M¨¢s gasolina para apagar el fuego
La v¨ªctimas del terrorismo de ETA se sienten derrotadas por la designaci¨®n de Ezenarro
Entre las v¨ªctimas del terrorismo de ETA se suspiraba estos d¨ªas por evitar la designaci¨®n de Aintzane Ezenarro como sustituta de Txema Urkijo en el ¨¢rea de Paz y Convivencia. Entend¨ªan que si fuera la elegida, como as¨ª ha ocurrido por deseo expreso del lehendakari, I?igo Urkullu, simplemente servir¨ªa para sepultar un modelo de acercamiento a quienes han sufrido la violencia de la banda terrorista y dinamitar¨ªa la confianza de este colectivo en la voluntad real del Gobierno nacionalista.
Ahora, mientras digieren su profunda decepci¨®n, ya no les queda ninguna duda sobre la ¨²nica voluntad que maneja el Ejecutivo en una materia tan sensible y en medio de un enmara?ado proceso de paz. Se sienten derrotados. Por ello, se desprende con inusitada rapidez que, que con la destituci¨®n de Urkijo, el lehendakari no solo terci¨® hace diez d¨ªas en un duelo personal insostenible desde hace m¨¢s de un a?o entre los dos principales pilares del ¨¢rea de Paz y Convivencia sino que aval¨® plenamente una filosof¨ªa de entender a las v¨ªctimas del terrorismo muy diferente a la que se ven¨ªa manteniendo.
Vaya, abraz¨® el m¨¦todo de Jonan Fern¨¢ndez al convenir que no existe motivo alguno para justificar la aplicaci¨®n de un tratamiento diferenciado porque, en definitiva, todas son v¨ªctimas. La manida equiparaci¨®n. Incluso al escuchar c¨®mo Urkullu apel¨® desde el Parlamento a empezar a ¡°trabajar en serio¡± con las v¨ªctimas del terrorismo pudiera pensarse que, quiz¨¢ sin pretenderlo, el lehendakari cuestiona la legitimidad y validez del esfuerzo desgranado hasta ahora, y realizado en unas condiciones sociopol¨ªticas diametralmente opuestas a las que se disfrutan afortunadamente a partir de octubre de 2012.
Por todo ello, conforme se suceden las etapas de este espinoso conflicto interno desatado en un ¨¢rea de importancia capital, aumentan las pesadillas para la exposici¨®n pol¨ªtica del Gobierno vasco, a quien la dimensi¨®n de esta pol¨¦mica y el progresivo enrarecimiento del clima pol¨ªtico puede acabar erosionando hasta l¨ªmites poco favorables para su imagen. La prolongaci¨®n de la sombra de Fern¨¢ndez en el nombramiento de Ezenarro arroja inesperadamente demasiada gasolina al fuego prendido entre v¨ªctimas y partidos, dentro y fuera de Euskadi. Y Urkullu lo sabe.
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