Europa, ?crecer poco y repartir mal?
Salvaguardar y mejorar el modelo europeo o aceptar su ¡®deconstrucci¨®n¡¯ liberal: esta es la alternativa que se nos presenta
Qu¨¦ resultado ha producido la pol¨ªtica econ¨®mica dictada por las instancias de la UE y capitaneada por su Banco Central? Es el interrogante que suscitan las elecciones del 25 de mayo cuando nos exigen una decisi¨®n. Y es l¨®gico que las respuestas no sean id¨¦nticas porque cada uno se hace una idea de c¨®mo debiera ser la sociedad en que vive. Si uno piensa que una correcta pol¨ªtica econ¨®mica ha de servir para mejorar la calidad de vida de las personas y disminuir la desigualdad de recursos de que disponen, ser¨¢ f¨¢cil concluir que la UE y sus dirigentes han fracasado de modo escandaloso.
Desde el estallido del desastre econ¨®mico de 2007-2008 ¡ªsobre cuya g¨¦nesis se ha escrito ya mucho e incluso bien¡ª, las decisiones de los responsables de la pol¨ªtica europea ni han llevado a un crecimiento apreciable, ni han disminuido la brecha entre quienes m¨¢s tienen y quienes menos poseen. No solo en t¨¦rminos patrimoniales o de renta, sino en cuanto a oportunidades personales: en educaci¨®n, en salud o en empleo razonablemente seguro y retribuido. Al contrario: se ha agravado de modo acelerado y espectacular lo que ¡ªen boca de un Premio Nobel de Econom¨ªa y no de un demagogo exagerado¡ª se ha calificado como la brecha abismal que separa al 1% del 99%.
Los datos son p¨²blicos y concluyentes, aportados ahora por las mismas instituciones ¡ªFMI, OCDE¡ª que en su momento obligaron a aplicar sin contemplaciones la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico y a ejecutar el rescate de la banca privada a costa del contribuyente. Lo hicieron de forma tan inapelable como si se tratara de dos mandatos de una sharia financiera inspirada en alg¨²n texto sagrado y sin consideraci¨®n de alternativas que hicieran recaer en sus responsables directos el precio de funestas decisiones financieras. Como consecuencia, est¨¢ ahora en fase de demolici¨®n lo que ¡ªcon cierto ¨¦nfasis¡ª se calific¨® como ¡°modelo social europeo¡±. Es decir, una pauta de relaciones socioecon¨®micas que tend¨ªa a un reparto algo m¨¢s equitativo ¡ªque no igualitario¡ª de los beneficios de un crecimiento econ¨®mico sostenido. Pero alguien decret¨® que las cosas hab¨ªan ido demasiado lejos y que se hab¨ªa vivido ¡°por encima de las posibilidades¡±.
Otros an¨¢lisis apuntan a que la causa efectiva de todo ello no ha sido esta expectativa de posibilidades presuntamente inasequibles, sino el estancamiento o la reducci¨®n de los beneficios del capital. No era solo que quienes ten¨ªan menos quisieran tener algo m¨¢s, sino que quienes m¨¢s pose¨ªan tem¨ªan no seguir incrementado lo mucho que ya ten¨ªan.
Se apunta que la causa efectiva no ha sido esta expectativa de posibilidades presuntamente inasequibles, sino el estancamiento o la reducci¨®n de los beneficios del capital
Tal vez exageraron su alarma al desconocer la investigaci¨®n del ahora c¨¦lebre Piketty que descubre una acumulaci¨®n progresiva del capital por encima de las tasas de crecimiento econ¨®mico. Su estudio no lleg¨® a tiempo para tranquilizar al capital financiero y hacerle desistir de una ofensiva cuyo objeto es desarticular el ¡°modelo europeo¡±. Dicha ofensiva ha ganado fuerza bajo la cobertura de las pol¨ªticas anti-crisis y no tiene visos de haberse detenido. Insisten sus promotores en que todav¨ªa les quedan bastantes ¡°reformas¡± por hacer. Porque los vestigios del modelo son todav¨ªa importantes. Y positivos. Lo comprueban quienes han vivido fuera de la vieja Europa. O en Estados Unidos, donde la desprotecci¨®n de sus ciudadanos frente a los riesgos b¨¢sicos de la existencia escandaliza a muchos europeos.
Salvaguardar y mejorar el modelo europeo o aceptar resignadamente su ¡°deconstrucci¨®n¡± liberal: esta es la alternativa que tienen los ciudadanos de la UE en estos momentos. La cuesti¨®n no se juega definitivamente en las elecciones del 25 de mayo. Ser¨ªa enga?arse. La concepci¨®n institucional de la UE act¨²a en contra ¡ªno a favor¡ª del modelo social europeo. Porque sus reglas y su din¨¢mica han potenciado la ampliaci¨®n y la liberalizaci¨®n del mercado econ¨®mico. Pero no han sido pensadas ni activadas para extender la redistribuci¨®n de recursos entre todos los ciudadanos que los generan: fiscalidad, relaciones laborales, sistemas de protecci¨®n social, prestaciones educativas y sanitarias, etc¨¦tera.
Corregir tales reglas y din¨¢micas no depende de unas elecciones, sino de un esfuerzo sostenido por articular movimientos a escala europea que exploren pautas de acci¨®n socioecon¨®mica diferentes de las impuestas en los ¨²ltimos a?os. No lo har¨¢n personajes del hasta ahora mainstream de la pol¨ªtica europea con exponentes tan se?alados como el propio se?or Jean-Claude Juncker, jefe de Gobierno de un cuasi para¨ªso fiscal como Luxemburgo durante casi veinte a?os, asiduo miembro del Consejo de la UE y candidato ahora a presidir la Comisi¨®n a propuesta del PP europeo. Malos antecedentes para construir la Europa social que devuelva legitimidad ciudadana a la UE.
Conviene, pues, reforzar las alternativas hasta ahora minoritarias, dispuestas a trabajar por otra Europa y convencidas de que ¡ªen lugar de crecer poco y mal para redistribuir apenas o nada¡ª es necesario crecer mejor y redistribuir m¨¢s. No bastar¨¢ el voto del 25 de mayo para conseguirlo. Pero seguro es que no se lograr¨¢ con una abstenci¨®n.
Josep M. Vall¨¨s es profesor em¨¦rito de ciencia pol¨ªtica (UAB)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.