M¨°nica Oltra nos representa
La diputada de Comprom¨ªs simboliza una forma respetable de entender la democracia
Hay cuestiones que no se pueden dejar pasar en silencio. Son incluso previas a la adscripci¨®n ideol¨®gica o a las simpat¨ªas pol¨ªticas de cada uno. En una democracia homologable, incluso debieran ser previas a las coordenadas izquierda-derecha. Hay cosas que tienen que ver con la calidad de la democracia, con la forma de entenderla, con la dignidad. Y la suspensi¨®n de la condici¨®n de diputada de M¨°nica Oltra por la mayor¨ªa conservadora en el parlamento valenciano pertenece, a nuestro juicio, a este ¨¢mbito de discusi¨®n.
Una caracter¨ªstica de nuestra Comunidad es su notable capacidad para alumbrar novedades. As¨ª, ahora, la de que la mayor¨ªa, a puerta cerrada, sin testigos, para evitar im¨¢genes y actitudes vergonzantes, prive temporalmente de su condici¨®n de representante del pueblo a una diputada, por unos hechos que no pasar¨ªan de lo anecd¨®tico en cualquier parlamento democr¨¢tico. Por ejemplo, en un parlamento como el brit¨¢nico.
Algo nos dice este hecho, en todo caso, de la degradaci¨®n de les Corts: a imagen y semejanza de lo que ha ocurrido con otras instituciones, el PP transform¨® la C¨¢mara para convertirla en caja de resonancia de sus intereses partidistas y clientelares, no dudando, para ello, en asilar a personas indignas de ostentar actas de diputado, una de las m¨¢s nobles responsabilidades de la vida p¨²blica, dando cobijo a imputados y a absentistas manifiestos. Quien ha actuado as¨ª se atreve ahora, en el colmo de los desprop¨®sitos, a castigar a quien ha sido modelo de contraste, ejemplo de trabajo cotidiano: alguien que justificaba la supervivencia de una instituci¨®n arrastrada por la incuria y la indecencia. Porque cuando buena parte de la ciudadan¨ªa se ha preguntado para qu¨¦ serv¨ªa tal C¨¢mara, all¨ª ha estado Oltra, junto a otros diputados y diputadas, para justificar su existencia.
Porque en una democracia los formalismos no son nunca una cuesti¨®n menor, lo peor del suceso que comentamos es que los hechos son tan obvios que ponen tambi¨¦n en entredicho la consistencia de los argumentos jur¨ªdicos con los que se ha intentado ocultar la sanci¨®n. Nunca Oltra neg¨® las normas sino su interpretaci¨®n, hecha por un int¨¦rprete, tan arbitrario y parcial, que da?a su misma funci¨®n moderadora de los debates. Basta con ver las im¨¢genes del rifirrafe que est¨¢ en el origen de todo para apreciar que si tuvo que haber amonestaci¨®n no fue a Oltra, sino a poderosos actores del Grupo del PP acostumbrados, por lustros, a hacer su voluntad sin decoro ni cortes¨ªa.
Esas gentes son las que, como antes en tantas ocasiones, interrumpieron, insultaron y quebraron el orden normal de la sesi¨®n. En lugar de ello se quiso expulsar a quien, pese a la dificultad del momento, salv¨® la dignidad de las Cortes haciendo sana ostentaci¨®n de su voluntad de no ser desarraigada del lugar en el que le puso la ciudadan¨ªa. Y ah¨ª, en todo caso, debi¨® quedar la cosa si se hubiera impuesto la prudencia que se espera de los pol¨ªticos importantes.
El PP ha convertido
Pero lo que all¨ª se dirim¨ªa nada ten¨ªa que ver con cuestiones reglamentarias. A Cotino (y a su insistente vicepresidente) no le bastaba con eso y aplic¨® un art¨ªculo de muy dudosa constitucionalidad, nunca antes empleado. La gesti¨®n de este incidente irrelevante es todo un s¨ªmbolo. Era una forma de expresar lo que durante d¨¦cadas se han cre¨ªdo, ¡°constitucionalmente inmunes¡±, convirtiendo las instituciones de garant¨ªa democr¨¢tica en parciales y poco fiables. Haciendo de la nuestra una democracia de escaparate, en palabras de Ermanno Vitale. Lo que esa actitud y la votaci¨®n posterior expresaban era, una vez m¨¢s, una variante de democracia autoritaria. Una forma de ejercer la mayor¨ªa por quienes de alguna forma han intentado monopolizar la esfera p¨²blica. Privatizaci¨®n de la pol¨ªtica le llama Flores d¡¯Arcais. El PP ha querido sustituir con su mayor¨ªa lo que s¨®lo podr¨ªa hacer, dadas las circunstancias pol¨ªticas del caso, un poder distinto ¡ªel judicial¡ª, o el propio pueblo, a trav¨¦s del voto. Y lo ha hecho, en flagrante abuso de poder, para castigar, para intentar humillar, convencido de que as¨ª deja claro que en su decadencia a¨²n manda.
Por eso nos representa M¨°nica Oltra. Porque m¨¢s all¨¢ de preferencias ideol¨®gicas en el mundo de la izquierda, simboliza una forma respetable de entender la democracia y de estar en la pol¨ªtica con dignidad. Una forma de resistencia constitucional. Si M¨°nica Oltra, hoy, nos representa m¨¢s que nunca, otros no pueden sino simbolizar una pobre indignidad. Quiz¨¢ sea as¨ª hasta el final. Contemos los d¨ªas, preparemos el futuro.
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