La Fura se estrella contra el muro
El esperado ¡®smart show¡¯ del grupo result¨® confuso, decepcionante y pretencioso
La pen¨²ltima escena de M.U.R.S, el esperado nuevo espect¨¢culo de La Fura del Baus, estrenado anoche en uno de los fosos del castillo de Montju?c de Barcelona como obertura del festival Grec, resumi¨® perfectamente la penosa impresi¨®n que produjo toda la funci¨®n: unas chicas con hachas procedieron de manera tan gratuita como pusil¨¢nime a golpear un autom¨®vil. En realidad solo descargaban los hachazos sobre la falsa cubiera de hojalata que cubr¨ªa el veh¨ªculo y ni siquiera lo hac¨ªan con una m¨ªnima parte de la energ¨ªa salvaje de los viejos tiempos de la gloria furera.
Todo M.U.R.S , para el que se hab¨ªan rejuntado cuatro de los miembros veteranos, revel¨® una similar impotencia involuntariamente autopar¨®dica. Una verdadera pena ver a la Fura convertida en una caricatura de s¨ª misma apenas disfrazada con la vacuidad de una propuesta supuestamente de tecnolog¨ªa revolucionaria ¡ª¡±?pasen y vean el primer smart show de la historia!¡±¡ª que result¨® igualmente lamentable. Un desastre en toda regla.
La propuesta ya hac¨ªa levantar m¨¢s de una ceja. Cuando a un espect¨¢culo se le hace depender tanto de la tecnolog¨ªa y el mensaje queda emborronado detr¨¢s de unas cuantas frases grandilocuentes, la cosa pinta mal.
Una gran mayor¨ªa del p¨²blico que acudi¨® al estreno arrib¨® al castillo sin los deberes hechos. Exist¨ªa la posibilidad de descargarse previamente la aplicaci¨®n para m¨®vil que permit¨ªa seguir el espect¨¢culo e interactuar con la propuesta pero pocos consiguieron hacerlo. En la espera para acceder al recinto del show, detr¨¢s del castillo, en el baluarte exterior, bajando por la rampa del hornabeque, reinaba la expectaci¨®n te?ida de cierta desaz¨®n: mucha gente no lograba conectarse. Miembros de la organizaci¨®n tranquilizaban explicando que dentro ser¨ªa f¨¢cil hacerlo. Un tipo optaba por fumarse un porro.
Lleg¨® el final del galimat¨ªas con unas chicas dando hachazos a un coche
Al ingresar al foso, dominado por una gran estructura met¨¢lica (el espect¨¢culo se representa hasta el 5 de julio), se acced¨ªa al primero de una serie de espacios delimitados por grandes pantallas a manera de cortinas y marcados por un color. En ese primer ¨¢mbito introductorio, se ofrec¨ªan instrucciones para conectarse. Los que lo consegu¨ªan, y los que no pod¨ªan pero ya pasaban de todo, acced¨ªan a un segundo espacio, azul, en el que una joven atl¨¦tica enfundada en mallas y encaramada en un podio invitaba a ponerse en forma y seguirla en una sesi¨®n de baile gimn¨¢stico zumba. Los dichosos propietarios de m¨®vil con aplicaci¨®n en curso, pod¨ªan leer mensajes en la pantalla que invitaban a realizar tal o cual actividad: ¡°Grita alto¡± , ¡°otra vez, que no te hemos o¨ªdo¡±. La chica atl¨¦tica entre tanto se?alaba que est¨¢bamos en el lugar del ¡°culto al cuerpo¡± y ped¨ªa m¨¢s movimiento para quemar calor¨ªas, proceso que pod¨ªa comprobarse en un gr¨¢fico en la pantalla del tel¨¦fono. La gente segu¨ªa las instrucciones con ganas de fiesta. De hecho todo ten¨ªa un cierto tono de feria.
El siguiente ¨¢mbito, rojo, tambi¨¦n con un maestro de ceremonias, parec¨ªa tener que ver con la econom¨ªa y el m¨®vil te permit¨ªa subir o bajar un ¨ªndice burs¨¢til en pantalla. El tercero, verde, estaba relacionado con la ecolog¨ªa y el reciclaje, y presidido por una especie de escultura de tubos y botellas de pl¨¢stico. Apuntando a un c¨®digo en su base se produc¨ªa un efecto de realidad aumentada y en el m¨®vil pod¨ªa verse crecer una planta virtual. ¡°Su versi¨®n android es demasiado antigua para esta funci¨®n¡±, le¨ªa un espectador frustrado. Pasados los ¨¢mbitos se volv¨ªa al inicio. Todo muy pedestre y poco atractivo.
La funci¨®n dio un supuesto vuelco con la explosi¨®n de una serie de petardos, el peque?o incendio en unas taquillas, apagado r¨¢pidamebte con un extintor, y el ataque de histeria de una supuesta espectadora que fue retirada por unos supuestos servicios de seguridad. Las pantallas empezaron a vomitar informativos en los que explicaba fragmentariamente que hab¨ªa habido un atentado terrorista y una nube t¨®xica. Los actores devenidos fuerzas policiales obligaban a moverse al p¨²blico de un lado a otro. Se anunciaba por pantalla la b¨²squeda de un sospechoso, cuyo retrato aparec¨ªa en tu tel¨¦fono. Se suced¨ªan carreras y persecuciones. Todo con un amateurismo y una falta de convicci¨®n realmente notables. ?Ay, la vieja Fura!
El show devino algo del todo ca¨®tico con peque?os tumultos orquestados e informaci¨®n dispersa que captabas o no al vuelo. ¡°Ha ganado el no¡±, pudo escucharse.
Pas¨® corriendo una actriz envuelta en pl¨¢stico. Luego se orden¨® a los espectadortes a distribuirse en funci¨®n del color que les aparec¨ªa en la pantalla del m¨®vil. Y hechos los grupos se pidi¨® reconocer a la quinta columna de otro color y expulsarlos (aj¨¢, la xenofobia). En un momento determinado, sin que se supiera muy bien por qu¨¦ a una chica (una actriz) se la desnud¨® y castig¨®. Las grandes pantallas se convirtieron en muros al proyect¨¢rse im¨¢genes de piedra. Y lleg¨® el final del galimat¨ªas con las chicas peg¨¢ndole al coche y un anticl¨ªmax en que que nadie (ni, al parecer, los actores) sab¨ªa que hacer. Seguramente desconectar el m¨®vil. Las pantallas reprodujeron entonces muy democr¨¢ticamente mensajes enviados por los espectadores. Algunos no eran muy animosos. ¡°?Esto es una broma?¡±. ¡°Cutres¡±. ¡°Menos mal que era gratis¡± (solo ayer).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.