En ¡®Otelo¡¯ manda Yago
Eduardo Vasco lleva al Bellas Artes una versi¨®n del cl¨¢sico que se centra en el malvado alf¨¦rez
¡°Laurence Olivier, cuando hac¨ªa Otelo en teatro, hac¨ªa de Yago¡±. Con este argumento demoledor defiende el director Eduardo Vasco (director hasta 2011 de la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico) su apuesta sobre el cl¨¢sico de Shakespeare. La compa?¨ªa Noviembre Teatro se revuelve ante la tradici¨®n que sit¨²a en el centro del texto los celos enfermizos del ¡°noble moro¡±. En la versi¨®n de Otelo que permanecer¨¢ hasta el 14 de septiembre (y desde el 30 de julio) en el Teatro Bellas Artes, el alf¨¦rez interpretado por Arturo Querejeta le roba espacio con su maldad tornada en humor negro al Otelo de Daniel Albaladejo.
La maldad resulta seductora hasta tal punto que Mal¨¦fica ha sustituido a Blancanieves en la taquilla en ¨²ltima apuesta de Disney, como antes hizo Joker con Batman, y antes Hannibal con Clarice. Yago, confiesa Vasco, es bastante m¨¢s divertido que Otelo: ¡°Todos vemos el mecanismo de enga?o, Shakespeare lo muestra sin tapujos, y eso es lo que hace que la obra sea atractiva para el espectador. Yago no es que admita ser malo, es que admite ser peor¡±. Las dobleces que opera Querejeta sobre escena, ahora leal y t¨ªmido, ahora traidor y descarado, provoca m¨¢s de una carcajada, de tan obvia resulta la manipulaci¨®n. A su lado, los celos que llevan a Otelo a asesinar a su esposa son ¡°una b¨¢rbara consecuencia¡±.
V¨ªdeo promocional de 'Otelo', de Noviembre Teatro.?
As¨ª, Noviembre Teatro discurre con esta pieza estrenada en octubre su exploraci¨®n de la obra del bardo, desde su anterior Noche de reyes (con Querejeta con un aplaudido buf¨®n Festes) a El mercader de Venecia que est¨¢ en camino y empecer¨¢n a ensayar despu¨¦s del verano. ¡°He pasado muchos a?os haciendo textos imperfectos. Esto es como ir en Ferrari. Lo que tiene trabajar con dramaturgias tan extraordinarias es que luego te cuesta renunciar a ellas¡±, explica el director.
Debido a esa confianza en el texto, Vasco ha renunciado a cualquier posible actualizaci¨®n. La escenograf¨ªa, m¨ªnima (apenas un tel¨®n, un parde bancos y, eso s¨ª, un piano que pone la m¨²sica en directo), y el vestuario de Lorenzo Caprile, en una suerte de estilo isabelino pasado por la harina de principios del siglo XX, sit¨²an la obra en alg¨²n punto de un pasado lejano poco reconocible. ¡°Creo en la perspectiva hist¨®rica¡±, justifica Vasco, ¡°Es algo que valoramos en el cine, pero en teatro le da a todo el mundo por vestirse de manera contempor¨¢nea¡±.
Eso no quita, claro, que la obra, a ojos del 2014 y de un p¨²blico que ¡°nunca deja de asociar con su realidad¡± tenga escollos dif¨ªciles de sortear. En el caso de Otelo, al menos dos: el color de piel del protagonista, ¡°negro diablo¡±, y el asesinato de Desd¨¦mona en un pa¨ªs en el que la violencia de g¨¦nero ha dado muerte a 32 mujeres en lo que va de a?o.
Esto ¨²ltimo ha impregnado la visi¨®n de Vasco, que ha elegido dar fuerza a la voz de ¡°las mujeres experimentadas, que conocen a los hombres y los sufren¡±, condensadas en la voz de Emilia, que habla por criadas y por la mujer de Yago. El director no ha suprimido, como suele hacerse en beneficio de la acci¨®n, un parlamento entre esta y Desd¨¦mona poco antes del final. ¡°?Y es que no tenemos nosotras afectos, deseos de placer y fragilidad como tienen los hombres? Entonces que nos traten bien, o sepan que el mal que hacemos son ellos quienes nos lo ense?an¡±, espeta Emilia. ¡°Nos han preguntado varias veces si hemos a?adido algo, porque cuando se oye ahora parece una especie de diatriba feminista. pero no¡±.
La forma de lidiar con el primer obst¨¢culo, con ¡°el moro Otelo¡± y las referencias al negro de su piel en el texto, ha sido optar por no te?ir la cara de Albaladejo. ¡°En Espa?a no tenemos tradici¨®n esc¨¦nica con Otelos pintados de negro, porque desde la Guerra Civil se ha representado poco. En Inglaterra o Alemania, donde s¨ª la hay, se discute, de hecho si el actor debe pintarse, si es racista, si no lo es¡¡±, cuenta Vasco. El Otelo de Noviembre no es negro, aunque s¨ª ¨¢rabe; para el director, la forma de conservar esa ¡°otredad¡± que desata el odio de Yago, que ve su puesto usurpado por un extranjero.
A cuestiones m¨¢s delicadas deber¨¢ enfrentarse Vasco con El mercader de Venecia. La historia de Shylock, y m¨¢s ahora, con Israel llenando tituulares a diario, es ¡°un texto escurridizo¡±: ¡°Habla de los jud¨ªos, del comercio, de la xenofobia, de una manera mucho m¨¢s radical que Otelo. Se te puede ir el discurso a un sitio muy peligroso¡±. Pero, conduciendo el Ferrari shakespeariano, es dif¨ªcil salirse de la carretera.
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