La venganza del PNV
En este juego a tres bandas, quien de rebote queda en falso es CiU. El PNV no pide la independencia sino la confederaci¨®n
No suenan muy sinceras las palabras de I?igo Urkullu en el Aberri Eguna celebrado el pasado domingo. Es propio de esas conmemoraciones patri¨®ticas exaltar los ¨¢nimos de los presentes y presentar horizontes de futuro m¨¢s imaginarios que realistas. Pero en este caso las propuestas del lendakari pueden tener otras lecturas m¨¢s pegadas al d¨ªa a d¨ªa de la pol¨ªtica espa?ola.
En efecto, la actual direcci¨®n del PNV ha desarrollado una pol¨ªtica extraordinariamente pragm¨¢tica, como tantas veces en su historia. El PNV va a lo suyo, es decir, a proteger los privilegios vascos que puede obtener con sus difusos derechos hist¨®ricos y deja al margen otras perspectivas, m¨¢s rom¨¢nticas y sentimentales. Con alguna excepci¨®n ¡ªcomo el llamado Plan Ibarretxe¡ª el PNV siempre ha actuado con prudencia, al peculiar modo jesu¨ªtico, no en vano sus elites dirigentes han sido educadas en la Universidad de Deusto.
Sin ir m¨¢s lejos, hace unas pocas semanas, el actual Gobierno vasco ha concluido la negociaci¨®n del cupo para los pr¨®ximos a?os llegando a un acuerdo con el Gobierno Rajoy, todo ello bendecido en una sesi¨®n parlamentaria de lectura ¨²nica, sin apenas debate para no revelar su contenido, presuntamente discriminatorio respecto a la financiaci¨®n de las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas. Tras cerrar el trato, y asegurado el cupo, ahora hay que sacar pecho en asuntos m¨¢s espirituales, especialmente por dos motivos: devolver la pelota a CiU como si fuera un dardo envenenado y evitar que parte de su voto se traslade a Bildu en las pr¨®ximas elecciones, tanto las europeas como las dem¨¢s que est¨¢n por venir.
En primer lugar, el PNV est¨¢ m¨¢s que molesto con CiU por haber levantado la liebre del concierto econ¨®mico. Si recuerdan, el paso anterior a la independencia (o derecho a decidir, como prefieran), era pedir el concierto econ¨®mico, ¡°como los vascos¡±, se a?ad¨ªa. Con ello se quer¨ªa decir que el sistema de financiaci¨®n de Catalu?a no deb¨ªa regirse por las mismas normas que el resto de comunidades sino por aquellas a las que se reconoc¨ªan derechos hist¨®ricos.
En el fondo, poco importaba que no se supieran cu¨¢les eran los derechos hist¨®ricos de Catalu?a, nunca reivindicados por el nacionalismo catal¨¢n, aunque incomprensiblemente reconocidos por el actual Estatuto. Lo que importaba eran dos cuestiones: primera, que Catalu?a tuviera un trato distinto a las dem¨¢s comunidades por considerarse que era una naci¨®n y, segunda, que mejorara la financiaci¨®n de la Generalitat hasta llegar a un nivel semejante al vasco (y al navarro).
Pues bien, esta posici¨®n catalana removi¨® unas aguas que el PNV ha querido siempre calmadas y en la sombra. Raz¨®n: la financiaci¨®n mediante el concierto es claramente discriminatoria respecto a lo que se reparte en las comunidades de r¨¦gimen com¨²n, entre ellas Catalu?a. El problema no es que el sistema sea distinto: con el m¨¦todo del concierto podr¨ªa no existir discriminaci¨®n. El problema est¨¢ en la forma de calcular el cupo, es decir, la cantidad que las diputaciones forales pagan al Estado por los servicios que ¨¦ste le presta. Precisamente, esto es lo que ahora se acaba de pactar para los pr¨®ximos a?os. A partir de este momento, toda la amistad tradicional los dos partidos nacionalistas empez¨® a resquebrajarse al considerar el PNV que la propuesta de CiU era una clara muestra de deslealtad.
En segundo lugar, seg¨²n todos los sondeos, Bildu est¨¢ ganado terreno electoral al PNV e incluso amenaza con superarle en votos. Algo parecido ¡ªaunque de menor intensidad, por el momento¡ª a lo que sucede entre CiU y ERC. Al pragmatismo siempre le suele faltar el discurso ¨¦pico. Bildu lo puede tener porque gobierna en esferas de poder reducidas y no tiene las responsabilidades globales del PNV.
Por tanto, Urkullu deb¨ªa recuperar el tono reivindicativo para mantener su voto m¨¢s abertzale. As¨ª propuso una confederaci¨®n con Espa?a legitimada por los fueros, en el fondo un discurso bastante parecido al del carlismo, aunque este ten¨ªa su l¨®gica en el Estado Absoluto y carece de toda l¨®gica en un Estado democr¨¢tico y social, no digamos ya en un Estado de la Uni¨®n Europea. Pero ya sabemos que hoy se pueden decir las barbaridades m¨¢s grandes sin que se conmuevan los cimientos de nada, tan generalizada est¨¢ la ignorancia pol¨ªtica. As¨ª, con este tipo de afirmaciones, los votantes habituales del PNV pueden comprobar que su partido no ha renunciado a sus tradicionales esencias.
Pero en este juego de billar a tres bandas, quien de rebote queda en falso es CiU. El PNV no pide la independencia sino la confederaci¨®n. CiU en cambio pide la independencia, como Bildu ¡ªy como ERC y como la CUP¡ª situ¨¢ndose as¨ª en un campo inc¨®modo que le puede hacer perder votantes moderados. La venganza es un plato que se sirve fr¨ªo y este es el plato que Urkullu le ten¨ªa preparado en esta Pascua a Artur Mas por haber levantado la liebre del concierto.
Francesc de Carreras es profesor de derecho constitucional.
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