Viaje de negocios con espada y hacha
Una exposici¨®n sueca en el Museo Mar¨ªtimo de Barcelona trata de desmitificar a los vikingos y librarlos del estereotipo de sanguinarios
Unos ins¨®litos turistas han desembarcado en Barcelona. No llegan en cruceros sino en sus r¨¢pidos drakkars. Son escandinavos pero vienen de muy lejos en el tiempo y algunos de sus l¨ªderes lucen nombres tan intimidadores como Eric hacha sangrienta, Harald el implacable, o Ragnar calzas peludas (!). Efectivamente, son los vikingos o m¨¢s apropiadamente los Hombres del Norte (aquellos cuya ira trataban de conjurar rezando los monjes de Lindisfarne), el legendario pueblo que sacudi¨® ¡ªpor la v¨ªa del terror¡ª la imaginaci¨®n del mundo altomedieval y el eco de cuyas aventuras ha cautivado la nuestra manifest¨¢ndose en muy diferentes formas: desde la inolvidable pel¨ªcula Los vikingos de Richard Fleischer ("?Odiiiiiin!") hasta la serie televisiva (que acaba de arrancar su segunda temporada) pasando por Vicky el vikingo y Sigrid, la chica del Capit¨¢n Trueno.
Achicando agua
La exposici¨®n sueca en el? Museo Mar¨ªtimo tiene un amplio apartado dedicado a la relaci¨®n de los vikingos con el mar, que no estaba exenta de peligros pues el naufragio era una amenaza constante y ya fueras? a Am¨¦rica (Vinlandia) o a atacar Constantinopla (Micklegard) no parabas de achicar agua. En este contexto naval, se exhibe una reproducci¨®n de uno de los barcos funerarios de Gokstad. Es uno de los peque?itos pero puedes imaginarte un Gran Drag¨®n (los barcos de guerra) y que caminas alegremente sobre los remos como Kirk Douglas (Einar) en Los vikingos. La muestra en el MMB, muy did¨¢ctica y familiar, se rodea de actividades paralelas que incluyen talleres de construcci¨®n de drakkars y joyas, gastronom¨ªa vikinga, un mercado y una fiesta en la que se degustar¨¢ cerveza vikinga (?VikingFest?).
Los vikingos, pues, han llegado a la capital catalana. Lo han hecho como protagonistas de una interesant¨ªsima exposici¨®n itinerante sueca (Els Vikings) inaugurada ayer (hasta el 28 de septiembre) en el Museo Mar¨ªtimo (MMB) en las Drassanes. La invasi¨®n barcelonesa coincide con la de Londres, en cuyo British Museum abri¨® hace un mes otra exposici¨®n (Vikings, life and legend) sobre el mismo tema y con id¨¦ntico objetivo: desmitificar a los vikingos y mostrar la realidad de sus (duras) vidas m¨¢s all¨¢ del estereotipo de brutales guerreros y piratas sedientos de sangre y bot¨ªn. La muestra del MMB es ¡ªcomo reconocen sus propios responsables¡ª menos espectacular que la del British y carece de las grandes piezas ic¨®nicas de esta, pero est¨¢ llena de maravillas. No la menor el barco fantasma dibujado en el aire por los clavos de su casco y que remite a las naves mortuorias y los funerales vikingos que tanto anhelaban los hermanos Geste (se exhiben tambi¨¦n, por cierto, los restos incinerados de un perro que acompa?¨® a su amo al m¨¢s all¨¢).
Son en total 482 objetos (el 95 % originales y el resto r¨¦plicas), procedentes del Museo estatal de historia de Estocolmo y arropados por un cuidad¨ªsimo dise?o expositivo que incluye dispositivos interactivos en los que puedes visualizar Asgard, excavar, precisamente, un barco-tumba o sopesar una espada vikinga (me pareci¨® ligera: o estoy cachas o con eso no le cercenas el brazo a Eric junto al pozo de los lobos del rey Aella).
Dividida no cronol¨®gicamente sino por ¨¢mbitos tem¨¢ticos la exhibici¨®n incluye much¨ªsimos elementos de la vida cotidiana ¡ªel af¨¢n por acercarnos a esas gentes es palpable¡ª y algunos realmente sensacionales como una f¨ªbula de plata y bronce adornada con una peque?a bestia (quiz¨¢ el lobo Fenrir, que en el Ragnarok matar¨¢ a Od¨ªn), un min¨²sculo colgante que representa a una valkiria o m¨¢s probablemente a una de las v?lur (v?lva en singular), las adivinas n¨®rdicas (como la Kitala del filme de Fleischer), ?un tabl¨®n de drakkar! ¡ª?ser¨¢ del nav¨ªo real Gran Serpiente (Ormrinn Langi) y el ¨²ltimo que pis¨® Olaf Tryggvason en la batalla de Svolder?, seguramente no¡ª; o, y perd¨®nenme el morbo, el fragmento de cr¨¢neo humano que muestra una hendidura causada por una espada: un mudo testimonio de alg¨²n lejano combate perdido en las nieblas de la historia. Adem¨¢s, peines, amuletos (martillitos de Thor pre-Marvel), joyas, un cuchillito con la inscripci¨®n r¨²nica "piensa en m¨ª, pienso en ti, ¨¢mame, te amo" (?eso no lo ha escrito Eric hacha sangrienta!) y unos patines para el hielo de hueso.
La exposici¨®n, como ha quedado dicho, trata de "romper estereotipos" y as¨ª se enfatiza, una vez m¨¢s ¡ªhace treinta a?os que los estudiosos vienen dici¨¦ndonoslo¡ª, que los vikingos no llevaban cuernos en sus cascos (una iconograf¨ªa que debemos a Wagner); que el pillaje y la pirater¨ªa eran solo una parte de sus actividades comerciales, que eran una gente dedicada mayoritariamente a la agricultura y la ganader¨ªa y sin ninguna anomal¨ªa moral colectiva, ni m¨¢s ni menos sanguinarios y crueles que el resto de sus contempor¨¢neos (incluso parece ser que eran m¨¢s limpios).
En realidad ni siquiera se llamaban vikingos, palabra que parece derivar de la actividad de ir de correr¨ªas. As¨ª uno hac¨ªa el vikingo y no era vikingo. Ese af¨¢n de desmitificar las tropel¨ªas de los antiguos escandinavos se esencializa en el t¨ªtulo de uno de los apartados de la exposici¨®n, De viaje de negocios, que tiene su miga cuando uno contempla asombrado en una vitrina bajo ese ep¨ªgrafe impresionantes espadas, hachas (con las que los vikingos eran eso, unos hachas) y una lanza vieja y oscura que podr¨ªa ser la mism¨ªsima (pon¨ªan nombre a sus armas) Gungnir del dios Od¨ªn...
Controvertida '?guila de sangre'
En relaci¨®n con el estereotipo salvaje y cruel de los hombres del norte le pregunto a la atractiva conservadora del museo sueco Kerstin N?verskvold por la c¨¦lebre ?guila de sangre, el sacrificio o tortura ritual que inflig¨ªan a sus enemigos m¨¢s notables los vikingos y que consist¨ªa en abrir la caja tor¨¢cica,extraer los pulmones y extenderlos a los lados del cuerpo como espeluznantes alas sangrientas. "Es una invenci¨®n literaria de fuentes islandesas", afirma sin pesta?ear la experta, aline¨¢ndose con autores como Paddy Griffith (autor de un sugestivo libro reciente sobre el arte de la guerra de los antiguos escandinavos, Los Vikingos, terror de Europa, Ariel, 2014). No obstante esa gran fuente que es John Haywood no duda que los paganos escandinavos, que practicaban sacrificios humanos,eran capaces de ello. Cosa que no los diferenciaba mucho en realidad de sus coet¨¢neos.
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