Emblem¨¢ticos y ahogados
El final de los alquileres de renta antigua en 2015 supone otra estocada para un comercio tradicional que sobrevive a duras penas. Locales centenarios tendr¨¢n que echar el cierre
La Bisuter¨ªa Otero existe desde 1905. Tres generaciones despu¨¦s, tras la fachada de madera del n¨²mero 28 de la calle Mayor se siguen vendiendo peinetas, collares, pendientes, anillos, todo tipo de ¡°adornos de cabeza¡±, como dice uno de los carteles antiguos que decoran el interior. Hay alhajas modernas y las hay de los a?os veinte del siglo pasado; las hay de cuatro euros y las hay de 600. Pero dentro de muy poco, el pr¨®ximo 1 de enero, 110 a?os despu¨¦s, el comercio probablemente se vea abocado al cierre. El final de la pr¨®rroga de la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1994 ¡ªse mantiene hasta ese momento la renovaci¨®n autom¨¢tica para contratos anteriores a 1985, con subidas de la renta limitadas, lo que ha resultado con el paso de las d¨¦cadas en alquileres mucho m¨¢s baratos que los del mercado¡ª har¨¢ casi imposible que pueda pasar a pagar hasta 10 veces m¨¢s de lo que abona ahora por el local.
Almudena Zarco Otero, nieta de los fundadores, lo tiene asumido. Ni pretende cargar contra los caseros ¡ªque, l¨®gicamente, entiende, quieren sacar el m¨¢ximo rendimiento a sus locales¡ª ni tiene miedo por su propio futuro: ¡°Yo me cojo todo lo que hay y puedo vivir de feria en feria, porque lo que yo tengo no lo tiene nadie¡±. Sin embargo, ella pelea porque se pueda mantener de alguna manera el esp¨ªritu del establecimiento, la esencia, en medio de un entorno comercial cada vez m¨¢s uniforme y con menos personalidad en el centro de la capital.
Lo explicaba en una reuni¨®n organizada por la asociaci¨®n Madrid Ciudadan¨ªa y Patrimonio (MCyP) para recoger ideas ¡°para salvar el comercio tradicional¡±. All¨ª tambi¨¦n estaba Laura Madrue?o, cuarta generaci¨®n de Licores Madrue?o, muy cerca de la plaza del Callao; y ?ngel Manuel Garc¨ªa P¨¦rez, presidente de la Asociaci¨®n de Establecimientos Centenarios y Tradicionales de Madrid. No saben cu¨¢ntos de sus comercios est¨¢n afectados por el final de la pr¨®rroga; muchos son muy reservados, porque no les gusta hablar de sus problemas o ante la inminente negociaci¨®n con los caseros (este es el caso del due?o de un conocido restaurante del centro).
Pero tampoco la C¨¢mara de Comercio sabe cu¨¢ntos establecimientos de la capital y de toda la Comunidad, la mayor¨ªa tradicionales, tienen sobre ellos la losa del final de esa moratoria que termina despu¨¦s de 20 a?os: afecta a comercios con contrato de alquiler firmado como persona jur¨ªdica, es decir, como empresa; los que lo tienen como persona f¨ªsica mantienen las condiciones hasta que el titular se jubile o fallezca.
Hay, eso s¨ª, estimaciones: la Confederaci¨®n de Comercio de Madrid (COCEM) calcula que puede afectar al 15% de las tiendas. La patronal opina que en los grandes ejes comerciales y las zonas tur¨ªsticas de la ciudad el efecto ser¨¢ ¡°m¨¢s atenuado¡±, porque ya se han llegado acuerdos o se han ido. Adem¨¢s, el abogado ??igo Coello de Portugal ¡ªque particip¨® en una jornada en la C¨¢mara de Comercio para orientar a empresarios que se enfrentan a esta situaci¨®n¡ª opina que precisamente el contexto de crisis puede mitigar los efectos. ¡°Ahora no va a ser tan cruel, porque hay muchos locales vac¨ªos y muchos propietarios prefieren el plazo [asegurar que los inquilinos se queden m¨¢s tiempo] al precio [cobrar mucho m¨¢s]¡±, asegura el especialista. Admite, eso s¨ª, que depender¨¢ mucho de la ubicaci¨®n.
El Ayuntamiento asegura que nada puede hacer ante una ley estatal
Carlos Osorio, de MCyP, cree, sin embargo, que el fin de la moratoria puede ser el golpe de gracia para un tipo de tiendas que ya agoniza bajo el ahogo de la liberalizaci¨®n de horarios, la bajada de ventas por la crisis, los cambios de h¨¢bitos y las subidas de precios en las zonas comerciales m¨¢s atractivas por la presi¨®n de las grandes marcas, dispuestas a pagar precios a los que ellos ni se pueden acercar. ¡°Los comercios tradicionales han ido despareciendo, porque todo favorece a las grandes superficies. Y es una gran p¨¦rdida; estas tiendas tambi¨¦n son historia y tambi¨¦n son cultura. Hay que protegerlas si se quiere que Madrid sea Madrid y no cualquier otra ciudad¡±, protesta Osorio, que catalog¨® 500 establecimientos tradicionales, con utilidad y encanto (de ellos, 164 centenarios) en su libro Tiendas de Madrid, firmado con ?lvaro Ben¨ªtez.
Muchos han desaparecido ya: la droguer¨ªa Or¨²e, de la calle Postas (fundada en 1888); la pasteler¨ªa Niza, en Argensola (de 1847); la tienda de mantones, mantillas, abanicos o peinetas Gil, sucesor de Antol¨ªn Quevedo, en la Carrera de San Jer¨®nimo (1880); la camiser¨ªa Samaral, en la Gran V¨ªa (1934)... Y, entre los que aguantan, al menos una parte ha sido gracias a esos alquileres firmados hace m¨¢s de tres d¨¦cadas.
La jugueter¨ªa Asi tendr¨¢ con toda seguridad que marcharse de la tienda del n¨²mero 47 de la Gran V¨ªa que ocupa desde 1942. ¡°Tal y como est¨¢ la cosa, no podremos pagar lo que calculo que nos van a pedir¡±, dice Javier Ondarriega, cuarta generaci¨®n que se ocupa de la jugueter¨ªa. Y eso que su contrato no es tan antiguo: pagan 10.000 euros mensuales, pero en una zona donde pueden pedir por un local como el suyo hasta 25.000, asegura. ¡°Al final, la Gran V¨ªa se va a reducir a restaurantes de comida r¨¢pida, alg¨²n teatro y grandes cadenas de ropa¡±, a?ade.
¡°La imagen es un poco desoladora, con unos escaparates que se pueden ver iguales en cualquier galer¨ªa comercial. Pero no dejo de reconocer que la iniciativa privada es la iniciativa privada y que cada uno intentamos ganarnos la vida de la mejor manera posible¡±, dice el presidente de la Asociaci¨®n de empresarios de la Gran V¨ªa, Florencio Delgado. Adem¨¢s, cree que poco se puede hacer frente a una normativa estatal que afecta a todo el pa¨ªs y cuya aplicaci¨®n se conoce desde 1994.
Un portavoz del Ayuntamiento de Madrid explica que han acordado con la asociaci¨®n de centenarios buscar proyectos de apoyo y reactivaci¨®n para estas tiendas y que van a poner a su disposici¨®n a t¨¦cnicos jur¨ªdicos municipales. Sobre el posible cierre de establecimientos por el fin de la renta antigua, insiste en que nada pueden hacer. En Barcelona, sin embargo, el Consistorio ha paralizado por un a?o la concesi¨®n de licencias de obra y de actividad para poder buscar soluciones con tranquilidad, sin que contin¨²e el goteo de cierres. Se har¨¢ un cat¨¢logo de comercios emblem¨¢ticos y una comisi¨®n t¨¦cnica decidir¨¢ qu¨¦ merece la pena ser protegido y c¨®mo, aunque desde el Gobierno municipal han asegurado que no interceder¨¢n en los acuerdos entre propietarios e inquilinos y que las tiendas sin viabilidad econ¨®mica acabar¨¢n cerrando.
¡°Nosotros somos muy importantes para la ciudad, para su imagen. Y somos un elemento estabilizador de la sociedad, porque defendemos el trabajo de nuestros abuelos y de nuestros nietos¡±, a?ade ?ngel Manuel Garc¨ªa P¨¦rez, de los comercios centenarios. Insiste en que no piden ni dinero ni favores ni limosnas, pero s¨ª que se tenga en cuenta su singularidad ¡ªpor ejemplo, es muy caro mantener unas fachadas y un mobiliario antiguo, muchas veces protegido¡ª y los beneficios que aportan. Y admite, en todo caso, que ellos tambi¨¦n deben poner de su parte para no dar la imagen de estar anclados en el pasado y ponerse en valor todos juntos como atractivo tur¨ªstico y cultural de la ciudad para poder sobrevivir
¡°No hablamos de privilegios, pero s¨ª de hacer un plan integral del centro, que tenga en cuenta lo que aportan estos comercios al PIB de Madrid, que se marque una l¨ªnea sobre qu¨¦ tipo de ciudad se quiere y se act¨²e¡±, dice Gabriel Calles, concejal del PSOE. Junto a ¨¦l, han participado en algunas de las reuniones organizadas por MCyP la concejal de IU Milagros Hern¨¢ndez ¡ªque asegura que har¨¢ suyas las reclamaciones de los comerciantes y se las plantear¨¢ al equipo de Gobierno¡ª y Patricia Garc¨ªa, de UPyD.
Garc¨ªa pide mucha precauci¨®n a la hora de abordar el tema, pues insiste en que se trata de una ley estatal cuya aplicaci¨®n ha tenido un generoso margen de 20 a?os. Lo que reclama es un estudio para saber exactamente la dimensi¨®n del problema: ¡°Hay muchas casu¨ªsticas dependiendo del a?o de formalizaci¨®n del contrato, los traspasos que haya habido, si el contrato lo firma una persona f¨ªsica o jur¨ªdica¡±. Y, a partir de ah¨ª, pensar qu¨¦ se puede hacer, sobre todo, desde el punto de vista de protecci¨®n del patrimonio, del paisaje urbano, ¡°porque Madrid est¨¢ perdiendo su personalidad propia¡±. ¡°El Ayuntamiento por lo menos deber¨ªa reflexionar sobre qu¨¦ tipo de ciudad quiere y creo que no lo est¨¢ haciendo¡±, se queja.
Porque, quiz¨¢, aunque una tienda de mantillas se muera simplemente porque ya no se venden mantillas, se puede tener cuidado y elegir para sustituirle un tipo de comercio que respete el espacio y el esp¨ªritu del local en lugar de la en¨¦sima multinacional de la ropa o de la hamburguesa o el local de Compro Oro. Eso es al menos lo que le gustar¨ªa a Almudena Zarco, de la Bisuter¨ªa Otero, que pone como ejemplo la ?ptica Toscana en la calle de Hortaleza, instalada sobre una tienda de semillas fundada en 1881 respetando fachada, carteler¨ªa e interior (los suelos, los cajones...). Tanto los comerciantes como Osorio y Garc¨ªa se quejan de que el cat¨¢logo de elementos protegidos muchas veces est¨¢ incompleto y muchas m¨¢s, ni siquiera se controla. ¡°Si alguien llega a uno de esos de locales y se pone a cambiar cosas ¡ªhoy un cartel, ma?ana los suelos, pasado el mostrador¡ª nadie se entera¡±, asegura Zarco.
Pero Osorio no se resigna a seguir viendo morir tiendas y reclama esfuerzo e imaginaci¨®n, pues muchos de esos comercios que se dan por muertos podr¨ªan tener un resurgir: ¡°Y, si no, acordaos de las alpargatas de colores y las colas que ha habido en unas tiendas que parec¨ªan condenadas¡±.
Zarzaparrilla y an¨ªs escarchado
Un viejo reloj de pared de la madrile?a marca Coppel parado a la una y veinte preside el mostrador de Licores Madrue?o en la calle Postigo de San Mart¨ªn. A las cuatro y media de cualquier tarde, un grupo de turistas japoneses curiosea en la peque?a parte del local que hace de tienda abierta al p¨²blico y que, en realidad, apenas supone una min¨²scula porci¨®n de los 500 metros cuadrados de un comercio abierto en 1895 y que esconde todo tipo de joyas: los utensilios de laboratorio donde se preparaban las f¨®rmulas para fabricar los licores (se hizo hasta finales de los noventa), las cubas, las cocinas, las etiquetas¡ Hugo, empleado desde hace siete a?os, habla del ¨¦xito que tuvo en su d¨ªa el jarabe de zarzaparrilla ¡ª¡°mezclado con gaseosa ten¨ªa un sabor muy parecido a la Coca-Cola¡±¡ª o el an¨ªs escarchado. Laura Madrue?o dice que les gustar¨ªa hacer un museo, pero no lo hacen porque no saben cu¨¢nto tiempo podr¨¢n quedarse all¨ª. No tendr¨¢n que renegociar el alquiler el 1 de enero de 2015, pero el final de la pr¨®rroga de la ley de 1994 tambi¨¦n les afecta: el todav¨ªa due?o y padre de Laura, Mariano, tiene el contrato como persona f¨ªsica y no jur¨ªdica (como empresa), por lo que las condiciones de renta se mantienen hasta que fallezca o se jubile, sin embargo, ya no podr¨¢ subrogar el contrato a su hija, para que el negocio pueda permanecer all¨ª ¡°otros 100 a?os m¨¢s¡±. Querr¨ªan renegociar ya ¡ªpagan 700 euros en una zona donde se pueden llegar a pedir m¨¢s de 15.000¡ª, pero no lo consiguen ante la enmara?ada situaci¨®n legal de los herederos del edificio.
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