Precio y materia de la corrupci¨®n
Estamos rodeados, pisamos, usamos y pagamos la herencia de la corrupci¨®n aunque lo ignoremos
![La corrupcción está oculta, basada en las leyes de la mafia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ERLOOCLTVX6IFR7FIVG74MI76M.jpg?auth=fac7adb498e1c06947275f2d661d90d34e6be6f462e41b2f72fccfe90ae24791&width=414)
Estamos rodeados. Pisamos, usamos y pagamos la herencia de la corrupci¨®n aunque lo ignoremos. Habitamos sobre la materia del delito. Pagamos sus consecuencias y las hipotecas invisibles. Nos cruzamos con corruptos sueltos, imputados o sin citar en los juzgados y vemos a otros marcados en la omerta o condenas calientes.
Supuestos puristas lanzan, infalibles, soflamas de honestidad y anatemizan al otro aunque han crecido en su tufo. La esencia mafiosa obliga a despreciar, ignorar y ocultar. La verdad, la herida, no se sella y sus hipotecas no vencen.
El corrupto contempor¨¢neo deja su huella a la vista o bajo tierra, porque el fraude a los intereses generales se evidencia, es concreto, existe en cifras. La comisi¨®n, el soborno, el abuso pactado del sistema de mero amiguismo comporta merma de calidad y servicios. Lo que se echa en falta es el precio de lo robado, la mordida. Es el tanto por ciento que se malversa de la caja com¨²n para satisfacer a la red de cobradores, a los capos y su cadena: comisionistas, husmeadores, conseguidores, receptores y hombres de paja.
Con esos sobrecostes, las obras, servicios, materiales y medios son peores o m¨¢s caros. En la aplicaci¨®n del camuflaje, el robo, est¨¢ hinchar las facturas y horas de excavadoras, m¨¢s camionadas que las reales, la reducci¨®n de cent¨ªmetros de grava y asfalto en millones de metros cuadrados.
Lo que se oculta y no se ve es incuantificable. Debajo del pavimento, en acequias o t¨²neles. Se dieron sospechosas compras masivas de piedra pavimento a precio desmesurado. Est¨¢ en Palma, en grandes paseos y plazas.
Debajo de una de esas superficies de piel corrupta debi¨® horadarse un paso subterr¨¢neo gigante, soterrar una gran v¨ªa. No se ejecut¨® y se pagaron 300.000 euros para evitar el reto. Con los a?os, all¨ª se abri¨® el suelo y es una gran obra, p¨¦sima. Se hizo a tramos con muchas empresas agraciadas y el proyecto se traz¨® sobre la marcha, como avanzaba el tren en la conquista del Oeste.
Tal cual, con prisa, menos materiales y acabados, las infraestructuras son deficientes y ultra caras. Pocas veces las carreteras, diques, edificios p¨²blicos, t¨²neles, se ajustan al precio de la adjudicaci¨®n. Los costes finales se disparan porque los proyectos siempre se modifican y complementan. En estos sobrecostes est¨¢n las ganancias y el pacto invisible. A los grandes contratistas se les impuso socios locales y esos buscaron a subcontratistas. Camuflaje y reparto de riesgos.
El amiguismo, la manipulaci¨®n y los ojos cerrados de los puristas se mueven tras los sobres cerrados de las concesiones, concursos, subastas, compras y privatizaciones de facto. La corrupci¨®n nace y se paga. Tiene precio, fidelidades, sobreentendidos, a veces bastan miradas y gestos.
Con esos sobrecostes, las obras, servicios, materiales y medios son peores o m¨¢s caros
Con esos ama?os se levantaron castillos de naipes, complejos inacabados, se hicieron y destrozaron parques para empeorarlos, se alzaron pir¨¢mides de exaltaci¨®n personal inservibles, m¨¢s otros desprop¨®sitos monumentales en desuso, que se oxidan ante la mirada de todos. Otro despilfarro son los a?os perdidos.
Las preguntas con dardo van hacia la mamposter¨ªa de piedra y m¨¢rmol, en los millones de adoquines siempre id¨¦nticos, kil¨®metros de rejas, miles de farolas, contenedores, toneladas de tapas de fundici¨®n mil veces repetidas.
La piel y la materia de la corrupci¨®n de Palma estuvieron en los ata¨²des, en las tumbas y servicios f¨²nebres. El sistema sucio con sus m¨¦todos hundi¨® a empresas. El esc¨¢ndalo funerario se concret¨®, ahora, con tres a?os de c¨¢rcel para el sujeto.
Un alcalde constructor de Palma, mientras era concejal, anunci¨® a su mujer que le hab¨ªan regalado una participaci¨®n en la sociedad que iba a crear un camposanto privado. Otra empresilla del edil hizo obras en el cementerio fara¨®nico y carg¨® una deuda privada de seis millones de euros. El Gobierno, la caja y el banco locales se pillaron los dedos con decenas de millones. El alcalde constructor quebr¨®, su n¨²meros rojos fueron perdonados y ¨¦l, con dinero de todos, compr¨® el cementerio ruinoso a sus bancos.
La corrupci¨®n lo ha contaminado casi todo, est¨¢ adherida fatalmente al paisaje pol¨ªtico y se extiende a la vida social, est¨¢ siempre presente. Es una inercia hist¨®rica que se ha extendido como una doble piel natural sobre el cuerpo de la realidad democr¨¢tica. La tradici¨®n tiene ya casi cuatro d¨¦cadas aunque la ra¨ªz proviene de la dictadura. Tiene nombres y autores. No es una maldici¨®n natural.
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