La am¨¦ porque no era m¨ªa
La independencia es hipot¨¦tica, como lo son la salida o el reingreso. Lo que no son hipot¨¦ticas son las amenazas
Un buen d¨ªa me largu¨¦ de la universidad. Llevaba tres cursos cobrando una indigencia, sin visos de que la cosa mejorara y desoyendo el tr¨¢eme-un-caf¨¦ del catedr¨¢tico. Lo que pasa en muchas f¨¢bricas de tornillos o en cada empresa de reparto, pero con bibliograf¨ªa. Mi sorpresa fue que cuando dije que lo dejaba se lo tomaron como una afrenta personal. Una profesora entr¨® como una posesa en mi despacho y me dijo de todo menos bonito y que lo iba a pagar car¨ªsimo. La jefa del departamento de aquel entonces sentenci¨® y repiti¨® hasta en tres ocasiones: ¡°Has destrozado tu carrera, se te van a cerrar todas las puertas¡±.
Lo de las puertas, bueno, pero carrera no sab¨ªa ni que la ten¨ªa. Nada, miseria, sus palabras y actitudes me confirmaban que lo ¨®ptimo era largarse, lo mejor ser¨ªa no haber estado nunca all¨ª, claro est¨¢: ¡°T¨² no sabes lo que has hecho, ya ver¨¢s¡¡±. Sin dramatizar, que cosas m¨¢s gordas viviremos, y sin acritud, que cuando puedes contarlo es que ya no te averg¨¹enzan sus verg¨¹enzas. Casi hab¨ªa conseguido olvidarme de todo aquel asunto.
Lo que sucede es que desde hace un par de a?os me lo recuerdan con demasiada frecuencia. Que soy un ignorante (bueno, eso s¨ª, pero lo normal), no s¨¦ lo que estoy haciendo, que ya ver¨¦¡ No pasa semana sin que alguien me diga que van a caer sobre mi cabeza las mil plagas de Egipto y que se me van a cerrar todas las puertas. Con el agravante de que confiesan que son ellos quienes me las van a cerrar. El Gobierno espa?ol ha afirmado que va a vetar eternamente la entrada de una Catalu?a independiente en la Uni¨®n Europea y fuera hace un fr¨ªo ucranio. Catalu?a vagar¨¢ por el espacio exterior por los siglos de los siglos.
?Por qu¨¦ me amenazar¨ªan, en el departamento? ?Por frustraci¨®n? ?Quer¨ªan demostrarme su fuerza? Pero si soy un mindundi, si conmigo o sin m¨ª se supon¨ªa que ten¨ªan toda la fuerza. A no ser que su fuerza necesitara que yo estuviese all¨ª en contra de mi voluntad. Y que sonriese. La parte graciosa del caso es que hubiese sido relativamente f¨¢cil evitar llegar a aquella situaci¨®n, la parte turbia es que se lleg¨® a la amenaza.
El ministro Margallo, portavoz de Gobierno y Estado, no solo promover¨ªa una salida de Catalu?a de la Uni¨®n Europea, sino el posterior veto a su reentrada
Pero todav¨ªa hay una parte oscura: trabaj¨¦ all¨ª bajo una amenaza invisibilizada, aun sin sospecharlo. No era el acuerdo, lo que nos manten¨ªa unidos, era la fuerza. No era el respeto de un contrato entre iguales, era la imposici¨®n de una estructura: o conmigo o contra m¨ª. Ni tan solo existi¨® la posibilidad de un adi¨®s amable, no es que se me fueran a cerrar todas las puertas: es que me las quer¨ªan cerrar.
Todav¨ªa me desconcierta, pero supongo que el contrato llevaba impl¨ªcita la condici¨®n de sumisi¨®n y la amenaza era la continuaci¨®n l¨®gica de unas actitudes que eran incuestionables. La universidad era el mejor de los mundos posibles, un ¨¢mbito fraternal, constructivo, donde no ten¨ªan cabida las envidias ni las corruptelas. Fuera de esas coordenadas constitucionales, el desastre y su compa?era, la amenaza. Ni que fuese un arrepentido de la mafia.
Lo peor de lo que hemos visto hasta hoy han sido las advertencias del Gobierno espa?ol ante una posible independencia de Catalu?a. Puedo entender la resistencia y me he acostumbrado al insulto o al desd¨¦n, al fin y al cabo definen m¨¢s a quien los arroja que a quien los recibe. Pero lo de la amenaza se lleva mal. Es lamentable que el miedo a la libre decisi¨®n, a un refer¨¦ndum, acabe en intimidaci¨®n.
El ministro Margallo, portavoz de Gobierno y Estado, no solo promover¨ªa una salida de Catalu?a de la Uni¨®n Europea, sino el posterior veto a su reentrada. La independencia es hipot¨¦tica, como lo son la salida o el reingreso. Lo que no son hipot¨¦ticas son las amenazas. Puede que sean toscas, infantiles, decimon¨®nicas y gibraltare?as, pero son amenazas al fin y al cabo. Y son graves porque intu¨ªamos qu¨¦ cartas llevaban y sab¨ªamos que las pondr¨ªan boca arriba. Lo que no imagin¨¢bamos es que cometieran la torpeza, adem¨¢s, de exhibirlas de esa forma. ?En qu¨¦ quedamos? Se evocan la convivencia con Catalu?a, se afirman los lazos fraternales, se celebran la historia com¨²n y la mod¨¦lica transici¨®n y al mismo tiempo se afirma que se aplicar¨¢n las m¨¢s duras sanciones si sus ciudadanos deciden cambiar de estatus y de relaci¨®n con el Estado. Qu¨¦ extra?o concepto de amor tiene el que te quisiera ver como a Somalia.
O sea, que si no somos suyos, de nadie. Pues ni por esas, precisamente porque la amenaza sit¨²a el debate en un nivel ¨ªnfimo y no permite la marcha atr¨¢s, ya no surte efecto. Los chistes sobre el espacio interestelar han llenado las redes sociales. Lo saben, al fin se han dado cuenta de que una gran mayor¨ªa de los catalanes quiere la consulta. Y de esa, otra mayor¨ªa significativa, no es que quiera irse, es que ya se ha ido. Desconocemos las cifras exactas, pero lo m¨¢s probable es que para algunos sean de susto. Curiosamente, las urnas dan pavor y las coacciones provocan chanzas.
Lo mejor es que, salvo raras excepciones, nadie responde a la provocaci¨®n. Lo peor es que hay puertas que una vez se cierran, cuesta mucho volverlas a abrir.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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