La dif¨ªcil tarea de representar
La promiscuidad pol¨ªtica y el mestizaje ideol¨®gico crecen ya que hacer es m¨¢s significativo que ser
Una de las cuestiones m¨¢s controvertidas en el escenario pol¨ªtico actual es la funci¨®n de representaci¨®n. El imaginario del 15-M ha penetrado con fuerza (y con razones s¨®lidas) en la percepci¨®n de la ciudadan¨ªa sobre aquellos que pretenden representarlos. El ¡°no nos representan¡± est¨¢ inscrito en los marcos de socializaci¨®n pol¨ªtica de los j¨®venes y ha influido notablemente en muchos otros de todas las edades. Cada suceso que relaciona a pol¨ªticos con corrupci¨®n no hace sino enraizar m¨¢s profundamente esa percepci¨®n. Y sin duda el nuevo monarca ha perdido una buena ocasi¨®n para encarar de manera m¨¢s explicita el tema de la corrupci¨®n (entre otros muchos) en su primer discurso.
Durante muchos a?os, la funci¨®n representativa, b¨¢sica en la democracia contempor¨¢nea, prefiri¨® basarse en la abstracci¨®n que en la presencialidad. El rito, la distancia, la aureola y el ornato cumpl¨ªan esa funci¨®n sublimadora. Nos representaban porque eran especiales, lejanos y distinguidos. Ahora, la jerarqu¨ªa no razonada, la distancia no justificada, la distinci¨®n no fundamentada, nos parecen absolutamente rechazables. Lo que valoramos de alguien que quiere representarnos es que sea cercano, similar, pr¨®ximo. El monarca abdicado era campechano, pero la inaudita cacer¨ªa le convirti¨® de golpe en algo totalmente distinto a nosotros. El nuevo monarca est¨¢ muy preparado, dicen, pero lo que se subraya es su normalidad, su falta de aureola, su voluntaria proximidad.
Queremos que los que nos representen sean m¨¢s semejantes que competentes. Porqu¨¦ para resolver problemas todos somos competentes, todos podemos aportar. Nuestra sociedad permite ser m¨¢s horizontal, m¨¢s colaborativo, con mayor facilidad para aprovechar las ventajas del compartir. El cambio tecnol¨®gico y la cultura hacker apuntan a l¨®gicas de trabajo y de creaci¨®n que ven en la rivalidad m¨¢s problemas que ventajas. Castigando asimismo toda intermediaci¨®n que no aporte valor. En este sentido, cada vez parece m¨¢s pasada de moda la ret¨®rica competitiva de los partidos pol¨ªticos, esforz¨¢ndose m¨¢s en denigrar al competidor que en ponerse a trabajar para resolver. Insisten en dirigirse a un pueblo cada vez m¨¢s inexistente como tal, mientras lo que de verdad existen son comunidades en torno a problemas que se mueven y act¨²an con identidades complejas y para nada excluyentes. Los que logran saber c¨®mo dirigirse y conectar con las situaciones concretas de los olvidados, los denigrados, los relegados, reciben respuesta directa de esos colectivos, que entonces se sienten representados. Los que hablan gen¨¦ricamente de pobreza y de exclusi¨®n s¨®lo reciben respuesta de los que no lo experimentan. La presencia es clave, ya que valida su condici¨®n de ciudadanos. Representar es estar presente junto a quienes padecen, m¨¢s all¨¢ de la condici¨®n de semejanza.
Las instituciones y los partidos que basan su voluntad de representaci¨®n en su sola presencia en las mismas invierten en signos, en distinci¨®n, en una representaci¨®n sublimada. Quieren descorporizar al poder, y pretenden que no se note su presencia imp¨²dica en todos los centros y consejos en que el poder se articula. No son ellos los que est¨¢n ah¨ª, sino que est¨¢n ah¨ª en su condici¨®n de representantes, pero lo cierto es que son ellos y no su condici¨®n los que reciben beneficios y concentran privilegios. Estamos en plena recorporizaci¨®n de la pol¨ªtica, y ello es un signo de democratizaci¨®n, ya que exige cercan¨ªa, semejanza, proximidad. Representar es hablar de lo que la gente vive y experimenta, construir categor¨ªas desde ejemplos. Como explica Rosanvallon, los lenguajes, tanto los puramente tecnocr¨¢ticos como los sesgadamente ideol¨®gicos, no funcionan en esa l¨®gica de representaci¨®n, ya que expresan una concepci¨®n general percibida como hueca, como disociada de la experiencia. Imposible reconocerse en ese tipo de discursos. Los movimientos sociales han logrado apropiarse de la militancia de la presencia. Est¨¢n ah¨ª. En ellos hay tambi¨¦n miembros de partidos que viven en las movilizaciones algo que en la vida de partido nunca perciben. Hacen, act¨²an, sienten, se emocionan. Por eso son cada vez m¨¢s frecuentes las dobles y triples militancias. La promiscuidad pol¨ªtica y el mestizaje ideol¨®gico crecen en la medida que hacer es m¨¢s significativo que ser. No es tan importante la unidad como objetivo como la sincronizaci¨®n de las distintas singularidades y perfiles.
Hanna Pitkin, una de las mayores especialistas en representaci¨®n pol¨ªtica, nos advert¨ªa hace a?os que m¨¢s all¨¢ de la representaci¨®n formal, era importante la de car¨¢cter substantivo. Aquella capaz de representar por la acci¨®n, Hoy dir¨ªamos que lo importante es que todos hagamos, y que la representaci¨®n facilite que ello se lleve a cabo. No me parece que vayamos por ese camino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.