Paul Anka trae Las Vegas a Pedralbes
El festival ha recibido este a?o 22.000 espectadores, el 77 % de ocupaci¨®n
Cuando un cantante lleva m¨¢s de cincuenta y cinco a?os en la carrera, incluyendo algunos ¨¦xitos que todav¨ªa se tararean, y sigue pisando escenarios o bien se ha reinventado (cosa dif¨ªcil pero algunos lo logran) o bien se ha convertido en una caricatura de s¨ª mismo. La regla es clara pero como todas tiene su excepci¨®n, tras lo visto el jueves en Pedralbes esa excepci¨®n se llama Paul Anka.
El canadiense, a punto de cumplir 73 a?os, sigue fiel a su imagen, canta (casi) las mismas canciones con arreglos muy similares, reparte las calculadas dosis de cercan¨ªa, simpat¨ªa y melaza de toda la vida y, en cambio, su concierto suena radiante, fresco, te engancha a la primera y hasta aceptas con una sonrisa sus peque?as cursiler¨ªas. Siguiendo el que fue su gran ¨¦xito (que en realidad grab¨® primero Frank Sinatra y no es m¨¢s que una versi¨®n inglesa de una canci¨®n de Claude Fran?ois), My Way (por aqu¨ª A mi manera), Paul Anka sigue haciendo las cosas a su manera y resulta que nos siguen gustando. ?Magn¨ªfico!
En Pedralbes, al mejor modo del mejor casino de Las Vegas, una orquesta sonando resplandeciente calent¨® el ambiente para que el cantante surgiera de entre el p¨²blico cantando, claro, Diana. Y nadie se par¨® a pensar que esa canci¨®n se grab¨® en 1957, como si fuera el ¨²ltimo hit del momento m¨¢s de dos mil personas en pie le aclamaron. Sigui¨® For once in my life y ya todo el p¨²blico cantaba con el canadiense (s¨ª, nadie hab¨ªa olvidado las letras). Y a partir de ah¨ª una cascada de grandes e inapelables ¨¦xitos: Adam and Eve, Ese beso, Lonely Boy, ...
Cant¨® el She's a Lady, Let my try again e It Doesn't matter anymore que escribiera, respectivamente, para Tom Jones, Frank Sinatra y Buddy Holly. Version¨® a Eric Clapton (Tears in heaven), a los Everly Brothers (Bye Bye Love), a Barbra Streisand (New York, New York). Toc¨® el piano, la guitarra y hasta hizo un amago de dirigir la orquesta batuta en mano. Volvi¨® a bajar entre el p¨²blico, estrech¨® manos, reparti¨® abrazos, se hizo fotos, firm¨® aut¨®grafos, ...
En una inmensa pantalla de v¨ªdeo record¨® a sus cinco hijas y a su hijo, su juventud y sus encuentros con otros famosos, el resto del tiempo el artefacto fue utilizado con una simplicidad irritante pasando una sucesi¨®n de pobres fondos de pantalla de ordenador. Eso s¨ª, la banda de catorce m¨²sicos sonaba con una fuerza inusitada convirtiendo cada canci¨®n en una aut¨¦ntico ca?onazo y alcanzando casi tanto protagonismo como el de Anka.
Como no pod¨ªa ser de otra manera todo el alarde de fuegos artificiales desemboc¨® en un apote¨®sico My Way, cantado por todo el personal puesto una vez m¨¢s en pie, antes de una tanda de bises eminentemente rockera: Twist and Shout (m¨¢s La Bamba que Twist and Shout pero tanto daba) y Proud Mary.
Si hubi¨¦ramos estado en Las Vegas hubi¨¦ramos salido euf¨®ricos, de Pedralbes tambi¨¦n.
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