Los santos tambi¨¦n cocinan
Nicolai Znaider convenci¨® dirigiendo a la Orquesta de Valencia
Fue escuchado en Valencia como viol¨ªn solista del Conciertode Mendelssohn (junio de 2007), en una aplaudida actuaci¨®n que continu¨® luego con el bonito gesto de sentarse en la ¨²ltima fila de los primeros violines para interpretar, junto a toda la orquesta, la Novena Sinfon¨ªa de Beethoven. Este viernes, sin embargo, Nikolaj Znaider cogi¨® la batuta para dirigir un programa completo, mostrando as¨ª su otra vertiente interpretativa. Y lo cierto es que tambi¨¦n dej¨® un grato sabor de boca. Su gestualidad, sobria y eficaz, logr¨® unos resultados ¨®ptimos con la Orquesta de Valencia, especialmente en la Cuarta Sinfon¨ªa de Mahler.
Antes se hab¨ªa hecho un correct¨ªsimo Preludio del III acto de Maestros Cantores, y las Siete canciones tempranas de Alban Berg donde ¨Cah¨ª s¨ª- la agrupaci¨®n revel¨® una cierta inseguridad, l¨®gica al ser la primera vez que las interpretaban. En ellas, la soprano sueca Klara Ek mostr¨® un instrumento peque?o, especialmente en la zona m¨¢s grave del registro, que resultaba tapada a pesar del cuidado de batuta e instrumentistas.
Nikolai Znaider
Dirigiendo a la orquesta de Valencia. Obras de Wagner, Berg y Mahler. Soprano: Klara Ek. Palau de la M¨²sica. Valencia, 30 de mayo de 2014.
A cambio luci¨® sutileza y dulzura en una m¨²sica que as¨ª lo pide. La tercera canci¨®n se bis¨® ante los aplausos del p¨²blico. Luego, en el ¨²ltimo movimiento de la Cuarta de Mahler, donde se canta un poema extra¨ªdo de Des Knaben Wundenhorn, la voz de Klara Ek result¨® m¨¢s audible. Le falt¨®, sin embargo, el punto de m¨¢gico humor requerido por un texto que describe los deliciosos manjares recolectados y cocinados por los santos en el cielo.
Nicolai Znaider hizo que la Orquesta de Valencia consiguiera, a lo largo de toda la sinfon¨ªa, una transparencia y un ajuste muy superiores a lo habitual. Pero, adem¨¢s, el fraseo fue tan exquisitamente el¨¢stico que en muchos momentos apetec¨ªa ponerse a bailar. Los m¨²sicos estaban tocando con ganas y, como sucede casi siempre en tales casos, la respuesta y la comprensi¨®n del p¨²blico se acrecent¨® a la par. Es verdad que la versi¨®n de Znaider orillaba un poco, aun sin escamotearlos, los elementos tr¨¢gicos, asimismo presentes en la partitura, y que se decant¨® m¨¢s hacia lo buc¨®lico y risue?o. Es esta una opci¨®n que la obra permite en mayor medida que otras sinfon¨ªas de Mahler y que, en cualquier caso, pareci¨® lograr la aquiescencia absoluta del conjunto orquestal. Para acabarlo de redondear, se fueron desgranando unos solos individuales impecables, no s¨®lo en cuanto a afinaci¨®n y sonoridad, sino tambi¨¦n en lo referente a la expresividad y la tensi¨®n. En definitiva: una velada redonda.
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