Galicia muere sola
Los forenses alertan sobre el aumento en el ¨²ltimo lustro de los casos de ancianos que fallecen en sus domicilios y son descubiertos al cabo de d¨ªas
Los vecinos no aciertan a dar una fecha, pero algunos calculan que llevaban sin ver a Manuel casi un mes. Y tardaron en sospechar que algo le hab¨ªa pasado a este monfortino que viv¨ªa en la penuria, en una casa de la r¨²a do Burato con aspecto de abandono, porque desde que murieron sus padres este soltero de 70 a?os se hab¨ªa sumido en s¨ª mismo, rechazaba la ayuda y casi no hablaba con nadie. Su cad¨¢ver en putrefacci¨®n lo encontraron el domingo pasado los bomberos, pero una semana antes, durante la feria medieval que devuelve la vida al barrio jud¨ªo, el olor, alrededor de su casa, ya era nauseabundo. Un grupo de j¨®venes que estaban de fiesta se refugiaron en la solitaria r¨²a para descansar del barullo. Recuerdan que el olor era fuerte, diferente al resto de los hedores, y antes de salir de all¨ª se hicieron una foto ante la casa como si presagiaran el horror que hab¨ªa dentro. Los vecinos llegaron a segar la hierba de una finca aleda?a pensando que hab¨ªa alg¨²n animal grande pudri¨¦ndose. Pero el que hab¨ªa muerto en silencio era Manuel. Las telara?as de la aldaba en forma de mano hablan por s¨ª solas. Nadie llamaba jam¨¢s a su puerta.
El mismo d¨ªa 27, en la provincia de Lugo fueron hallados los cuerpos de otros dos hombres mayores, fallecidos en sus casas por causas naturales. Uno de ellos, Ram¨®n, emigrante retornado, solo y pobre, del que sol¨ªa preocuparse una vecina, apareci¨® en su casa de Lama de Franco, Moreda, tambi¨¦n en Monforte. La alerta sobre la muerte del otro, en Mondo?edo, la dieron sus propios animales. Empezaron a estar tan descuidados que los vecinos sospecharon que Dionisio no estaba bien.
El Imelga (Instituto de Medicina Legal de Galicia) no especifica en sus balances de autopsias anuales la circunstancia de la ancianidad unida a la soledad, pero seg¨²n los datos que aportan los forenses consultados, la cifra en la comunidad puede superar las 200 muertes al a?o de jubilados que se apagan sin que nadie, a veces tampoco ellos, se d¨¦ cuenta. El aislamiento y la despoblaci¨®n rural (m¨¢s de 1.400 aldeas abandonadas y 850 con un solo vecino) es un factor determinante, pero los casos se registran igualmente en las ciudades. Y muchas veces son estos cuerpos, de personas que con el paso del tiempo han visto enterrar hasta a la ¨²ltima de sus amistades, los que m¨¢s d¨ªas se tardan en descubrir.
¡°Esto va a m¨¢s¡±, comenta el jefe de patolog¨ªa forense y subdirector del Imelga en Lugo, Jos¨¦ Luis Cascallana. ¡°En el a?o 2013, de las 130 muertes naturales que atendimos (de un total de 265 autopsias realizadas, que incluyen tambi¨¦n accidentes, suicidios y homicidios), 54 fueron de personas que viv¨ªan solas. Es una proporci¨®n muy alta¡±. Otros casos, sigue, ¡°ya no nos llegan porque el m¨¦dico de familia certifica la muerte y no se requiere una investigaci¨®n¡±. El perfil de estos difuntos en soledad es el de ¡°una persona de entre 60 y 90 a?os¡±, y ¡°la mayor¨ªa son lo que se entiende como gente normal¡±, controlados en la distancia ¡°por hijos o nietos que viven en la ciudad¡±, y que un d¨ªa llegan de visita y los hallan muertos. ¡°La gallega es una sociedad familiar, pero cada vez hay menos hijos, y adem¨¢s el anciano quiere estar en su medio¡±, explica Cascallana. ¡°Muchos, libremente, deciden vivir en la miseria aunque tengan su paga. Malviven y mueren como quieren, sin percatarse de sus malas condiciones¡±.
Otros factores que se repiten, en buena parte de los casos, son la mala alimentaci¨®n, el desbarajuste en la medicaci¨®n, el descuido personal, la falta de higiene y un deterioro cognitivo que muchas veces aparece asociado a s¨ªndromes como el de Di¨®genes o el de No¨¦. El forense se topa la escena dantesca del cad¨¢ver rodeado de decenas de gatos, excrementos y un ej¨¦rcito de par¨¢sitos.
¡°Yo esto lo vivo con indignaci¨®n¡±, protesta Fernando Serrulla, jefe de la Unidad de Antropolog¨ªa Forense del Imelga con sede en Ver¨ªn, donde no hay en cambio ¡°ni centro de d¨ªa ni residencia p¨²blica¡±. El sistema, advierte, est¨¢ ¡°desbordado¡±. Los recursos de los servicios sociales que prestan los Ayuntamientos, pese al esfuerzo, ¡°no llegan¡±, es ¡°imposible atender gente tan dispersa¡±, y el problema ¡°no se valora suficientemente por parte de la Administraci¨®n¡±, aunque se repartan cada vez m¨¢s sensores y pulseras de teleasistencia.
Esta cantidad de ancianos que mueren entre la soledad de sus paredes ¡°es algo que nos ha sobrevenido en los ¨²ltimos cinco a?os, el n¨²mero crece junto con el de los que desaparecen¡±. En Ourense, el forense estima que pueden llegar a 40 al a?o, el 20% de las autopsias que se realizan. ¡°El 90% mueren por fallo card¨ªaco. Tambi¨¦n hay hemorragias cerebrales. A veces aparece alg¨²n tumor¡±. Y aparte de los muertos naturales, abundan los que aparecen carbonizados intentando combatir el fr¨ªo, una decena por provincia al a?o. Y los que se suicidan cuando intuyen, a veces equivocados, que les llega la muerte. ¡°Sospechan que tienen un c¨¢ncer de pr¨®stata; o de piel, por una simple mancha¡±. Y se ahorcan.
Cuando acude a una casa para un levantamiento, Serrulla siempre busca pistas que le ayuden a comprender el desenlace, se?ales del fin que sirvan para reconstruir los ¨²ltimos a?os de vida: ¡°Reviso la basura; abro la nevera. Un hombre la ten¨ªa vac¨ªa, solo hab¨ªa dos botellas. Otro no com¨ªa m¨¢s que yogures y en la autopsia entend¨ª por qu¨¦: ten¨ªa un c¨¢ncer de es¨®fago¡±. En O Carballi?o, un vecino apareci¨® muerto en una granja de cerdos abandonada. March¨® pobre y volvi¨® pobre despu¨¦s de a?os emigrado en Europa y se meti¨® a vivir en la pocilga. Falleci¨® de muerte natural y en la ca¨ªda se precipit¨® sobre el fuego que lo calentaba. No com¨ªa nada m¨¢s que la grasa del tocino y Coca-Cola. Hab¨ªa unas 30 botellas. El forense le extirp¨® el c¨¢lculo m¨¢s grande que jam¨¢s hab¨ªa visto. Una piedra de unos cinco cent¨ªmetros.
Algunos no saben marcar el tel¨¦fono
Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica, 106.000 gallegos de m¨¢s de 65 a?os (el 74% mujeres) no comparten sus vidas con nadie y 322.500 mayores de 75 padecen ¡°pluripatolog¨ªas¡±. La Sociedade Galega de Xerontolox¨ªa da otro par de cifras: la de los 350.000 jubilados que viven solos o con otro mayor de 70. De estos, alerta el colectivo, 56.000 subsisten en zonas aisladas, muchos con pensiones ¡°de caridad¡± y en ¡°infraviviendas¡±. A veces, cuando son pareja deciden morir juntos. Hace cuatro a?os, los bomberos hallaron a un matrimonio sin hijos, tendido en el suelo y abrazado en un piso del barrio vigu¨¦s de Coia. ?l hab¨ªa muerto hac¨ªa 15 d¨ªas. Ella dej¨® de comer y se ech¨® a su lado para morir.
A muchos muertos en soledad, los forenses los llegan a conocer en vida. Los servicios sociales denuncian la situaci¨®n para promover un internamiento de emergencia y a ellos los env¨ªa el fiscal. ¡°Hay casos de personas en silla de ruedas, ciegas, obesas, con tabaquismo y dependencia del ox¨ªgeno que tienen que subir 30 escaleras¡±. Ancianos que ¡°no saben marcar un tel¨¦fono¡±. Que ¡°se pasan el d¨ªa en la cama¡±, ¡°rodeados de basura¡±. ¡°No quieren dejar su casa ni gastar dinero¡±, lamenta Cascallana. ¡°La se?ora nos dice: '?fr¨ªo, aqu¨ª?, me echo cuatro mantas y estoy como una reina¡±. Los hay con pensiones miserables a quienes, al morir, se les descubren miles de euros en la ropa interior o escondidos en la casa. A un ourensano se le encontraron 10 millones de pesetas con la efigie de los Reyes Cat¨®licos entre las piedras y en las cacerolas. Ignoraba que ya no eran de curso legal.
Seg¨²n Julio Jim¨¦nez, responsable del Imelga en Ourense, las incapacidades se duplicaron desde 2012, rondan ya unas mil al a?o en su provincia y est¨¢n desbord¨¢ndolos. ¡°En el partido judicial de Ver¨ªn se hizo casi un internamiento involuntario cada semana en 2013, unos trances, el arrancarlos de sus casas, que llegan a ser muy violentos¡±, reconoce Serrulla. ¡°A veces llegamos tarde, y ya est¨¢n muertos. Otras, los internas creyendo que les haces un favor y en pocos d¨ªas se mueren, quiz¨¢s de pena. Alguno se suicida en la residencia. Y nos queda el sentimiento de culpa¡±.
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