Abdicaci¨®n y reforma constitucional
La Jefatura del Estado y el encaje de Catalu?a no son los ¨²nicos problemas graves del sistema pol¨ªtico espa?ol
Habr¨¢ pronto un nuevo rey. Pero los partidos republicanos ganaron holgadamente el 25 de mayo las elecciones al Parlamento Europeo en Catalu?a. La sigla del partido que qued¨® en primer lugar lo dice todo: Esquerra Republicana. Su trayectoria tambi¨¦n: en 1978 vot¨® contra la vigente Constituci¨®n Espa?ola justamente porque legalizaba la monarqu¨ªa repuesta en 1975 por el franquismo.
?Qu¨¦ pasar¨ªa si se convocara un refer¨¦ndum para elegir entre Monarqu¨ªa y Rep¨²blica? Los tres partidos catalanes que en la actualidad se proclaman republicanos y preconizan la convocatoria de un refer¨¦ndum sobre la forma de Estado para escoger obtuvieron en conjunto hace 10 d¨ªas el 38,6% de los votos. Pero esta suma incluye solo a las tres fuerzas expl¨ªcitamente decantadas a favor del refer¨¦ndum sobre la forma de Estado: la citada ERC, m¨¢s ICV-Verds-EUiA, y Podemos. Est¨¢ bastante claro que hay adem¨¢s muchos electores republicanos entre aquellos que se inclinaron por otros partidos, en particular el socialista. Y no digamos en los que en otras elecciones votaron a fuerzas como la CUP.
El otro dato que define el panorama pol¨ªtico en lo que se refiere a la Monarqu¨ªa es que entre sus partidarios, muchos, probablemente la mayor¨ªa, lo son por cuesti¨®n de oportunidad. Por una idea de la conveniencia directamente referida a la estabilidad social y pol¨ªtica. Es el caso del nacionalismo catal¨¢n de centro-derecha y del propio partido socialista. Desde 1978, CiU y PSC se han declarado a favor de la monarqu¨ªa porque ofrec¨ªa garant¨ªas de estabilidad. Concretamente, la garant¨ªa de que el conservadurismo y el reaccionarismo nacional-cat¨®lico que en 1936 destruy¨® la democracia republicana aceptar¨ªan la democracia si se configuraba como una monarqu¨ªa.
Navarro y? Rubalcaba? insistieron ayer en la oportunidad de emprender inmediatamente una reforma constitucional susceptible de encauzar el conflicto catal¨¢n
Existen poderosos argumentos para defender que aquel trabajoso pacto ¡ªmonarqu¨ªa a cambio de democracia¡ª sigue siendo conveniente para la democracia espa?ola. Son los argumentos que llevan a los dos grandes partidos espa?oles, PP y PSOE, y en Catalu?a al PSC y a CiU, a no cuestionar el relevo de Juan Carlos I por su hijo Felipe. Sin embargo, esta sucesi¨®n se plantea en un momento de crisis pol¨ªtica grave en otros aspectos que afectan a la estabilidad constitucional. En particular, la existencia de un potente movimiento que reclama un refer¨¦ndum sobre la articulaci¨®n pol¨ªtica de Catalu?a en Espa?a. Puede que en el escenario general espa?ol este sea ahora mismo el m¨¢s agudo, pero no es el ¨²nico.
Tanto el l¨ªder del PSC, Pere Navarro, ¡ªla primera personalidad pol¨ªtica que hace ya un a?o y medio tuvo el coraje de plantear p¨²blicamente la necesidad de la abdicaci¨®n del rey Juan Carlos¡ª, como el secretario general saliente del PSOE, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, insistieron ayer en la oportunidad de emprender inmediatamente una reforma constitucional susceptible de encauzar el conflicto catal¨¢n. Hablaron de federalismo con un ¨¦nfasis del que cabe suponer que no se refiere a retoques administrativos. Pero tampoco queda claro que se refieran al n¨²cleo del conflicto: la efectividad del reconocimiento nacional de Catalu?a y las garant¨ªas de su poder pol¨ªtico, la autonom¨ªa. Inmediatamente, los presidentes de los Gobierno de Catalu?a y Euskadi, Artur Mas e I?igo Urkullu, pusieron sus respectivos contenciosos nacionales sobre la mesa. Una baza para apoyar la sucesi¨®n.
La acogida que estos y otros dirigentes pol¨ªticos, sobre todo los republicanos, han dado a la abdicaci¨®n del Rey en favor del pr¨ªncipe Felipe lleva a pensar que la sustituci¨®n del jefe del Estado es una oportunidad para replantear los aspectos del sistema pol¨ªtico espa?ol que chirr¨ªan desde hace a?os. Sin embargo, no est¨¢ muy claro que la actual configuraci¨®n de las Cortes Espa?olas pueda afrontar esta tarea en toda su magnitud. La abrumadora mayor¨ªa que forman los diputados y senadores del PP y el PSOE est¨¢ a estas alturas muy lejos de representar fielmente la realidad pol¨ªtica. Las elecciones europeas del 25 de mayo mostraron claramente el desfase entre el bipartidismo imperante en las Cortes y el resultado de unas elecciones con representaci¨®n proporcional.
Uno de los males m¨¢s graves del sistema pol¨ªtico espa?ol, uno de los que lo hace m¨¢s disfuncional, es precisamente el control de todas las institucionales centrales del Estado por este bipartidismo PP-PSOE fabricado por un sistema electoral en el que casi 40 provincias eligen solo a diputados de dos partidos. Una ortopedia pol¨ªtica pensada en 1977 para favorecer la estabilidad que se ha convertido en esclerosis con el paso de las d¨¦cadas. De ah¨ª viene la cascada de nombramientos partidistas en todas las instituciones que acaba por configurar una partitocracia que hace posibles desastres tan esperp¨¦nticos como el reci¨¦n protagonizado por el juez conservador Enrique L¨®pez en el Tribunal Constitucional.
No es una excepci¨®n. La larga extensi¨®n de la lista de cargos institucionales que en los ¨²ltimos a?os protagonizan esc¨¢ndalos a cual m¨¢s vergonzoso solo se explica por la impunidad que este bipartidismo ha ofrecido a sus beneficiarios durante a?os. Es un problema que afecta sobre todo a la pata derecha de este bipartidismo, pero es una consecuencia del sistema que entrega a dos partidos un poder en condiciones de permanencia sin disputa real y efectiva en gran parte de las instituciones. De ah¨ª que la reforma constitucional que proponen ahora los socialistas debiera ser llevada a cabo, si acaso, por unas Cortes surgidas de elecciones en las que estos asuntos figuraran en los programas de los partidos. Unas Cortes para la reforma.
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