¡®El Tigre¡¯ sigue rugiendo ( y ?qu¨¦ rugido!)

Tom Jones, una de las voces m¨¢s potentes de los a?os sesenta del pasado siglo. Se dice r¨¢pido, pero han pasado casi cincuenta a?os desde que It¡¯s not unusual se apoderara de las listas de ¨¦xitos de medio mundo, fue a primeros de 1965, un verdadero terremoto. No es nada extra?o (as¨ª la cant¨¢bamos por aqu¨ª) que tras un rugido como ese, y los que inmediatamente siguieron (Thunderball, Delilah), a Jones se le conociera como El Tigre de Gales. Pr¨¢cticamente nadie utiliza ya ese apodo pero El Tigre sigue rugiendo con una fuerza atronadora cuando el felino ha cumplido ya los 74 a?os. Algo que apabulla.

As¨ª sucedi¨® ante la fachada del Palacio Real de Pedralbes. Las gradas pr¨¢cticamente llenas, la noche apacible, incluso un punto fresquita, los diez minutos de retraso de rigor y ah¨ª estaba El Tigre, vestido en azules (camisa oscura, chaqueta clara), perilla canosa, sonrisa mefistof¨¦lica. Salud¨®, comenz¨® a cantar y el rugido, ?qu¨¦ rugido!, se apoder¨® de todo. Solo con aquel golpe de voz, un blues terriblemente r¨ªtmico, ya hab¨ªa conquistado la plaza, todos rendidos a sus pies. Un par de demostraciones de poder¨ªo y ya Sexbomb lo puso todo patas arriba. Seguir¨ªa una endiablada mezcla de country, rhythm and blues, rock y baladas melanc¨®licas, historias de desamor y tambi¨¦n de amor, claro. Una abanico tan inclasificable como atractivo.

Tom Jones se halla en perfecta forma vocal, tanto en los agudos como en los registros m¨¢s bajos y pasa de unos a otros con aparente naturalidad. Domina el escenario y una banda de nueve m¨²sicos, s¨®lida como pocas, le propulsa hasta lo m¨¢s alto, le sigue all¨ª a donde va y llena todos los agujeros.

Siguieron temas de su ¨²ltimo disco, interesantes, y, de pronto, Delilah exalt¨® unos ¨¢nimos ya exaltados. A partir de ah¨ª todo fue un camino de rosas, total comuni¨®n entre el escenario y la platea, donde nadie, a pesar de ser un p¨²blico entrado en a?os, paraba quieto. Green green grass of home, Never fall in love again o It¡¯s not unusual se mezclaron con versiones de Tom Waits o Leonard Cohen para un final por todo lo alto en el que el cl¨¢sico Thunderball se code¨® con el m¨¢s reciente Kiss sin que se notara la diferencia de edad de dos canciones tan distintas.

El Tigre rugi¨®, y mucho, en Pedralbes demostrando que para algunas m¨²sicas no pasa el tiempo y para determinadas gargantas privilegiadas como la suya tampoco. Strange Things a ritmo de desenfrenado rock and roll cerr¨® una noche grande.