Chueca pide la dimisi¨®n de Botella

¡°Botella dimisi¨®n. Botella dimisi¨®n¡±. Con estos gritos recib¨ªa la Plaza de Chueca el preg¨®n de las fiestas del Orgullo de Madrid (MADO 14). El escenario instalado en la plaza, y desde el que las pregoneras Conchita Wurst y Ruth Lorenzo inauguraron los festejos, no estar¨¢ ma?ana. El preg¨®n ser¨¢ el ¨²nico acto de las fiestas, que duran hasta el domingo, que se podr¨¢ celebrar en la m¨ªtica plaza, ic¨®nica para el movimiento LGTB.

El ruido ha sacado la celebraci¨®n del epicentro del barrio: ¡°aunque otros a?os el Ayuntamiento ha dado el visto bueno a las actuaciones en la plaza, en la presente edici¨®n han considerado que durante los festejos se van a superar los 45 decibelios permitidos por la ley y no nos han dejado programar aqu¨ª¡±, explica Juan Carlos Alonso, secretario general de la asociaci¨®n AEGAL (Comercio, Ocio, Cultura y Turismo gayfriendly), una de las organizadoras del evento. La manifestaci¨®n anual, que se celebra el s¨¢bado, tambi¨¦n var¨ªa su recorrido ¡°por razones de seguridad¡±, seg¨²n el Consistorio. As¨ª en lugar de cruzar la Gran V¨ªa discurrir¨¢ por la Castellana, comenzando en Atocha y celebrando el fin de fiesta en Col¨®n. ¡°No vamos a hacer ning¨²n tipo de valoraciones pol¨ªticas. Nos vamos a limitar a cumplir la ley¡±, asegura Alonso.

¡°No son decibelios, es LGTBIfobia¡±, sentencia Carla Antoneli desde el escenario. ¡°Sacarnos del barrio es una muestra del desprecio que la alcaldesa tiene al colectivo. Eso s¨ª, no tiene reparos a la hora de promocionar la ciudad en el extranjero haciendo gala de lo gay¡±, agrega la diputada socialista en la Asamblea de Madrid.

El Orgullo es la fiesta m¨¢s multitudinaria de Madrid. Los organizadores calculan que este a?o reunir¨¢ a m¨¢s de dos millones de personas y que generar¨¢ unos beneficios para la ciudad de 110 millones de euros. ¡°La gente las identifica como las fiestas de Madrid¡±, apunta Alfonso Llopart, director de la revista Shangay y coordinador de escenarios del MADO. ¡°Aunque este a?o no son muchos por coordinar¡±, se queja. Los seis escenarios que otras ocasiones se han extendido por el barrio se han visto reducidos a dos: el de la plaza de Callao y el de la Plaza del Rey. Por todos los cambios, desde las organizaciones LGTB se han quejado del ¡°doble rasero¡± del Ayuntamiento con respecto al ruido de los eventos y han comparado el Orgullo con las celebraciones de la Roja o las fiestas de la Paloma. ¡°Nuestro Ayuntamiento no entiende¡±, resume Llopart esa percepci¨®n.

Desde G¨¦nova quieren demostrar lo contrario. ¡°He hablado esta ma?ana con la alcaldesa de Madrid y tiene voluntad de buscar una soluci¨®n. Es la asociaci¨®n de vecinos la que se opone¡±, publicaba hace unos d¨ªas en Twitter I?aki Oyarzabal, secretario de justicia, derechos y libertades del Partido Popular y abiertamente gay. ¡°No se han sacado las fiestas del barrio¡±, dice Esteban Benito, presidente de la asociaci¨®n de vecinos del barrio. ¡°El Orgullo comenz¨® como algo espont¨¢neo y de la ciudadana, pero ha ido cogiendo fama y se ha convertido en un evento multitudinario¡±, contin¨²a. Benito es urbanista y considera que la plaza es un agujero ¡°s¨²per peligroso en el que no cabe un alfiler¡±. Por otro lado, incide en al percepci¨®n de los vecinos de que la fiesta se hab¨ªa convertido en ¡°un horror¡± debido a la m¨²sica permanente, las excesivas barras en las calles y los orines.

¡°Me estabas intentando robar el m¨®vil¡±, alza su voz un chico en la plaza segundos antes de que Conchita salga a escena. Todo se queda en un leve altercado cuando la inesperada diva saluda y canta para deleite de sus seguidores. Tras ella, Boti Garc¨ªa Rodrigo, presidenta de la Federaci¨®n Estatal de Lesbianas Gays Transexuales y Bisexuales (FELGTB): ¡°durante la manifestaci¨®n no vamos a entender de decibelios¡±. Y contin¨²a su discurso denunciando la vulnerabilidad del colectivo. Despu¨¦s de sus palabras, el himno no oficial que inaugura a?o tras a?o la cita: A quien le importa lo que yo haga de Alaska y Dinarama. Pero no el fin del preg¨®n. Por lo menos de su cara no oficial. Una pitada espont¨¢nea ason¨® la plaza pidiendo la dimisi¨®n de la alcaldesa. ¡°Ahora vamos a hacer otra pitada en V¨¢zquez de Mella. Nos quieren estropear el Orgullo y no vamos a permitirlo¡±, cuenta Liam Aldous, australiano de 33 a?os que lleva varios a?os instalado en Madrid. En la plaza, cercana a la principal, se concentr¨® un centenar de personas con silbatos de colores que iban distribuyendo a todos los interesados en ¡°pitar al Ayuntamiento¡±. La protesta dur¨® poco. A las 21.30 ya hab¨ªa pasado todo. ¡°El barrio es el alma de las fiestas. Entiendo que la gente se enfade si las sacan de aqu¨ª¡±, cuenta ?ngel, de 58 a?os, acompa?ado de sus sobrinos: Luc¨ªa, de 16, y Javi, de 11. ¡°Me gusta mucho el ambiente y c¨®mo va vestida la gente¡±, dice la joven sin dejar de mirar alrededor. ¡°Cuando sea mayor pienso venir¡±, agrega con una sonrisa. De fondo, los pitidos segu¨ªan sonando por el Chueca.