Una sentencia de Josep Pla
Ha pasado una semana y nadie ha citado la famosa frase atribuida Josep Pla: ¡°Nada se parece m¨¢s a un espa?ol de derechas que un espa?ol de izquierdas¡±. No ha hecho falta porque hay coincidencia entre los comentaristas m¨¢s conspicuos del soberanismo y del antisoberanismo: a la hora de encarar la propuesta de consulta sobre la independencia de Catalu?a en el Congreso de los Diputados, Rajoy y Rubalcaba son dos gotas de agua. Unos lo denuncian y otros lo celebran, pero ambos coinciden en lo sustancial, la denegaci¨®n de la transferencia de competencia para efectuar la consulta les une a ambos, incluso en los aplausos cosechados por los diputados, al menos de algunos populares para el l¨ªder socialista.
?Hubo diferencias que desmientan la frase supuestamente planiana? Las hubo en los discursos y en los argumentos. En el diagn¨®stico: para Rajoy todo es un l¨ªo del que son responsables quienes lo han creado; para Rubalcaba hay un problema real de desentendimiento, del que en buena parte es responsable el propio Rajoy. En la soluci¨®n: Rajoy propone la inmovilidad; Rubalcaba sugiere una reforma constitucional que pueda ser refrendada luego por los catalanes. Pero al final, lo que cuenta es el voto, y ah¨ª no hubo variaciones.
Los matices y los tonos gris¨¢ceos, tan propios del escritor ampurdan¨¦s, no ligan en un escenario maniqueo y polarizado
Todo estaba en el guion. Cualquier variaci¨®n, propia de culturas pol¨ªticas algo m¨¢s sofisticadas, quedaba fuera de lugar. Es imposible imaginar en un escenario polarizado como el nuestro que los socialistas se hubieran abstenido, sin necesidad de apoyar la propuesta pero dejando que fuera la mayor¨ªa absoluta del Gobierno la que cerrara el paso a la propuesta nacionalista. Quien osara hollar este camino, sospechoso de dudas sobre la unidad de la patria com¨²n e indivisible, quedar¨ªa autom¨¢ticamente descalificado para optar a gobernar en Madrid. Todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil es imaginar que hubiera funcionado la pluralidad socialista y la relaci¨®n federal en forma de un voto diferenciado: en contra el PSOE y abstenci¨®n del PSC. Rubalcaba hubiera quedado desautorizado y, a efectos pr¨¢cticos hubiera sido lo mismo que con una abstenci¨®n socialista en bloque.
Dejando volar la imaginaci¨®n, quedar¨ªa todav¨ªa una tercera posibilidad, m¨¢s exigente a¨²n respecto a la sutilidad del sistema pol¨ªtico que tenemos. Partamos de que la propuesta significaba el inicio de un tr¨¢mite parlamentario, no la aceptaci¨®n de la transferencia de la competencia para convocar la consulta. En el parlamento imaginado de Nunca Jam¨¢s, se aprobar¨ªa la aceptaci¨®n a tr¨¢mite, pero luego se discutir¨ªa y enmendar¨ªa para dejar la proposici¨®n de ley en nada o aceptarla en alguna de sus partes.
Hab¨ªa una novedad que abonaba el debate sobre esta posibilidad: la sentencia del Constitucional sobre la declaraci¨®n soberanista que reconoce el car¨¢cter leg¨ªtimo y constitucional de la aspiraci¨®n a realizar la consulta, aunque la rechaza ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n o expresi¨®n de una inexistente soberan¨ªa catalana. Sentencia en mano, cab¨ªa la discusi¨®n sobre la necesidad de consultar a los catalanes, las garant¨ªas su car¨¢cter no vinculante, la oportunidad y constitucionalidad de las preguntas tal como pretende formularlas Artur Mas o la idoneidad de la fecha del 9 de noviembre, cuestiones las dos ¨²ltimas decididas unilateralmente por una mayor¨ªa parlamentaria catalana que no llega a los dos tercios.
A la hora de encarar la propuesta de consulta sobre la independencia de Catalu?a en el Congreso de los Diputados, Rajoy y Rubalcaba son dos gotas de agua
Si la sentencia del Constitucional apenas entr¨® en el debate es porque no interesa a ninguna de las dos posiciones enfrentadas de forma maniquea. La frase atribuida a Josep Pla tiene la virtud de que admite la direcci¨®n inversa: ¡°Nada se parece m¨¢s a un catal¨¢n de derechas que un catal¨¢n de izquierdas¡±. El t¨®pico impl¨ªcito en la sentencia es el de una irreductible separaci¨®n esencial entre lo espa?ol y lo catal¨¢n, de forma que tanto espa?oles como catalanes se definen por lo que tienen en com¨²n seg¨²n sus respectivas identidades y no por la separaci¨®n entre izquierdas y derechas.
Arturo San Agust¨ªn ha fabricado un libro estupendo alrededor de la pregunta ?Cu¨¢ndo se jodi¨® lo nuestro? Catalu?a-Espa?a: cr¨®nica de un portazo (Destino) que formula a una veintena de personas (aclaraci¨®n: yo soy una de ellas). Unos dicen que todo empez¨® con la sentencia del Estatut, otros con el Estatut mismo, otros m¨¢s se remontan a los a?os 80 y a¨²n hay algunos que apelan a la irreductible diferencia entre espa?oles y catalanes y sit¨²an el conflicto en el dep¨®sito de las verdades eternas e inmutables, sin remedio alguno en el pasado y sin atisbo de soluci¨®n alguna en el futuro.
Aterricemos de una vez para comprobar la cita de Pla: Quadern Gris, 28 de septiembre, 1918. ¡°Lo que m¨¢s se parece a un hombre de izquierdas en este pa¨ªs es un hombre de derechas. Son iguales, intercambiables, han mamado la misma leche. ?Podr¨ªa ser de otra forma? No lo dudes: esta divisi¨®n es inservible¡±. El escritor pone las palabras en boca de su padre, que puede referirse a l¡¯Empord¨¤, a Catalu?a o a Espa?a cuando habla de los pol¨ªticos. Nada hay en la cita que se acerque a las irreductibles esencias nacionales, ajenas al escritor de los matices y de las tonalidades gris¨¢ceas, los territorios donde crecen la sutilidad y la capacidad de acuerdo que tanto nos faltan ahora.
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