Queremos un relato
Barcelona necesita regenerarse, volver a ser la ciudad laboratorio de las soluciones sociales, pol¨ªticas y urban¨ªsticas
La plaza est¨¢ en paz bajo la modorra del mediod¨ªa. La cierran tres edificios grises, como lo son todos los edificios p¨²blicos ¨²ltimamente porque los arquitectos se copian e imponen modas. Grises y ¨²tiles: mercado, biblioteca, centro c¨ªvico. Es la pla?a de Fort Pienc. El nombre apareci¨® con la incipiente democracia: tambi¨¦n se dec¨ªa Fort Pius, en recuerdo de un fort¨ªn ligado al sistema opresivo de la Ciutadella, y en todo caso la vacilaci¨®n connota un barrio tenue, poco estructurado. De aqu¨ª que Joan Clos planteara la construcci¨®n de una ¡°isla de equipamientos¡± que creara de la nada una centralidad. La idea es discutible, porque las centralidades nacen y no se dise?an, pero es cierto que la concentraci¨®n permite un aprovechamiento generoso del espacio. Despu¨¦s suele quedar alrededor, como es este caso, una plaza demasiado abierta y dura, una plaza intransitable en agosto, como tantas hay en Barcelona. En la calle que acaba la plaza, una calle domesticada ¡ªla carretera de Ribes, que traza un eje directo al futuro parque de Glorias¡ª, hay tipuanas, el ¨¢rbol t¨ªpico, y por supuesto hay terrazas con las convencionales mesas de aluminio. Todo en orden, pues, esto es Barcelona.
Fui a ver la plaza de Fort Pienc porque se refiri¨® a ella Manuel Delgado, el antrop¨®logo castigador, diciendo algo interesante: que el dise?o, siempre lejano y artificial, no pod¨ªa evitar que la vida se apoderase del espacio para disponer de ¨¦l a voluntad. El espacio p¨²blico, dijo, no existe hasta que alguien lo practica, y esto es tan cierto que vale la pena tenerlo presente. Pero Delgado hablaba contra los t¨¦cnicos, contra el dise?o, como si a las ciudades las hiciera, precisamente, la vida. Les explico la escena: llega Delgado a la tribuna del Sal¨® de Cent del Ayuntamiento y desaf¨ªa: ¡°Nunca he tenido la audiencia tan lejos¡±, y decir eso en la sede de la protodemocracia municipal tiene su gracia. Se estremecieron las paredes. Pero es que, adem¨¢s, Delgado estaba oficiando como sabio en un acto, presidido por el alcalde, a trav¨¦s del cual el incansable FAD ¡ªtan insustituible como ilustrado¡ª premia iniciativas de regeneraci¨®n urbana en el mundo. Iniciativas ciertamente participadas desde abajo, pero que corrigen una cosa dram¨¢tica: la ciudad sin planificaci¨®n, que quiere decir sin equilibrio ni justicia. La ciudad espont¨¢nea es la favela, es la villa miseria. Cargarse la planificaci¨®n en la Barcelona de Ildefons Cerd¨¤ es temerario. Pero es que Delgado una vez defini¨® a Pedralbes como un gueto, y si un antrop¨®logo prefiere no recordar la diferencia entre un gueto (que no salgan) y un club privado (que no entren), ya podemos callar.
Ahora tenemos un ¨ªndice de pobreza similar al de los a?os setenta, lo cual es grave y urgente. Pero como no se camina en vano, hoy tenemos pobreza equipada, colch¨®n social, la ciudad protegida y protectora
Lo que le falta hoy a Barcelona es la planificaci¨®n, el relato coherente. Hemos agotado, y agotado mal, el modelo de regeneraci¨®n nacido con la democracia. Estos d¨ªas tenemos la prueba definitiva en las cuentas del F¨°rum: contra los n¨²meros impolutos de la gesta ol¨ªmpica, el F¨°rum presenta irregularidades por todas partes. Gobernaban los mismos pero ya eran otros los valores. Y por eso Barcelona pas¨® de la construcci¨®n a la frivolidad. La crisis hizo el resto: ahora tenemos un ¨ªndice de pobreza similar al de los a?os setenta, lo cual es grave y urgente. Pero como no se camina en vano, hoy tenemos pobreza equipada, colch¨®n social, la ciudad protegida y protectora. Eso tambi¨¦n es fruto de la planificaci¨®n.
Ahora que vamos hacia unas elecciones municipales m¨¢s que interesantes, lo que esperamos es un relato coherente del futuro de la ciudad. La falta de relato hace que, por ejemplo, el concejal Antoni Vives nos hable de barrios productivos, que es una idea muy siglo XXI, muy kil¨®metro cero, mientras el alcalde firma la duplicaci¨®n de La Maquinista, que es algo propio de los a?os setenta. Expandir un enorme centro comercial no beneficia al consumidor sino al gestor del espacio, y que a cambio nos edifique una escuela o un instituto es propio del pelotazo burbuj¨ªstico, un desastre moral. Barcelona necesita regenerarse, volver a ser la ciudad laboratorio de las soluciones sociales, pol¨ªticas, urban¨ªsticas y culturales, la ciudad que inventa y tambi¨¦n la ¡°ciutat pencaire¡±, precioso eslogan que plantea Alfred Bosch, una ciudad sin desigualdades crueles (Jaume Collboni) y con nuevas formas de participaci¨®n (Ada Colau). Hay ideas por todas partes.
Mientras avanza el verano y nos llenan de polvo y ruido las m¨²ltiples obras que laboran sobre las aceras ¡ªporque son mayormente obras de aceras¡ª, la Barcelona creativa ha emergido en la plaza Nonell. El mural del beso de Fontcuberta es un inmenso regalo. Cu¨¢nta libertad, cu¨¢nto talento. Es divertido mirar c¨®mo la gente lo descubre, lo fotograf¨ªa, se engancha, se acerca, busca, encuentra. Quiz¨¢s sea hora de empezar a pensar, tambi¨¦n, en poner el talento de Barcelona en el mapa, ahora que la ciudad est¨¢ en todas las APP del mundo mundial.
Patricia Gabancho es escritora
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