El hedonismo de la tristeza
El tr¨ªo barcelon¨¦s dosifica el estreno de su nuevo ¡®Sierra y Canad¨¢¡¯, en el que las m¨¢quinas invitan a un baile sumido en las incertidumbres
Ganar¨¢n adeptos o se les desenganchar¨¢n en cada devaneo estil¨ªstico, pero Sidonie mantienen sus constantes vitales disparadas despu¨¦s de 17 a?os en la carretera. Anoche eran un manojo de nervios (arpegios temblorosos, una baqueta que se le escurre a Axel) para presentar en el Teatro Lara su s¨¦ptima entrega, Sierra y Canad¨¢, as¨ª que optaron por la dosificaci¨®n prudente: solo cinco temas de ese disco rosa chicle que lleg¨® hace ocho d¨ªas junto a los anaqueles.
Los barceloneses se han tornado ros¨¢ceos pero no euf¨®ricos, por mucho que luzcan fardonas cazadoras doradas. Asumen el hedonismo de la tristeza, anuncian sus nombres con letras de ne¨®n para bailarnos la danza del desaliento. Los tres teclados con los que arranca el tema central demuestran su fe en la m¨¢quina como transmisora de angustias. Y este giro sonoro y an¨ªmico (ojo: el cantante, Marc Ros, afronta la debacle de los 40) los emparenta de alg¨²n modo con sus paisanos Dorian. Movamos los m¨²sculos, maldita sea, antes de que nos dobleguen la misantrop¨ªa o la artrosis.
Algunos de los nuevos t¨ªtulos Gainsbourg se encomiendan a postulados casi rob¨®ticos, mientras que Hiroshima mi amor es una balada de belleza sideral. Jes¨²s Senra suple bajo por sintetizador en ambos casos, confirmando la sospecha, junto a esos maniqu¨ªes en el escenario, de que la banda ha estado repasando con ah¨ªnco la discograf¨ªa de Kraftwerk. Lo m¨¢s feliz que le ha salido a Ros en esta tanda, por contenido e inspiraci¨®n, es la extraordinaria Un d¨ªa de mierda¡¯, que habr¨ªan suscrito Se?or Mostaza hasta la ¨²ltima nota. Para combatir los efectos de esta oscuridad tecno¡¯, los catalanes se concedieron un generoso repaso por lo m¨¢s radiante de su repertorio, desde En mi garganta a Un d¨ªa m¨¢s en la vida o Los olvidados, con un estribillo que no habr¨ªan superado ni Los Brincos.
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