Si tu vas, ellos y nosotros pactamos
Aunque Gonz¨¢lez no lo explicitase, la necesidad de una gran coalici¨®n solo se justificaba frente al ¡®desaf¨ªo catal¨¢n¡¯
La voluntad del PSOE ¡ªy, a remolque suyo, del PSC¡ª de excluir del debate previo a las pr¨®ximas elecciones europeas las referencias al proceso soberanista catal¨¢n, al derecho a decidir y a la consulta, constitu¨ªa un empe?o tan problem¨¢tico como dificil de llevar a la pr¨¢ctica. Por poner un peque?o ejemplo, el pasado 28 de abril, todav¨ªa en plena precampa?a y durante un m¨ªtin celebrado no por casualidad en Montmel¨®, su cabeza de lista, Elena Valenciano, proclam¨® enf¨¢ticamente que ¡°el voto al PSC y al PSOE es un voto sin fronteras en Europa. A los socialistas europeos no nos gustan las fronteras. (...) Las ¨²nicas fronteras que levantamos son contra la intolerancia, el odio y la miseria¡±.
?Significaba eso una promesa de que, cuando vuelvan a gobernar Espa?a, los socialistas desmantelar¨¢n las instalaciones fronterizas con Andorra en La Farga de Moles, y con Gibraltar en La L¨ªnea de la Concepci¨®n, que har¨¢n arrancar los mojones de las lindes con Francia y con Portugal, que el Partido de los Socialistas Europeos propugnar¨¢ un pasaporte ¨²nico de la UE, embajadas europeas ¨²nicas ante el resto del mundo, la liquidaci¨®n de los atributos y s¨ªmbolos de soberan¨ªa estatal que cada uno de los veintiocho conserva en grand¨ªsima cantidad...? Evidentemente, no. Las palabras de Valenciano eran solo una forma el¨ªptica de rechazar la hipot¨¦tica independencia catalana, no en nombre de la unidad de la ¡°naci¨®n europea¡± ¡ªo de la ¡°naci¨®n humana¡±-, sino en defensa del statu quo. ?Fronteras? Nuevas, ni hablar. Por las existentes y por los Estados que ellas delimitan, un respeto reverencial.
As¨ª pues, no era por razones de internacionalismo cosmopolita, sino de tacticismo y de cautela ante el electorado catal¨¢n ¡ªdecisivo en tantas victorias del pasado¡ª que el PSOE decidi¨® soslayar todo lo posible la situaci¨®n en Catalu?a, bipolarizar al m¨¢ximo la campa?a europea y convertir el 25-M en un refer¨¦ndum anti-PP y anti-Rajoy; un planteamiento al que buena parte de la ciudadan¨ªa catalana ha sido repetidamente sensible.
Pero Ferraz propone..., y el jarr¨®n chino dispone. El pasado domingo, durante una entrevista televisiva, el expresidente Felipe Gonz¨¢lez sal¨ªa en defensa de la hip¨®tesis de una gran coalici¨®n PP-PSOE y sentenciaba que, ¡°si el pa¨ªs lo necesita, lo deben hacer¡±.
Gonz¨¢lez sali¨® en defensa de la hip¨®tesis de una gran coalici¨®n PP-PSOE y sentenci¨® que, ¡°si el pa¨ªs lo necesita, lo deben hacer¡±.
Hasta donde he podido averiguar, Gonz¨¢lez M¨¢rquez no precis¨® cu¨¢les ser¨ªan las causas que justificasen un pacto de gobierno entre los dos grandes ¡ªaunque cada vez menos¡ª partidos estatales, ni qu¨¦ pol¨ªticas deber¨ªa desarrollar un Ejecutivo de tal naturaleza. As¨ª, pues, procedamos por eliminaci¨®n. La base del eventual acuerdo entre PSOE y PP, ?podr¨ªan ser las pol¨ªticas de igualdad de g¨¦nero y los derechos de la mujer? No parece, cuando el socialismo acusa a Rajoy de pisotear esos derechos y Gallard¨®n se dispone a aprobar su ley del aborto con alevos¨ªa y estivalidad.
Entonces, ?tal vez la pol¨ªtica presupuestaria y fiscal, la lucha contra el lacerante drama del paro...? Tampoco es probable, si atendemos a las descalificaciones cruzadas, a las interpretaciones contrapuestas sobre las ¨²ltimas cifras de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa, o sobre la virtualidad de los s¨ªntomas de recuperaci¨®n econ¨®mica. ?Quiz¨¢ las pol¨ªticas sociales...? Es dif¨ªcil de imaginar, recordando cuanto los socialistas han dicho contra los recortes de servicios p¨²blicos y contra la filosof¨ªa privatizadora aplicada por las administraciones en manos del Partido Popular. ?A lo mejor la pol¨ªtica educativa? La beligerancia de la ley Wert, su falta absoluta de consenso y la oposici¨®n frontal que ha merecido del PSOE permiten excluir tambi¨¦n esta hip¨®tesis.
No hace falta seguir. Aunque Felipe Gonz¨¢lez no lo hiciese expl¨ªcito, resulta evidente que, para ¨¦l, la necesidad y la conveniencia de una gran coalici¨®n solo pueden justificarse en respuesta al ¡°desaf¨ªo catal¨¢n¡±. Pero dar por plausible un Gobierno com¨²n de populares y socialistas frente a una hipot¨¦tica mayor¨ªa pol¨ªtica independentista en Catalu?a supone aceptar que, en tal escenario, PSOE y PP reaccionar¨ªan del mismo modo. O sea, que el PSOE se avendr¨ªa a la suspensi¨®n de la autonom¨ªa (art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n), al procesamiento de los m¨¢ximos responsables institucionales catalanes e incluso al empleo de la fuerza.
En resumen: vaya usted hablando de reforma federal de la Constituci¨®n; y mu¨¦strese dialogante frente a un Rajoy berroque?o; y (en el caso de Pere Navarro) mantenga, en el m¨¢s rec¨®ndito pliegue de su programa, una vaga referencia al ¡°derecho a decidir¡± por muy condicionado que sea; y convierta en lema de campa?a la tesis de que PP y PSOE ¡°no son lo mismo¡±; y plantee debates a cara de perro. Para que entonces aparezca el padre fundador del PSOE moderno y afirme que, en defensa de la sagrada unidad de Espa?a, s¨ª son lo mismo, y pueden y quiz¨¢ deber¨¢n defenderla desde la misma trinchera.
Comprensiblemente irritado, P¨¦rez Rubalcaba ha dicho: ¡°Mientras yo sea secretario general del PSOE no habr¨¢ un Gobierno de concentraci¨®n¡±. No s¨¦ si es un plazo muy largo, entre el sepulcral silencio de Carmen Chac¨®n y el p¨¢nico en Nicaragua.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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