El milagro de ¡®Kitege¡¯ vuelve al Liceo
La obra maestra de Rimski-K¨®rsakov regresa tras 44 a?os de ausencia en un espectacular montaje teatral de Dimitri Tcherniakov.
?El mejor espect¨¢culo de la temporada llega al Liceo. Lo afirma sin pesta?ear Joan Matabosch, director art¨ªstico del Teatro Real, que ha presentado en el coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s el espectacular montaje de La ciudad invisible de Kitege, pen¨²ltima ¨®pera de Nicolai Rimski-K¨®rsakov, que el domingo regresa al Liceo, donde se estren¨® en 1926 y fue un t¨ªtulo de culto hasta la guerra civil. Tras 44 a?os de ausencia- se represent¨® por ¨²ltima vez en 1970- vuelve al Liceo en un espectacular montaje dirigido musicalmente por Josep Pons con el que debuta en Barcelona el pol¨¦mico director de escena ruso Dimitri Tcherniakov. El teatro dedica las cinco funciones, programadas hasta el 30 de abril, a la memoria de Llu¨ªs Andreu, ex director art¨ªstico del Liceo fallecido el pasado domingo en Barcelona tras una larga enfermedad.
Coproducido a tres bandas por la ?pera de Amsterdam, que lo estren¨® en 2012, la Scala de Mil¨¢n y el Liceo, Kitege es t¨¦cnicamente uno de los espect¨¢culos m¨¢s complejos y lujosos que ha presentado el coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s. Todo en esta producci¨®n adquiere proporciones gigantescas: se han necesitado 15 tr¨¢ileres para descargar los decorados y el atrezzo, que incluye m¨¢s de veinte camas, docenas de mesas y sillas de bar y exige amplios efectivos que han obligado al teatro a contratar m¨¢s de un centenar de personas para reforzar las plantillas de coro y orquesta, personal de escenario y figurantes.
La soprano Svetlana Ignatovivh, los tenores Dimitry Golovnin y Maxim Aksenov, los bajos Eric Halfvarson y Vladimir Ognovenko y el bar¨ªtono Dimitris Tiliakos encabezan un amplio reparto coral, con 15 personajes en escena, nutridos efectivos corales y despliegue de figurantes.
En esta superproducci¨®n, que Matabosch considera ¡°un acontecimiento de primera magnitud en la temporada l¨ªrica espa?ola¡±, todo es a lo grande, comenzando por su coste -1,3 millones de euros-, mientras que seg¨²n cifras aportadas por el director del Liceo, Roger Guasch, la recaudaci¨®n que se espera por las cinco funciones programadas es de 650.000 euros. En una entrevista publicada el pasado 30 de marzo por este diario, Guasch esgrim¨ªa estas cifras para argumentar que espect¨¢culos tan costosos ya no son asumibles por un teatro que tiene un d¨¦ficit de 16 millones de euros.
Visiblemente enfadado por esta valoraci¨®n, Matabosch enmienda la plana al actual director del teatro. ¡°Me parece absurdo dar as¨ª las cifras, porque, de entrada, se trata de una coproducci¨®n pagada por tres teatros que ya ha sido alquilada por varios teatros europeos interesados en la calidad de esta propuesta, que sit¨²a al Liceo en primera divisi¨®n de la escena oper¨ªstica. Y me atrevo a pronosticar que acabar¨¢ dando beneficios¡±, explica el ex director art¨ªstico del coliseo barcelon¨¦s.
¡°No se puede sacar de un contexto general, porque en el balance de una temporada, espect¨¢culos m¨¢s rentables, como Tosca, compensan otros que lo son menos. Y creo que el Liceo, y cualquier teatro p¨²blico con ambici¨®n, debe seguir asumiendo retos culturales de esta magnitud¡±, subraya Matabosch, recordando que, desde su estreno en Amsterdam, ha cosechado prestigiosos premios europeos.
Con el regreso de Kitege, se hace justicia a una obra maestra, estrenada en 1907 en el teatro Mariinski de San Petersburgo, que caus¨® furor en su estreno el Liceo en 1926, en la que fue su primera representaci¨®n fuera de Rusia. ¡°Fue un aut¨¦ntico delirio. El p¨²blico se enamor¨® de su grandiosidad musical y desde su suntuoso estreno hasta la guerra civil, fue la opera que m¨¢s se hac¨ªa, superando a Tosca o Rigoletto¡±, comenta Matabosch. ¡°Se hizo tan famosa que los primeros discos del Liceo se hicieron con fragmentos de Kitege, que se consideraba el Parsifal ruso¡±.
Dmitri Tcherniakov asegura sentirse feliz difundiendo una ¨®pera que recoge la sensibilidad colectiva rusa de forma admirable y est¨¢ basada en las leyendas medievales de la santa Fevronia y Kitege, ciudad que se hace invisible para sobrevivir a la invasi¨®n t¨¢rtara. La obra, cuyo t¨ªtulo completo es La ciudad invisible de Kitege y la doncella Fevronia se hace poco incluso en Rusia por su complejidad, aunque siempre ha permanecido en el repertorio del Mariinski y el Bolshoi de Mosc¨². ¡°Pero los teatros m¨¢s peque?os no se lo pueden permitir, se necesitan masas enormes y es complicada. Y en el tratamiento de la tradici¨®n, se aleja de la l¨ªnea de Boris Godunov. No es el drama de un pueblo, es algo m¨¢s espiritual y m¨¢gico¡±, afirma Tcherniakov, aut¨¦ntico enfant terrible de la escena rusa.
¡°El libreto, que vincula dos leyendas medievales, es una obra maestra por su valor literario, cosa rara en la opera vinculo dos leyendas medievales y la influencia de Wagner, aunque sea de forma incosciente, se escucha en la musica¡±, explica. ¡°Amo esta m¨²sica y con mi montaje quiero acercar al espectador de hoy su esencia literaria y musical. Fevronia es una r¨¦plica femenina de San Francisco de As¨ªs, entiende el lenguaje de los animales y mantiene una relaci¨®n espiritual muy intensa con la naturaleza y las personas. Por eso su relaci¨®n con el otro gran personaje de la trama, el borracho y asocial Grisha Kuterma, se tradude en di¨¢logos sobre temas espirituales y sobrenaturales¡±.
¡°Cada uno de sus cuatro actos parecen ¨®peras diferentes por su clima y atm¨®sfera musical y teatral¡±, afirma Josep Pons. ¡°El primer acto es el mundo puro de Fevronia, sensible y sutil, con delicadas intervenciones pastorales y el sonido de los p¨¢jaros. El segundo, vital y colorista, plasma el mundo de la taberna y Kuterma, con esencias del folklore, incluido el sonido de balalaikas. En el tercero dibuja la atm¨®sfera de pregaria de la comunidad cat¨®lica con m¨²sica de belleza extraordinaria que evoca la consagraci¨®n de Parsifal, y tiene como brutal contraste la violencia orquestal de la batalla con los t¨¢rtaros, que anticipa rasgos de Shostak¨®vich y Stravinski. El cuarto es un ep¨ªlogo que plasma la locura de Kuterna y el recuerdo de Fevronia, resuelto por Tcherniakov con toques de genialidad¡±.
Ante el despliegue de medios, que han generado problemas de log¨ªstica en el escenario del teatro y ha obligado a suprimir, por razones de seguridad, algunos efectos de fuego con gas, el director ruso asegura que, tras su estreno en Amsterdam hace dos a?os, ¡°casi hab¨ªa olvidado lo enorme y compleja que era la producci¨®n¡±, que a¨²n no ha sido presentada en la Scala de Mil¨¢n.
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