y los tangos, bailados en el escueto espacio de una mesa invertida, como una fuerza con la que retomar el camino. Una tanda mixta, que fue de la ca?a a los abandolaos, constituy¨® el paso previo al baile central de la sole¨¢ en el que el artista, estrechamente arropado por el cante, mostr¨® sus mejores cartas, quiz¨¢s con las que se siente m¨¢s seguro, pero sin, por ello, aliviarse en su interpretaci¨®n. Las remat¨®, de forma natural, por buler¨ªas cuando la obra parec¨ªa llegar a su fin, pero no fue as¨ª.
Fui piedra y perd¨ª mi centro¡ Los enigm¨¢ticos versos de la sole¨¢ atribuida a La Serneta, dejaron al bailaor solo en la escena. Tumbado y en el centro, enton¨® una delicada nana en la que la muerte daba paso a la vida nueva, y el dolor pasado a la naciente alegr¨ªa. La m¨²sica inspirada durante toda la noche del guitarrista Jes¨²s Guerrero, brillante y vibrante siempre su pulsaci¨®n, puso el acorde final. Durante toda la obra compuso la banda sonora de una obra con intenci¨®n y con un discurso tan claro como sincero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.