Jaume Vallcorba, editor humanista, fallece a los 64 a?os
Era el creador de los exquisitos sellos Quaderns Crema y Acantilado
Fue un desaf¨ªo t¨¢cito y prolongado, de los que le gustaban: se llev¨® al reticente autor a comer un se?or filete de toro; acabado, el escritor sugiri¨® repetir, entendi¨® que le pon¨ªa a prueba y acept¨®, pero luego fue ¨¦l quien propuso un tercero. As¨ª fue como tras seis inmensos filetes de toro Jaume Vallcorba, fallecido hoy a los 64 a?os, fich¨® al escritor Quim Monz¨®. ¡°Perseverar, la tenacidad me ha llevado hasta aqu¨ª¡±, resum¨ªa siempre el editor su trayectoria. La divisa que hubiera querido en el escudo de armas de sus sellos Quaderns Crema y Acantilado era ¡°Voluntas¡±.?
Hubo tambi¨¦n mucha pasi¨®n en su vida -mezclada con una impaciencia vital por materializar proyectos- por el mundo del papel, quiz¨¢ herencia de su padre, el ingeniero y ling¨¹ista Jaume Vallcorba i Rocosa, disc¨ªpulo del exigente Pompeu Fabra. En cualquier caso, ya en la escuela impuls¨® una revista y qued¨® impresionado por la m¨¢quina multicopista, atracci¨®n que s¨®lo igualaba el dise?o, hasta el extremo de crear un taller de serigraf¨ªa, Aiguadevidre, estudio que por las noches convert¨ªa en particular cine f¨®rum pasando pel¨ªculas de Griffith, Eisenstein o Chaplin.
El resto de su formaci¨®n lo puso la incipiente Universidad Aut¨®noma de Barcelona de primeros de los a?os 70, con profesores como Mart¨ªn de Riquer, Jos¨¦ Manuel Blecua, Joaquim Molas, Francisco Rico y Gabriel Ferrater, ¡°casi una rep¨²blica plat¨®nica¡±, recordar¨ªa Vallcorba. Ah¨ª, claro, repetir¨ªa como promotor de una revista de corte contestatario, su primera experiencia editorial seria, que acab¨® en ¡°un fracaso comercial antol¨®gico¡± y que arrastr¨® tras alg¨²n ¨¦xito (la edici¨®n de cuatro poemas visuales de Brossa) y otro nuevo fracaso (una carpeta rosa con textos y dibujos de corte pornogr¨¢fico) el taller.
Lo compens¨® ejerciendo de lector de literatura en la Universidad de Burdeos, estancia que acentu¨® su natural y refinado hedonismo y durante la que intent¨® paliar los excedentes de foie, trufas, ostras y vinos de la regi¨®n. En ese contexto le pill¨® la petici¨®n del editor Antoni Bosch para que pilotara una colecci¨®n de libros en catal¨¢n, que Vallcorba bautiz¨® dando muestras de su cultura: Quaderns Crema, sutil homenaje a Wittgenstein, cuyos trabajos adoptaban los nombres a partir del color de las cartulinas de los cuadernos.
El proyecto naci¨® muy maduro y marcar¨ªa toda su trayectoria como editor: autores alejados de las modas, recuperaci¨®n de nombres olvidados en los cajones de los profesores universitarios, distancia m¨¢xima de premios y subvenciones y claros criterios de estilo y dise?o. Bosch no tuvo paciencia ante las paup¨¦rrimas ventas y Vallcorba decidi¨® comprar la colecci¨®n y convertirla en editorial, un despacho alquilado a sus padres en los bajos de su casa. Ah¨ª arrancar¨ªa en diciembre de 1979 con dos poemarios, uno de ellos una locura: la poes¨ªa completa de Ausi¨¤s March editada por Joan Ferrat¨¦, quien le conducir¨ªa a los tip¨®grafos cl¨¢sicos alemanes.
Con editorial propia, marcada por ese agave mediterr¨¢neo y noucentista que se daba en su Tarragona natal, se desbord¨® su alma: ¡°Mi vida es entusiasmo, gusto, pasi¨®n¡±, y con todo ello acentu¨® en lo formal la recuperaci¨®n de una tradici¨®n artesana por el libro, que siempre defendi¨® que ten¨ªa que ser ¡°como una pantalla de cine donde hemos de ver las cosas proyectadas pero no la pantalla¡±. Y empezaron las proporciones arm¨®nicas en la puesta en p¨¢gina, las hojas de papel de blanco roto con ph neutro ¡°para que puedan leerse dentro de 150 a?os¡±, las letras entintadas no al 100% negro, el uso de unos tipos de letra que hizo comprar exprofeso a un impresor, las portadas blancas que provocaron una revuelta de los vendedores y que evitaban la cuatricrom¨ªa en favor de los colores planos, el cosido s¨®lo con hilo vegetal, la edici¨®n en tipograf¨ªa hasta que fue imposible y el ajuste a mano entre letras de las portadas a¨²n hoy. ¡°No es lujo y bibliofilia: ?si mis libros son cistercienses!¡±, se defend¨ªa. Detr¨¢s de todo estaba que quer¨ªa ser como el humanista tip¨®grafo veneciano del XV Aldo Manuzio, editor de su coet¨¢neo Erasmo de Rotterdam y art¨ªfice impresor de uno de los libros m¨¢s bellos del mundo, el Sue?o de Pol¨ªfilo, que s¨®lo a Vallcorba se le ocurrir¨¢ editar en 1999 como homenaje al medio milenio de su aparici¨®n.
En ese marco se puso a recuperar cl¨¢sicos junto a autores de inicios del XX que situaba, en plano de igualdad, junto a nuevas voces contempor¨¢neas. El resultado dio en poco tiempo un cat¨¢logo donde aparecieron, en ediciones filol¨®gicas impecables, March, Francesc Trabal, J.V. Foix, Eugeni D¡¯Ors, Mart¨ª de Riquer y la her¨¢ldica, los trovadores medievales y ensayos sobre Cervantes pero tambi¨¦n Joseph Roth o Stefan Zweig, que repesc¨® del olvido absoluto para convertir en best seller. ¡°Su mundo de ayer nos da mucha m¨¢s luz sobre el de hoy que cualquier ensayo actual¡±, dec¨ªa jugando con el t¨ªtulo de las memorias del autor. En apenas una d¨¦cada concentr¨® asimismo los aires renovadores m¨¢s s¨®lidos de las letras catalanas: Monz¨®, Sergi P¨¤mies, Empar Moliner, Ferran Torrent, Ramon Solsona, Francesc Ser¨¦s, Pere Guix¨¤¡ ¡°La nouvelle vague de la literatura catalana de los a?os 80 y 90¡±, lo elogi¨® el semanario Le Nouvel Observateur. Con la mayor¨ªa llev¨® a la pr¨¢ctica su pol¨ªtica de autor, trabajando con ellos los originales a?adi¨¦ndoles sus legendarias sugerencias al margen.
Bull¨ªa el despacho de ese hombre siempre de traje y chaqueta, de mand¨ªbula cuadrada y piel transparente de tan blanca, gafas redondas con monturas de carey y que trataba de usted a sus empleados, algunos hoy editores notables que no resistieron demasiado su car¨¢cter refinadamente duro y, a decir de algunos, intransigente. ¡°?Individualista? Con m¨¢s gente se es m¨¢s disperso: la coherencia es b¨¢sica para captar un lector, como el dise?o, y m¨¢s cuando se apuesta por autores desconocidos¡±.
Llevado por esa velocidad que le chiflaba desde peque?o, cuando quer¨ªa ser piloto de avi¨®n y que con los a?os tamiz¨® con la posesi¨®n de un Alfa Romeo GTV de seis cilindros y despu¨¦s un BMW 528 que fueron la envidia del mundillo editorial barcelon¨¦s, en 1987 se lanz¨® a la aventura en castellano creando Sirmio, de vida breve pero que dej¨® como marca, por ejemplo, el debut de Javier Cercas. Hab¨ªa corrido m¨¢s que el tiempo. Quiz¨¢ por ello, cuando repiti¨® experiencia en 1999 empujado por ¡°el abandono al lector exigente¡±, le puso como nombre Acantilado: ¡°Jugaba con la idea del peligro y como me hac¨ªan la broma de que me pod¨ªa caer por ¨¦l, lo conjur¨¦ con el logotipo de un hombre tir¨¢ndose de cabeza¡±.
En Acantilado, Vallcorba no hizo m¨¢s que acentuar creencias y convertir las dificultades en virtud: copados los autores espa?oles, se lanz¨® a por los centroeuropeos, buscando aquellos nombres ¡°del espacio com¨²n de la tradici¨®n europea, que hace que un ruso comprenda bien a Cervantes, un ingl¨¦s a Dante y un alem¨¢n a Shakespeare¡±, ilustraba el editor-doctor en Filosof¨ªa y Letras. Y as¨ª, bajo el rojo y el negro de Acantilado aparecieron los mejor de los autores que pivotaban sobre la Viena finisecular del XIX (Roth, Schnitzler¡), ayudado por el dominio de uno de los siete idiomas que hablaba, el alem¨¢n, lengua puente que le llevaba a autores checos, polacos o h¨²ngaros (Kert¨¦sz), a los que sol¨ªa llegar a trav¨¦s de la lectura de los suplementos literarios de los diarios suizos. Tambi¨¦n en Acantilado acentu¨® sus locuras, como las 2.700 p¨¢ginas de las Memorias de ultratumba de Chateaubriand o las 1.700 de los ensayos de Montaigne, que convirti¨® en inauditos best seller. ¡°Edito cl¨¢sicos que hoy puedan conversar con nosotros; Samuel Johnson es mi contempor¨¢neo¡±, zanjaba el asombro de su interlocutor Vallcorba, que el 2002 recibir¨ªa el premio Nacional a la mejor Labor Editorial.
¡°Pesimista atemperado¡±, como se autodefin¨ªa, cada vez se morigeraba menos. Empez¨® en 2004 por abandonar la docencia universitaria (donde dej¨® estudios sobre la Chanson de Roland, la poes¨ªa trovadoresca o las vanguardias europeas) porque, ahuyentado el rigor por la burocracia, ten¨ªa la sensaci¨®n de ser ¡°un gu¨ªa tur¨ªstico de autocar se?alando fugazmente edificios singlares aqu¨ª y all¨¢¡±. Luego, quien aspiraba a ejercer con su empresa ¡°un papel de intervenci¨®n cultural, ayudar al patrimonio cultural colectivo, esa es mi idea de hacer pa¨ªs¡±, no recibir¨ªa hasta hace apenas dos meses el reconocimiento oficial de la Generalitat. ¡°La catalana es una cultura que se reinicia cada lunes; hay poca memoria y falta la ambici¨®n de un Carner o un D¡¯Ors¡±, se lamentaba quien manten¨ªa que la edici¨®n en esa lengua estaba ¡°enferma por culpa de las subvenciones¡±. Con un punto mel¨®mano y amante de la conversaci¨®n culta que cultivaba con hom¨®nimos como el editor alem¨¢n de Suhrkamp Joachim Unseld, tambi¨¦n es cierto que fueron desapareciendo interlocutores queridos como Roberto Bola?o y Riquer, a quien ya no pod¨ªa contar que en su casa ¡°los libros, de noche, se mueven y dialogan entre ellos; por la ma?ana los hallo en lugares distintos¡±, so?ando en verdad el espacio espiritual de sus cat¨¢logos.
Una ilusi¨®n de sus ¨²ltimos a?os, am¨¦n de una en¨¦sima locura, la de editar todo Simenon, y la entereza y su marcado sentido del deber que le llev¨® a despedirse de sus principales autores y amigos hasta pocas semanas antes de fallecer, era la de recuperar el viejo molino de su casa familiar y hacer ¡°un buen aceite, puro¡±, con ese rigor de quien sab¨ªa que hoy se confunde a los h¨¦roes con los modelos. ?l es ya de los segundos.
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