El p¨²blico ve fantasmas
La mujer de negro¡¯, dirigida e interpretada por Emilio Guti¨¦rrez Caba, trae al Fern¨¢n G¨®mez el poco habitual g¨¦nero del teatro de miedo
El cine de terror actual nos tiene acostumbrados a sustos de infarto, apariciones espectrales, lluvias de sangre o monstruos m¨¢s asquerosos que la vida misma, por obra y gracia de los efectos especiales y las t¨¦cnicas digitales m¨¢s avanzadas. As¨ª que parece dif¨ªcil sobrecoger al experimentado espectador con los humildes recursos del teatro de toda la vida. Pero no son tan humildes: la voz, la luz, el sonido y unos pocos elementos escenogr¨¢ficos consiguen clavar al p¨²blico en la butaca en la obra La mujer de negro, interpretada por Iv¨¢n Massagu¨¦ y Emilio Guti¨¦rrez Caba (que adem¨¢s dirige). Se puede ver en el Fern¨¢n G¨®mez Centro Cultural de la Villa hasta el 1 de junio.
¡°M¨¢s que de terror es teatro de fantasmas¡±, explica Guti¨¦rrez Caba, ¡°el de terror pertenece al g¨¦nero que en Francia se llama grang guignol y esto no tiene sangre ni pu?ales, ni hachas, ni cabezas cortadas, ni nada de eso. Esto es m¨¢s bien ghost comedy, que se da mucho en Inglaterra a partir del relato de los cuentos, sobre todo en el Festival de Edimburgo¡±. La historia parte de la novela de Susan Hill The woman in black, de 1983, una historia g¨®tica tradicional, con su mansi¨®n decr¨¦pita, su fantasma de terrible pasado y su asombrado protagonista que explora las oscuridades. Esto es lo que se narra en la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de 2012 dirigida por James Watkins. Pero, ¡°oh, olv¨ªdate de la pel¨ªcula, esto no tiene nada que ver¡±, dicen a coro los dos actores.
En efecto, en 1987, Stephen Mallatratt cre¨® esta adaptaci¨®n para escenarios que tiene tintes metateatrales: aqu¨ª el protagonista, el abogado Arthur Kipps, contrata a un director de escena para, en un teatro vac¨ªo (que en este caso es el Fern¨¢n G¨®mez), preparar una representaci¨®n de sus experiencias sobrenaturales que mostrar a su familia y amigos (aunque, en un trasunto de la lucha entre los llamados teatros alternativo y comercial, el director siempre quiere cargar las tintas y hacerlo al gusto de un empresario). Se ve, pues, como dentro de la obra se crea otra obra, y La mujer de negro se convierte as¨ª en una lecci¨®n sobre una de las esencias del teatro: c¨®mo hacer lo m¨¢ximo con lo m¨ªnimo. As¨ª vemos con todo realismo, y gracias a la gran capacidad interpretativa de los actores, perros que no existen o trenes y calesas que son un simple ba¨²l de mimbre. Y hasta fantasmas, claro.
Pero, ?esto da miedo? ¡°Ese es el reto¡±, opina Massagu¨¦, ¡°la aventura de hacer este g¨¦nero en teatro. Cuantos menos medios utilizamos m¨¢s bonito resulta. Aqu¨ª no tenemos proyecciones ni efectos de nada: solo luz, sonido, oscuridad¡±. El espect¨¢culo, de alguna manera, es un juego constante con el p¨²blico y sus percepciones, seg¨²n explica Guti¨¦rrez Caba: ¡°Vamos encauzando a los espectadores y llev¨¢ndolos por donde queremos. Se crea una sensaci¨®n de inquietud, cierto desasosiego, un relativo malestar psicol¨®gico, que les hace evadirse de muchas cosas, estar en una situaci¨®n inc¨®moda y ver cosas que no existen¡±.
Guti¨¦rrez Caba ya tiene cierta experiencia con esta obra, lo que le ha facilitado simultanear labores de actuaci¨®n y direcci¨®n, ¡°cosa que ser¨ªa muy dif¨ªcil si no hubiese hecho la obra antes¡±, explica el actor, que particip¨® ya en las versiones de Eduardo Bazo y Rafael Calatayud. Y si algo ha aprendido el director de esta obra, que lleva 25 a?os en el West End londinense, es que es perfecta para ligar: ¡°si llevas a la persona que te interesa¡±, bromea, ¡°con los sustos seguro que acaba cayendo¡±.
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