Una bella crueldad
La danza de Peeping Tom zarandea de nuevo el Grec
De nuevo el colectivo de danza-teatro Peeping Tom, del franc¨¦s Franck Chartier y la argentina Gabriela Carrizo, cautiv¨® y agredi¨® emocionalmente al p¨²blico barcelon¨¦s con Vader (Pare), fascinante y sobrio trabajo sobre el drama de ser padre y la vida de unos ancianos en un asilo. Es una pieza en la l¨ªnea de Le Salon (ah¨ª tambi¨¦n la vejez) que el grupo belga present¨® en el Mercat de les Flors en 2006, pero alejado del imborrable 32 rue Vandenbraden, mejor espect¨¢culo del Grec 2012; a¨²n as¨ª, Vader, por ahora, es el espect¨¢culo de danza que m¨¢s ha convencido.
La noche del mi¨¦rcoles la retina del p¨²blico que llenaba el Mercat de les Flors qued¨® atrapada por las desgarradoras im¨¢genes de Vader. El comienzo del espect¨¢culo no puede ser m¨¢s cruel: un hijo lleva a su padre al asilo arrastr¨¢ndole por el suelo. El anciano, con alzheimer, magistralmente interpretado por Leo De Beul (pintor de 66 a?os que nunca hab¨ªa pisado un escenario), se convierte en el protagonista. Su interpretaci¨®n encierra numerosos registros como demuestra cuando su cuerpo se encorva o cuando sonr¨ªe al coquetear con sus compa?eras.
VADER (PARE)
Compa?¨ªa Peeping Tom. Direcci¨®n de Franck Chartier. Asistencia a la direcci¨®n y dramaturgia de Gabriela Carrizo. Creaci¨®n e interpretaci¨®n de Leo De Beul, con Marie Gyselbrencht, Hun-Mok Jung Simon Versnel, Maria Carolina Vieira, Yi-Chun-Liu y Bradon Lagaert y la colaboraci¨®n de Eurudike De Beul. Vestuario de Peeping Tom. Escenograf¨ªa de Amber Vandenhoeck y Peeping Tom. Festival Grec 2014. Barcelona. Mercat de les Flors. Barcelona, 16 de julio.
De Beul firma la creaci¨®n, am¨¦n de con el resto de integrantes de la compa?¨ªa, con diez barceloneses entre sesenta y setenta a?os: algunos se suben al escenario por primera vez; otros solo hab¨ªan hecho teatro amateur.
La acci¨®n de Vader se sit¨²a en el comedor del asilo. Tratar la decrepitud del ser humano sin caer en el melodrama no es f¨¢cil pero Peeping Tom lo logra: desde su sobriedad lo grotesco resulta hermoso. As¨ª, la f¨¦rrea disciplina que reina en ciertas residencias de ancianos aqu¨ª se representa a trav¨¦s de un cuidador vestido de militar. El fragmento en que a un anciano le lavan sus partes ¨ªntimas y le ponen el pa?al hiere al espectador por lo que significa pero no cae en el t¨®pico. Precisamente ese anciano es el hijo que al inicio lleva a su padre al asilo; a ¨¦l lo ha llevado su hija.
En cuanto a los seis miembros de la compa?¨ªa son, a la vez, magn¨ªficos bailarines, actores y acr¨®batas. El baile es violento y din¨¢mico. Sus cuerpos se lanzan en el espacio a una velocidad asombrosa; el suelo es para ellos una pista de aterrizaje, en la que rodillas, codos y cabezas se deslizan como peonzas. Este di¨¢logo rudo, brutal y agresivo tambi¨¦n encierra su pincelada de humor, como por ejemplo la secuencia en la que los cuidadores van a servir sopa tailandesa a los ancianos y al destapar la gran olla aparece la cabeza de una bailarina asi¨¢tica: el espectador se relaja s¨®lo por unos segundos porque el baile de la Peeping Tom es sobrecogedor, cruel, hermoso... inolvidable.
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