Blanca Portillo interpreta en el Grec a una Virgen Mar¨ªa muy humana

Dice la tradici¨®n que la Virgen Mar¨ªa pas¨® sus ¨²ltimos d¨ªas aislada en una casita de ?feso, en la actual costa de Turqu¨ªa, tratando de huir de la persecuci¨®n en Jerusal¨¦n y de sus fantasmas pero vigilada de cerca por los disc¨ªpulos de su hijo. En ese contexto se desarrolla el mon¨®logo que da cuerpo a El testamento de Mar¨ªa, obra del irland¨¦s Colm T¨®ib¨ªn (Enniscorthy, 1955) cuya adaptaci¨®n dirigida por Agust¨ª Villaronga, en el que supone el debut teatral del director de la archipremiada Pa Negre, subir¨¢ el pr¨®ximo jueves a los escenarios del Grec.

El texto constituye una revisi¨®n humanizadora de la agon¨ªa de esta mujer de campo, que T¨®ib¨ªn imagin¨® como la de cualquier madre de cualquier ¨¦poca, tras la muerte y desaparici¨®n de su hijo: desesperada, contradictoria y llena de una mezcla de dolor, odio y ternura. Interpretada por la actriz Blanca Portillo, Mar¨ªa da su propia versi¨®n de los hechos sucedidos en Jerusal¨¦n, en un repaso de la historia b¨ªblica hecha desde una perspectiva nunca explorada hasta ahora: el de una madre afligida y superada por los acontecimientos de ver a su hijo clavado en una cruz como un delincuente, ¡°por mucho que el hijo haya cambiado el mundo y supuestamente hiciera milagros¡±, como puntualiz¨® ayer Portillo. La obra, una coproducci¨®n del Grec y el Centro Dram¨¢tico Nacional, que cuenta con escenograf¨ªa de Frederic Amat, se representar¨¢ hasta el domingo en la capilla del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona (Macba).

Portillo: ¡°Habr¨¢ quien se ofenda, Cuando uno cree en algo es dif¨ªcil aceptar otras cosas¡±

Portillo, quien tiene tras de s¨ª un largo recorrido en cine, teatro y televisi¨®n, alab¨® la ¡°belleza insospechada¡± del texto, que fue concebido como obra teatral pero de la que el propio autor engendr¨® luego una novela. La que fue protagonista de la serie de televisi¨®n Siete vidas se enfrenta ahora al reto de dar voz al dolor de una madre humilde que ha visto a su peque?o marcharse lejos de casa, convertirse en predicador y finalmente ser brutalmente asesinado por las autoridades. Una serie de acontecimientos que los disc¨ªpulos de su hijo se obcecan en calificar de divinos, pero que ella no logra comprender, y a los que se suma la culpa por no haber sido capaz de intervenir en el tr¨¢gico final.

¡°Es el sufrimiento de cualquier mujer contempor¨¢nea que pierde un hijo por motivos ideol¨®gicos: la madre de un combatiente americano en Irak que le devuelven a su hijo en un ata¨²d, o la de un islamista suicida¡±, explic¨® Villaronga.

En el particular caso de Mar¨ªa, para m¨¢s inri, el hijo descarriado clamaba ser el hijo de Dios; una pretensi¨®n que sus disc¨ªpulos quieren hacerle ratificar sin ¨¦xito. La Mar¨ªa desacralizada de T¨®ib¨ªn es, de hecho, la primera esc¨¦ptica en cuestionar las ense?anzas de su hijo. ¡°?C¨®mo iba a ser el hijo de Dios, si era el hijo de su padre y su madre?¡±, bromeaba ayer Portillo, quien no descart¨® que el mon¨®logo pueda resultar controvertido pese a tratarse de una obra de ficci¨®n. ¡°Habr¨¢ quienes se sientan ofendidos, porque en esta obra interviene el factor religioso y cuando uno cree en algo es dif¨ªcil aceptar otras cosas¡±, explic¨®.

Por su parte, el director del Centro Dram¨¢tico Nacional, Ernesto Caballero, calific¨® el texto de ¡°fabuloso¡± y se?al¨® que es la tercera colaboraci¨®n de este centro con el Grec, tras el Don Carlo, de Calixto Bieito, y Nadie ver¨¢ este v¨ªdeo, de Carme Portaceli.