La borrosa fraternidad escocesa
La actual fiebre independentista puede acabar convirtiendo el catalanismo hist¨®rico y cultural en un despojo
El nacionalismo no garantiza la fraternidad universal, como no la garantiza el internacionalismo. Pero el secesionismo catal¨¢n sigue buscando fraternidades donde no puede haberlas, ni en Escocia, ni el Pa¨ªs Vasco, ni en la Casa Blanca de Obama ni en la Uni¨®n Europea, como ha podido constatar el eurodiputado Ramon Tremosa. Por coincidir la convocatoria del refer¨¦ndum escoc¨¦s con las altas temperaturas del independentismo en Catalu?a, se supon¨ªa que el Partido Nacionalismo Escoc¨¦s har¨ªa causa com¨²n con los prop¨®sitos ya casi pre-ag¨®nicos de Artur Mas. Pero en estas cosas, cada uno va a la suyo, y Alex Salmond, l¨ªder del independentismo escoc¨¦s es un pol¨ªtico muy escurridizo, h¨¢bil y reacio a asumir compromisos que no sirvan a sus intenciones. A diferencia de un Artur Mas desconocedor de la pol¨ªtica que se hace en Espa?a, Salmond ha pasado largos a?os en el parlamento brit¨¢nico. A¨²n as¨ª, no est¨¢ escrito que el refer¨¦ndum vaya a serle favorable. Y si lo fuese, The Economist ya se ha cuidado de recordarle que las consecuencias pueden ser negativas.
Todo un paisaje de realidad constitucional ¡ªo sin constituci¨®n escrita, como es el caso brit¨¢nico¡ª, econ¨®mica, hist¨®rica, ling¨¹¨ªstica y pol¨ªtica separa a Escocia del caso catal¨¢n aunque cada uno aprovecha lo que m¨¢s le conviene. Lo que las dos coyunturas tienen m¨¢s en com¨²n es la incertidumbre sobre los riesgos y vac¨ªos que puede representar la independencia. En resumen, no hay suficiente evidencia emp¨ªrica para afirmar que sea mucho mejor irse del Reino Unido o de Espa?a que quedarse. En ambos casos, tampoco es axiom¨¢tico que la mayor¨ªa acabe avalando el s¨ª ni que los agravios respecto a la pertenencia al Reino Unido o a Espa?a justifiquen de modo incontrovertible la decisi¨®n de romper vinculaciones de siglos, en el caso de secesi¨®n efectiva. Es tambi¨¦n com¨²n la inquietud por la autoexclusi¨®n de la Uni¨®n Europea que se producir¨ªa si triunfa el independentismo, siendo presuntamente Edimburgo y Barcelona m¨¢s europe¨ªstas que Madrid o Londres. Tampoco sabemos a ciencia cierta hasta qu¨¦ punto las tensiones actuales hacen definitivamente insoportable compartir instituciones con el conjunto de Reino Unido o de Espa?a, y menos a¨²n despu¨¦s del proceso de devoluciones de poderes o de constituci¨®n auton¨®mica.
De modo que, a falta de un conocimiento preciso de las ventajas de separarse, Catalu?a y Escocia comparten el desconocimiento sobre la realidad del d¨ªa despu¨¦s, ese nuevo d¨ªa que ambos nacionalismos adornan con el frescor vegetal de un oasis. Oasis o v¨¦rtigo: ambas sociedades est¨¢n divididas. Nada hace pensar que no seguir¨ªan est¨¢ndolo o todav¨ªa m¨¢s en la circunstancia de un ¡°s¨ª¡± a la independencia. Hacer o deshacer historia, esta es la cuesti¨®n. Y?qu¨¦ garant¨ªas hay de qu¨¦ la nueva Escocia no caer¨ªa en los vicios del clientelismo pol¨ªtico, despu¨¦s de irlos superando a lo largo del tiempo? ?Con qu¨¦ seguridad jur¨ªdica operan una Catalu?a o una Escocia independizadas? ?Habr¨ªa un mejor control de la corrupci¨®n en la actual Catalu?a de la sospecha? ?Qu¨¦ mejor fiscalizaci¨®n del poder, qu¨¦ sistema de controles y equilibrios, de pesos y contrapesos entre los poderes? En fin, ?qu¨¦ confianza para el inversor extranjero? ?Qu¨¦ contenci¨®n del gasto p¨²blico?
Con todas sus imperfecciones e inercias, el proceso de integraci¨®n europea entra en contraposici¨®n conceptual con la pretensi¨®n de desmembrar Estado-miembros que es en lo que se han ido transformando los Estado-naci¨®n al estar compartiendo soberan¨ªa. Es curioso, porque tan solo hace unos a?os, algunos de los actuales defensores de las tesis secesionistas en Catalu?a dec¨ªan que con la din¨¢mica de la Uni¨®n Europea, los Estados-naci¨®n como Espa?a perd¨ªan gran parte de su sentido y que una realidad transnacional emergente iba a liberar a Catalu?a de lo que se considera el lastre de Espa?a. Ahora, los mismos opinantes secesionistas incluso consideran que si el precio por irse de Espa?a es quedar fuera de la Uni¨®n Europea no solo vale la pena sino que peor para Europa. Hay rasgos pintorescos del secesionismo actual que evocan los or¨ªgenes vegetarianos y colomb¨®filos del primer catalanismo, cuando el ¨²nico catalanista del cada pueblo era el boticario, a poder ser excursionista.
La vigencia del pluralismo de lealtades es fundamental en la Uni¨®n Europea, como lo significa en Espa?a la Constituci¨®n de 1978. Uno se pregunta por las garant¨ªas del pluralismo de identidades en una Escocia o una Catalu?a situadas fuera de la ¨®rbita europea. Tambi¨¦n hay motivo para preguntarse hasta qu¨¦ punto el giro independentista de Artur Mas fue precedido de una reflexi¨®n a fondo. Con el debido respeto a su figura institucional, no faltan razones para la duda. Lo menos que puede decirse es que Mas carece del sentido hist¨®rico en que se fundament¨® el mejor catalanismo. Es m¨¢s, la actual fiebre independentista puede acabar convirtiendo el catalanismo hist¨®rico y cultural en un despojo. Algo parecido ocurre con aquella Escocia que fue uno de los lugares privilegiados de la Ilustraci¨®n, cuando Edimburgo era una peque?a Atenas intelectual, motor intelectual del Reino Unido.
Valent¨ª Puig es escritor.
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