Las contradicciones de la energ¨ªa
A medida que los recursos energ¨¦ticos se agotan y se encarecen, crece la preocupaci¨®n sobre c¨®mo preservarlos
Creo que poco a poco vamos siendo conscientes de la enorme importancia que la energ¨ªa tiene para nuestra vida individual y colectiva. La energ¨ªa es un elemento esencial para vivir (el componente m¨¢s importante de los alimentos es su poder energ¨¦tico). Adem¨¢s, sin tener disponible una gran cantidad de energ¨ªa externa a nosotros, la libertad de movimientos, el confort, nuestro acceso al uso de objetos materiales o de servicios personales, quedar¨ªan enormemente reducidos. Una de las diferencias fundamentales entre las sociedades primitivas y las modernas sociedades industriales es que el consumo per c¨¢pita de energ¨ªa es, en estas ¨²ltimas, unas veinte veces superior. No es de extra?ar que crezca la preocupaci¨®n de qu¨¦ va a pasar en las pr¨®ximas d¨¦cadas con la energ¨ªa, y c¨®mo deber¨ªamos prepararnos al respecto. Para ello es bueno ser conscientes de algunas contradicciones.
Producci¨®n y transformaci¨®n. Cuando hablamos de producir energ¨ªa, es que hemos olvidado lo que nos ense?aron en la escuela: ¡°La energ¨ªa ni se crea ni se destruye; solamente se transforma¡±. No podemos producirla; solo podemos recuperarla y/o transformarla. Con la excepci¨®n de la nuclear, toda la energ¨ªa que consumimos tiene un ¨²nico origen: las reacciones de fusi¨®n que se producen en el sol, una parte de cuyas radiaciones alcanzan la tierra. O las aprovechamos directamente (solar), o aprovechamos los movimientos que generan en la atm¨®sfera (e¨®lica), o recuperamos la energ¨ªa que, a trav¨¦s de la fotos¨ªntesis, se almacen¨® y se almacena cada d¨ªa en la materia org¨¢nica (madera, carb¨®n, petr¨®leo, gas¡).
Nuestra producci¨®n consiste en liberar esta energ¨ªa almacenada, o en transformarla en otra m¨¢s f¨¢cil y c¨®moda de utilizar. Por ello debemos distinguir entre la energ¨ªa primaria (de d¨®nde la obtenemos), y la energ¨ªa final (c¨®mo la utilizamos). Deber¨ªamos fijarnos mucho m¨¢s en estos procesos de transformaci¨®n y en las p¨¦rdidas que en ellos se producen. Es absurdo, por ejemplo quemar gas para liberar calor, que calienta vapor, que mueve una turbina, y genera electricidad; transportarla a gran distancia y, en un radiador el¨¦ctrico, calentar nuestra habitaci¨®n. Como consecuencia de todos estos pasos, el calor que finalmente utilizamos no debe alcanzar m¨¢s del 25% del que ha producido la combusti¨®n del gas. Hemos desperdiciado una gran parte de la energ¨ªa que hemos gastado y pagado. Este caso, como tantos otros, nos demuestra hasta qu¨¦ punto es urgente hablar menos de la producci¨®n y mucho m¨¢s de la eficiencia energ¨¦tica. Lo principal no es producir m¨¢s, sino utilizar m¨¢s eficientemente.
Bueno, bonito y barato. La aplicaci¨®n de este dicho popular a la energ¨ªa es distinta: ¡°segura, limpia y barata¡±. Es decir, necesitamos la seguridad de tenerla cuando la queremos; necesitamos que no tenga efectos perjudiciales por emisi¨®n de gases o radiaciones; y deseamos que tenga el menor coste posible. Es f¨¢cil entender que ninguna energ¨ªa primaria cumple con las tres. Las renovables, solar o e¨®lica, no son seguras (no siempre hace sol ni viento). La combusti¨®n de carb¨®n, petr¨®leo o gas no es limpia (las emisiones de CO2 son perjudiciales).
Las perspectivas futuras de precio de los combustibles f¨®siles no son tranquilizadoras. Aunque nuestro objetivo a largo plazo debe ser ¡°todo renovables¡±, ello es dif¨ªcil mientras no se aumente la disponibilidad aumentando la capacidad de almacenamiento de la energ¨ªa el¨¦ctrica. Por ahora, estamos obligados a usar una mezcla de energ¨ªas primarias, en las proporciones m¨¢s adecuadas a partir de un compromiso entre los tres objetivos. En el caso de Catalunya parece claro que se debe ir aumentando la proporci¨®n de renovables, especialmente de tipo e¨®lico, y seguir aprovechando durante un tiempo la energ¨ªa barata de origen nuclear e hidr¨¢ulico.
Eficiencia y precio. A medida que se ha ido observando que los recursos energ¨¦ticos se agotan, se encarecen o no pueden utilizarse por razones de sostenibilidad, se ha hecho necesario avanzar sobre todo en dos direcciones: utilizar m¨¢s energ¨ªas renovables y reducir la demanda de energ¨ªa primaria mediante el ahorro y la eficiencia. Cada vez son m¨¢s necesarias pol¨ªticas para incentivar estos comportamientos, pero se plantea una contradicci¨®n importante con su coste. En una econom¨ªa de mercado, el mayor incentivo para el ahorro y la eficiencia es el precio; pero un precio alto es socialmente injusto, ya que la energ¨ªa es un bien imprescindible para toda la sociedad, y adem¨¢s perjudica la competitividad de la econom¨ªa.
As¨ª pues, las tres preocupaciones anteriores se convierten ahora en cinco: ¡°seguridad, limpieza, precio, ahorro y eficiencia¡±. Es f¨¢cil entender las dificultades de obtener un buen compromiso, y seguramente estas dificultades est¨¢n en el origen de muchos errores recientes. Necesitamos mayor capacidad de innovaci¨®n y de acierto por parte de autoridades, suministradores y consumidores.
Joan Maj¨® es ingeniero y ex ministro.
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