?Hasta la pr¨®xima, ¡®Monsieur¡¯!
Reci¨¦n cumplidos los 90 a?os Charles Aznavour mantiene en vilo dos horas al p¨²blico del Liceo
Con la ciencia de nuestra parte ya no puede considerarse milagroso que alguien alcance los noventa a?os con dignidad. Otra cosa muy diferente es atreverse a esa edad a subir a un escenario como el del Liceo y, durante casi dos horas, mantener en vilo al p¨²blico que llenaba el recinto, llegar a emocionarle y acabar desatando ese entusiasmo que solo aflora en los grandes acontecimientos, los que se recuerdan durante largo tiempo.
Fue un gran acontecimiento volver a ver y o¨ªr a Charles Aznavour y comprobar que el paso del tiempo se lleva muchas cosas por delante pero nada puede contra los sentimientos y las emociones. Y Aznavour los reparti¨® a manos llenas.
Impecablemente vestido de negro, aunque pronto dej¨® la chaqueta sobre el piano y mostr¨® que es de los que utilizan cintur¨®n y tirantes, Aznavour exhibi¨® una mirada pl¨¢cida y penetrante, la sonrisa del que ya est¨¢ de vuelta de todo y una cercan¨ªa que en ning¨²n momento pareci¨® impostada.
Su voz no tiene la potencia ni la amplitud que le record¨¢bamos pero mantiene la fuerza, la sensibilidad y, sobre todo, una incre¨ªble capacidad para comunicar las m¨¢s diversas emociones a trav¨¦s de unas canciones que son emoci¨®n en estado puro.
Realmente un concierto redondo y emotivo en el que lo menos importante fue la edad del protagonista.
Y eso que la noche no empez¨® con buen pie. A los pocos compases del primer tema, Aznavour detuvo a sus m¨²sicos porque el volumen de los monitores estaba demasiado alto. "Cuando hay problemas sobre el escenario se los explico al p¨²blico", coment¨® con tranquilidad. Retomado el tema volvi¨® a fallar la electr¨®nica y, mientras lo solucionaban, Aznavour se marc¨® una canci¨®n ac¨²stica y en castellano a solas con su pianista. Y como si all¨ª no hubiera sucedido nada reinici¨® el concierto con Les emigrants y ya toda la banda al completo. Dominio total y sin trampa, ninguna. A partir de ah¨ª todo funcion¨® t¨¦cnicamente como una seda o casi porque hacia la mitad del concierto volvi¨® a detener a la banda porque las cosas no sonaban como a ¨¦l le gustaban, pidi¨® la complicidad del p¨²blico, la obtuvo de inmediato y el grupo recomenz¨® con mucha m¨¢s fuerza. Un septeto instrumental y dos vocalistas (una de ellas, su hija con la que comparti¨® un d¨²o) mantuvieron al cantautor entre algodones toda la noche.
Su voz no tiene la potencia de antes pero sigue emocionando
Aznavour no subi¨® al escenario para enga?ar a nadie, para vender glorias pasadas. Nada m¨¢s lejos de lo que sucedi¨® en el Liceo. Antes de comenzar la cuarta canci¨®n ya dej¨® claro que de retirarse nada de nada pero que a sus noventa a?os no ve¨ªa bien, no o¨ªa bien y se le olvidaban las letras de las canciones. As¨ª, para solventar el problema utilizaba un teleprompter y lo ense?¨®, "muchos lo tienen en el escenario pero no lo dicen", brome¨®. Y, la verdad, como si no lo estuviera utilizando porque su dominio de la palabra fue total.
En un concierto tranquilo, sin altibajos, recorri¨® pr¨¢cticamente toda su larga carrera, con muchas referencias a la juventud, seg¨²n explic¨® su ¨¦poca de la vida preferida. Record¨® que cincuenta a?os atr¨¢s hab¨ªa actuado por primera vez en Barcelona, en la sala Emporium, all¨ª cant¨® su primera canci¨®n en castellano Nuestra juventud y la repiti¨® en el Liceo pero con una nueva traducci¨®n ("la primera no era muy buena"). Mezcl¨® el castellano con el franc¨¦s y recurri¨® al ingl¨¦s para rememorar She y hasta se marc¨® unos pasos de baile con verdadero car¨¢cter. Mourir d'aimer, Ave Maria, Il faut savoir marcaron algunos puntos ¨¢lgidos antes de que el concierto enfilara una recta final de aut¨¦nticas emociones compartidas: La Boheme, Que c'est triste Venice (esta en castellano) y el p¨²blico ya entrado en a?os disputando por la toalla que, tras secarse el sudor, lanz¨® a la platea.
Al final ovaci¨®n de gala con todo el Liceo puesto en pie y, tras varios minutos de calurosos aplausos con las luces de la sala ya encendidas, Aznavour regres¨® con La Mamma. Un punto final que a nadie le supo a despedida: hasta la pr¨®xima Monsieur Aznavour.
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