La cabeza de la Mancomunitat
El Museo de Historia de Catalu?a recoge la labor cultural de la entidad, primera de las exposiciones que conmemorar¨¢n el centenario de la m¨ªtica instituci¨®n
De ¨¦l dijo Eugeni d¡¯Ors que era ¡°el seny ordenador de Catalu?a¡±; s¨ª, en su cabeza estaba todo lo que deb¨ªa hacer Catalu?a para ser. Entonces y hoy, que a¨²n vive mucho el territorio de aquello que plant¨®. La fuerza de esa mente privilegiada que fue Enric Prat de la Riba qued¨® bien plasmada en la notable, por grande y expresiva, testa que Ismael Smith esculpi¨® en yeso policromado pero que se dio por perdida a causa de la guerra civil. Jugadas del azar, la escultura reapareci¨® a finales del a?o pasado en manos de un anticuario de los Encantes de Barcelona, que acab¨® vendi¨¦ndola por 15.000 euros al Museo de Historia de Catalu?a (MHC). Con acierto, ayer sacaron esa cabeza, a¨²n por restaurar, de los almacenes para que parezca que mire buena parte de lo que sali¨® de ella y que se recoge en la exposici¨®n La Mancomunitat de Catalunya. Cultura i pedagogia, que hasta el 27 de abril puede verse, con la colaboraci¨®n de la Diputaci¨®n de Barcelona, en el MHC.
Primera muestra de las que conmemorar¨¢n el centenario de la seminal instituci¨®n, la modesta exposici¨®n (que viajar¨¢ por toda Catalu?a) se centra s¨®lo en la labor cultural de la entidad que presidi¨® Prat de la Riba apenas tres a?os. Y a pesar de lo acotado en la tem¨¢tica y el tiempo, la exhibici¨®n causa asombro y envidia vista con los ojos de hoy.
S¨®lo se recogen dos frases del carism¨¢tico dirigente: ¡°Ni cap poble sense escola, ni cap escola sense mestres¡± y ¡°Les institucions d¡¯investigaci¨® cient¨ªfica s¨®n la base fonamental de l¡¯ensenyament. Cercar ensenyan?a on no hi ha investigaci¨® ¨¦s cercar l¡¯aigua all¨¤ on no raja, all¨¤ on les deus s¨®n estrocandes¡±. Pero funcionan como consignas: a su alrededor, el visitante, en unos expositores inspirados en el modern¨ªsimo mobiliario dise?ado para la m¨ªtica Escuela de Bibliotecarias creada por la Mancomunitat, se cruza a las primeras de cambio con Albert Einstein, invitado en 1923 por el Servicio Meteorol¨®gico de Catalu?a en el marco de un programa de intercambio, mientras se constatan los trabajos de arranque de las pinturas murales rom¨¢nicas en 1922 en la pol¨ªtica de protecci¨®n del patrimonio. Al lado, una ficha, rellenada a mano, de catalogaci¨®n de monumentos. ¡°Son registros de finales de la d¨¦cada de los a?os 10 del siglo pasado, un modelo que se ha estado utilizando exactamente igual hasta hace cuatro d¨ªas, en los a?os 70¡±, constatan los comisarios de la muestra, los historiadores Ferran Aisa y Dom¨¨nec Ribot, como constataci¨®n de la feina ben feta de la Mancomunidad hasta en eso.
¡°La carrera de bibliotecaria comprende los estudios m¨¢s id¨®neos para la superior cultura femenina y su profesi¨®n es una de las m¨¢s nobles ocupaciones a que puede consagrarse una se?orita¡±, reza un cartel de la Mancomunitat para incentivar la inscripci¨®n en la Escuela de Bibliotecarias que arrancaba en 1915, apenas una doble pieza m¨¢s en la pol¨ªtica cultural del que fue el primer organismo de gobierno de toda Catalu?a desde 1714. Por un lado, el sistema bibliotecario, con la apertura al p¨²blico de su faro, la Biblioteca de Catalu?a (creada en 1907 por el Institut d¡¯Estudis Catalans) y unos sat¨¦lites a trav¨¦s de la red de bibliotecas populares, en edificios neocl¨¢sicos construidos para la ocasi¨®n --el primero de los cuales en Valls (1918)¡ª en lugares como Pineda de Mar, Olot, Canet¡
Por otro, la escuela que dirigi¨® el propio D¡¯Ors era s¨®lo una de las salidas laborales que la Mancomunitat ofrec¨ªa a las mujeres, obsesionada la instituci¨®n en dar formaci¨®n a la mujer, ya fuera en el campo del textil (con cursos de confecci¨®n de sombreros de primavera y verano¡± o en el ¨¢mbito sanitario, con la mod¨¦lica Escuela de Enfermeras de Santa Madrona. La potenciaci¨®n del Consejo de Pedagog¨ªa (para evaluar la renovaci¨®n educativa que se hac¨ªa en los pa¨ªses m¨¢s avanzados y estudiar su incorporaci¨®n al sistema catal¨¢n) fue la otra gran pata cultural de la Mancomunitat, que en la muestra se refleja a partir de elementos tan dispares como piezas de juegos para visualizar conceptos espaciales y abecedarios en cartulinas grandes del m¨ªtico sistema Montessori hasta las dietas de la inspecci¨®n de c¨¢tedras de catal¨¢n que supervisaba el mism¨ªsimo Pompeu Fabra (a raz¨®n de 50 pesetas cuando sal¨ªa de Barcelona, gastos de ¡°viatge i fonda¡± aparte).
El abanico de posibilidades que promovi¨® el Consejo de Pedagog¨ªa (que gestionaba una bolsa de becas para enviar maestros y personal al extranjero a observar y reciclarse) fue inmenso: desde la creaci¨®n de la primera Escuela de Verano para profesores a la organizaci¨®n de un curso de estudio, en 1921, sobre la metamorfosis de los insectos fundamentado en la cr¨ªa de gusanos de seda. En ese contexto, la creaci¨®n de la Escuela Elemental del Trabajo, a¨²n hoy en la Escuela Industrial de Barcelona --donde se ense?aban oficios como los de paleta, carpintero, impresor o en¨®logo-- parece una cosa hasta elemental.
La Mancomunitat de Catalunya. Cultura i pedagogia es s¨®lo la primera de las exposiciones que en los pr¨®ximos meses conmemorar¨¢n el centenario de la instituci¨®n. Dio para tanto su labor que genera, sectorialmente, un sinf¨ªn de muestras: la primera, el 1 de abril, en la Diputaci¨®n de Barcelona; una segunda, una semana despu¨¦s, en el CCCB, mirada global a la instituci¨®n, que tendr¨¢ subsedes tem¨¢ticas en el Institut d¡¯Estudis Catalans y en la Escola de Treball. Y otras tres m¨¢s en Tarragona (sobre el sistema bibliotecario), Lleida (infraestructuras telef¨®nicas y ferroviarias) y Girona (normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica). Mientras, el IEC ultima un gran simposio con expertos como Albert Balcells, Jordi Santiago Izquierdo, Andreu Mayayo, Josep Massot, Josep Maria Roig Rosich y Jordi Casassas, entre otros. Los apenas 11 a?os de la Mancomunitat (la disolvi¨® Primo de Rivera en 1925) y la cabeza de Prat de la Riba dan para todo eso y m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.