Inbal dirige a la OSG tras su ¨¦xito con el Trist¨¢n
Van Keulen muestra su virtuosismo y sensibilidad en el Concierto n? 1 de Bart¨®k
Tras su gran ¨¦xito wagneriano con el Tristan e Isolda de septiembre pasado, Eliahu Inbal volvi¨® al podio de la Orquesta Sinf¨®nica de Galicia para ofrecer al p¨²blico un programa basado en tres periodos bien diferenciados. Esta semana -el jueves en Vigo y el viernes en A Coru?a-, la orquesta gallega tuvo en sus atriles la Sinfon¨ªa n? 35, ¡°Haffner¡±, de Mozart; el Concierto para viol¨ªn n? 1 de Bart¨®k y la Sinfon¨ªa n? 7 de Dvorak.
Desde los primeros compases de la Haffner, la OSG se reafirm¨® como el espl¨¦ndido instrumento mozartiano que es gracias a lo que le aportaron grandes directores durante a?os, especialmente en el Festival Mozart. El recuerdo de este deja en algunos aficionados coru?eses avisados una cierta sensaci¨®n de orfandad, habituados como estaban a su retorno cada primavera. Inbal dirigi¨® la obra sin partitura, con una cuerda algo numerosa para los usos actuales -38 efectivos- y una gama din¨¢mica muy amplia pero bastante matizada, especialmente en el Andante. El Minueto y su Trio sonaron con tempi muy diferenciados y el Presto tuvo una expresividad superior al mero contraste din¨¢mico.
El Concierto para viol¨ªn n? 1 de Bart¨®k transmite los sentimientos del autor, enamorado de la violinista Stefi Geyer, a quien dedic¨® la obra. Muertos ambos antes de que el concierto fuera interpretado, su Andante sostenuto transmite con serenidad el embeleso inicial del enamoramiento. El contrapunto de sus delicadas escalas iniciales fue desgranado con gran sensibilidad por Isabelle van Keulen y los solistas de cuerdas de la OSG. La plenitud del sentimiento y sus estados de ¨¢nimo encontrados surgieron en la incorporaci¨®n de la orquesta, acentuados por el corno ingl¨¦s de David Villa y el oboe de Casey Hill. La esccritura del Allegro giocoso permiti¨® a Van Keulen mostrar su virtuosismo y los diferentes ambientes musicales de la partitura reflejaron los contrastes expresivos propios de la relaci¨®n amorosa. Los aplausos del p¨²blico fueron correspondidos por la solista con un hermoso arreglo para viol¨ªn solo del Aria inicial de las Variaciones Goldberg de Bach.
La versi¨®n que hicieron Inbal y la Sinf¨®nica de la S¨¦ptima de Dvorak resalt¨® desde el Maestoso inicial la riqueza t¨ªmbrica propia de su creador. Destacaron luego el solo de clarinete de Iv¨¢n Mar¨ªn en el Poco adagio, la ligereza danzante del Scherzo y el aire entre lejano y buc¨®lico de su Poco meno mosso. La fuerza interior con que se toc¨® el Finale mostr¨® el influjo que la Sinfon¨ªa n? 3 de Brahms tuvo en el autor bohemio en el momento de componer esta S¨¦ptima, influencia que refrenda de forma palmaria su uso de los metales en sus ¨²ltimos compases en tutti. Fue la r¨²brica de una agradable y fruct¨ªfera semana de trabajo.
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