Vivir hasta el ¨²ltimo aliento
Los programas para enfermos terminales rompen los prejuicios sobre la recta final de la vida
Suena una trompeta invisible. Las notas revolotean en el aire. El p¨²blico escucha relajado, se r¨ªe y aplaude. La m¨²sica sale de la garganta de Mar¨ªa Villarino, voluntaria en el Hospital Centro de Cuidados Laguna. Esta cl¨ªnica est¨¢ especializada en la atenci¨®n de pacientes con enfermedades que ya no responden a tratamientos curativos, est¨¢n en el final de su vida. Medio millar de personas pasan anualmente por estas instalaciones para recibir, de manera profesional, los cuidados paliativos que exigen sus dolencias. Los prejuicios que se tienen sobre este tipo de asistencia desaparecen al cruzar las puertas del hospital. No acuden a esperar la muerte; vienen a vivir.
Nuestra labor es que se centren en el presente, que disfruten el d¨ªa a d¨ªa. Siguen vivos. Alonso Garc¨ªa, psic¨®logo?
El centro recibe enfermos en fase avanzada, con complicaciones agudas y que ya no pueden ser tratados en la comodidad de su casa. Como Josefa, una anciana inquieta que no deja de sonre¨ªr. Lleva poco tiempo en la cl¨ªnica, una semana, pero ya echa de menos su hogar. Villarino pasa por la habitaci¨®n de cada uno de los residentes para llamarles a la actuaci¨®n de magia que se celebra esa tarde. Cada viernes organizan una actividad diferente para que internos y familiares pasen un tiempo juntos y alejados de la dolencia. A Josefa la actividad que m¨¢s le gusta es la de los martes: cester¨ªa. ¡°El monitor hace unas cosas preciosas¡ ?y qu¨¦ manos!¡±. Se le escapa una risita.
Una de las primeras caras que recibe a los nuevos residentes es Alonso Garc¨ªa, psic¨®logo del centro. Los enfermos no solo llegan con necesidades m¨¦dicas f¨ªsicas, sino tambi¨¦n emocionales. ¡°Nuestra labor es que se centren en el presente, que disfruten el d¨ªa a d¨ªa. Siguen vivos¡±, expone Garc¨ªa. Al psic¨®logo no se le va la sonrisa en ning¨²n momento. Insiste una y otra vez en concentrarse en el momento, en el cari?o y el amor que una persona puede dar y recibir hasta cuando ya no est¨¢ mentalmente aqu¨ª, hasta su ¨²ltimo aliento.
La enfermedad impacta en todas las dimensiones de la persona. C¨®mo perciben el malestar est¨¢ ligado a su situaci¨®n an¨ªmica Raquel Puerta, especialista en cuidados paliativos
El trabajo de Garc¨ªa se enmarca dentro del programa de Atenci¨®n Integral con Enfermedades Avanzadas de la Obra Social La Caixa, que en cinco a?os ha atendido a m¨¢s de 9.000 enfermos madrile?os y a 12.700 familiares. Cuando los parientes deciden llevar a su padre, mujer o hermano a un centro como el de Laguna suelen acudir con miedo, cierto sentimiento de culpa por ¡°abandonar¡± a su ser querido. ¡°Solo 24 horas despu¨¦s de llegar, les cambia la cara¡±, confiesa Garc¨ªa. Los familiares habitualmente est¨¢n sometidos a un gran estr¨¦s por la situaci¨®n, una sobrecarga de la que muchas veces no son conscientes hasta que llegan al hospital. Los psic¨®logos se esfuerzan para que enfermos y parientes aprovechen el tiempo que les queda juntos.
Los psic¨®logos trabajan conjuntamente con los m¨¦dicos. Ambos buscan mitigar el dolor, solo que de or¨ªgenes diferentes. La doctora Raquel Puerta, especialista en cuidados paliativos, lo explica: ¡°La enfermedad impacta en todas las dimensiones de la persona. C¨®mo perciben el malestar est¨¢ ligado a su situaci¨®n an¨ªmica. La depresi¨®n puede potenciar el dolor f¨ªsico¡±.
En esta situaci¨®n de fragilidad, muchos enfermos se dan por derrotados y no contin¨²an con sus relaciones sociales. ¡°Est¨¢n cercanos a la muerte, pero, como todos, no saben si ser¨¢ hoy, o en un mes... Pueden y deben ser felices¡±, recalca la doctora. La idea es disfrutar de las personas queridas hasta el final.
Los ancianos recorren el pasillo empujando su silla de ruedas, ayudados por los voluntarios y cuidadores o acompa?ados por su familia. Es viernes y hay sesi¨®n de magia. Todo est¨¢ preparado, as¨ª que Villarino toca una trompeta invisible. La actuaci¨®n comienza y la magia saca la sonrisa de los ancianos. Durante un par de horas no ser¨¢n enfermos, solo ser¨¢n personas.
Despu¨¦s de la muerte de un ser querido?
Mar¨ªa Jos¨¦ Aguilar estuvo con su marido Jos¨¦ hasta el ¨²ltimo momento. A pesar de que podr¨ªa no haber vuelto al centro, acude cada semana a recibir el apoyo de Garc¨ªa. La atenci¨®n que estos hospitales prestan no se detiene una vez la persona ha fallecido, sino que prosiguen su labor durante el duelo. Aguilar todav¨ªa est¨¢ fr¨¢gil. Sus grandes ojos azules se pierden en los recuerdos cada vez que menciona el nombre de su marido, pero mantiene la entereza. ¡°Aqu¨ª encuentro paz y cari?o, el que me dieron desde el principio¡±, Garc¨ªa, a su lado, no le suelta la mano.
Aguilar recuerda el primer d¨ªa que llegaron. Los nervios y tambi¨¦n la sensaci¨®n de descanso poco despu¨¦s. ¡°Ya no ten¨ªa que preocuparme de lavarlo, moverlo..., solo de quererlo¡±. Los momentos que vivieron en la cl¨ªnica fueron los m¨¢s dif¨ªciles de su vida, pero no los rememora con angustia o con dolor, sino con apacibilidad. La tranquilidad se la da, tanto a ella como a su familia, el saber que tuvo ¡°una muerte digna, lo que todo el mundo desea para su ser querido¡±, en palabras de su hijo.
Aguilar se encierra en los ¨²ltimos d¨ªas de Jos¨¦, en el fallecimiento, en lo que le echa de menos. Entonces Garc¨ªa la interrumpe: ¡°Ella es muy fuerte y ya est¨¢ saliendo de todo ese dolor¡±. Aguilar asiente con una media sonrisa. ¡°Tengo que continuar. Tengo tres hijos y ¨¦l es el cuarto¡±, dice refiri¨¦ndose al psic¨®logo.
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