Por qu¨¦ el Big Data es importante
Hemos construido la tecnolog¨ªa, pero no hemos llegado a los consensos que permitan minimizar su impacto negativo
En estos d¨ªas los riesgos y potencialidades del Big Data son protagonistas en Barcelona con la celebraci¨®n la semana pasada de la VI Conferencia sobre Vigilancia y Sociedad, el primer gran congreso internacional para valorar el impacto de las revelaciones de Snowden, y la apertura en unos d¨ªas de la exposici¨®n Big Bang Data en el CCCB. Para muchos, no obstante, Big Data no significa nada. Es otra de estas palabras que nacen y mueren a veces sin m¨¢s trascendencia que la de haber intentado abrir nuevos nichos de mercado. Y es posible que a la capacidad para recoger y analizar grandes volumenes de datos reciba en el futuro otro nombre. Pero los procesos que definen lo que hace el Big Data no van a desaparecer. Por eso debe importarnos.
Desde hace a?os, las nuevas tecnolog¨ªas nos permiten a cada uno de nosotros monitorizar y publicar todo lo que hacemos en nuestra vida p¨²blica y privada (a trav¨¦s de las redes sociales, por ejemplo). Igualmente, estas mismas tecnolog¨ªas permiten a empresas y Administraciones explicar al mundo qu¨¦ hacen y con qui¨¦n lo hacen. Esta informaci¨®n puede despu¨¦s ser puesta en relaci¨®n: una b¨²squeda en Google revelar¨¢ no solo nuestro lugar de trabajo, por ejemplo, sino la foto de esa fiesta a la que fuimos, esa multa que nos pusieron o ese d¨ªa que salimos en TV. Al poner en relaci¨®n peque?as piezas de informaci¨®n, se va conformando una imagen digital de nosotros.
El problema del Big Data es que no hemos llegado a los consensos que permitan minimizar su impacto negativo?
Las tecnolog¨ªas y mecanismos para generar datos sobre qui¨¦nes somos y qu¨¦ hacemos, pues, ya est¨¢n creados y en muchos casos somos conscientes y c¨®mplices de este proceso. Lo que ocurre detr¨¢s de nuestras espaldas es el an¨¢lisis masivo de estos datos para identificarnos y clasificarnos, con dos grandes objetivos: la seguridad (el control social preventivo y masivo) y el m¨¢rketing (la identificaci¨®n de perfiles de consumidores). Estos dos grandes objetivos, adem¨¢s, est¨¢n relacionados: como revela Snowden, a menudo las empresas crean la infraestructura de recogida de datos (a trav¨¦s de redes sociales, servicios de mensajer¨ªa o servicios de fidelizaci¨®n) y los gobiernos consiguen acceso ilimitado a esa informaci¨®n.
Lo que hace el Big Data es crear sistemas para la comprensi¨®n de estos datos, aportando f¨®rmulas para establecer relaciones que aporten una informaci¨®n demasiado compleja para ser captada a simple vista. Es decir: antes del Big Data un supermercado pod¨ªa saber si una mujer era clienta asidua, qu¨¦ compraba y cu¨¢nto gastaba. Con el Big Data el supermercado puede saber, en base a los patrones de consumo de esta mujer (captados por su targeta cliente) y el cruce de estos con otros datos (acuerdos estrat¨¦gicos con bancos, empresas de seguros, etc¨¦tera), si esa misma mujer est¨¢ embarazada y en qu¨¦ momento de gestaci¨®n se encuentra.
Este nuevo contexto tiene potencialidades como el desarrollo y optimizaci¨®n de nuevos productos y servicios, la innovaci¨®n y la generaci¨®n de inteligencia sobre procesos sociales. Pero tambi¨¦n tiene riesgos, como han puesto sobre la mesa las mujeres embarazadas que han denunciado la intromisi¨®n de su intimidad y los problemas que eso les ha acarreado (detecci¨®n del embarazo por parte del supermercado, env¨ªo de publicidad personalizada a direcciones postales antiguas o a los futuros e inconscientes abuelos, ofertas que pueden llegar despu¨¦s de un aborto, etc¨¦tera). Y este es solo un ejemplo en un ¨¢mbito reducido.
En la carrera por analizar datos para construir sociedades mejores, nos hemos olvidado de la ciudadan¨ªa
Pensemos por un momento en otra tecnolog¨ªa que en su d¨ªa supuso un cambio a muchos niveles: el coche. Con la invenci¨®n del motor creamos un dispositivo capaz de acortar tiempos de viaje y costes de transporte, pero tambi¨¦n capaz de provocar accidentes. As¨ª que llegamos a compromisos: obligamos a los fabricantes a hacer coches con medidas de seguridad para pasajeros y viandantes, limitamos las velocidades m¨¢ximas, instalamos sem¨¢foros y creamos un sistema de seguros y responsabilidad civil. No se ganaron todas las batallas y los coches siguen siendo capaces de ir a velocidades superiores a las m¨¢ximas legales, pero a ning¨²n fabricante se le ocurrir¨ªa hoy sacar al mercado un coche sin cintur¨®n de seguridad, aunque instalarlos suponga un coste mayor.
El problema del Big Data es que hemos construido el veh¨ªculo pero no hemos llegado a los consensos sociales, pol¨ªticos y legales que permitan minimizar el impacto negativo de esta nueva tecnolog¨ªa. Sabemos c¨®mo recoger masivamente los datos de la gente, c¨®mo espiar cada uno de sus pasos, c¨®mo compartir esta informaci¨®n con otros actores y cruzar datos de centenares de fuentes diferentes. Pero no sabemos c¨®mo proteger efectivamente al ciudadano/a que ha generado estos datos, ni c¨®mo pedirle permiso y cederle el control de lo que ocurre con ellos. En la carrera por analizar datos para construir sociedades mejores, nos hemos olvidado de la ciudadan¨ªa. Y mientras hablamos de participaci¨®n, innovaci¨®n y transparencia, en realidad no hacemos m¨¢s que abrazar el despotismo de los datos: todo con tus datos pero sin ti.
?Por qu¨¦, pues, debe importarte el Big Data? Porque para que emerjan los consensos necesarios para que nuestros datos no acaben arroll¨¢ndonos y dej¨¢ndonos en la cuneta, alguien debe empezar a exigirlos.
Gemma Galdon Clavell es doctora en Pol¨ªticas P¨²blicas.
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